Agua / No. 244





Agua. Hoy escuchamos su nombre y una sensación de inminencia viene a nuestra mente, entonces ajustamos hábitos para que el gasto individual que hacemos día a día sea menor; al mismo tiempo numerosas empresas gozan, indiferentes e imparables, la generosidad incauta de los pozos. La emergencia es innegable, su novedad no tanto. Desde luego, el agua, a la par y más allá de esta situación, no es un tema extraño en la literatura. Su presencia total, en la vida de humanos y no humanos, la aleja de ser un lugar común para la escritura. Da cuenta de ello la cuantiosa respuesta a esta convocatoria y un dossier nutrido en cantidad y variedad de aproximaciones —literarias y artísticas— a las formas del agua.

Una de ellas es un texto cuya tinta navega de ida y vuelta a través del Atlántico; se trata de “Lengua madre”, escrito por la colombiana Elena Mesa y que fue finalista del II Premio de relato UNAM-España sobre la experiencia de la migración latinoamericana en España 2023. Una reflexión sobre la identidad y la integración a través del propio acento que tiene por escenarios un sueño y una ciudad: vivir cerca del mar y Barcelona.

A tono con la crisis hídrica, Mariana Soto Almaguer imagina, en su poema “Mecánica de fluidos”, un futuro en el que los humanos nos inventamos una forma de existencia inorgánica. También, en Entre voces, la entrevista que hace Lya Montiel Nepote a la artista Adriana Salazar nos muestra un trabajo interpelado por la presencia fantasmal del agua y sus historias locales. O los poemas de Kenya Naranjo, en donde el título del segundo, “Mi tumba no tendrá flores”, podría ser consecuencia del primero, “La lluvia no alcanza”.

Otros autores abordan el agua a través de su metáfora como espejo que devuelve distintas caras de lo humano. Desde una reinterpretación de Said Flores Ramírez Téllez a la escena de la muerte de Ofelia, pero situada en un violento Guayaquil, hasta el cuento “Drenaje profundo” de Ulises Flores Hernández, donde un caso de secuestro es el prisma que muestra la podredumbre social del otrora Distrito Federal. Otro ejemplo es “Emerger del estanque”, un ensayo meticuloso con el que Michelle Trujillo traza un mapa de las asociaciones simbólicas y culturales entre la mujer y el agua. La dualidad de ésta —como elemento vital, pero también motivo de muerte— es uno de los temas que aborda y que otras autoras desarrollan en distintos géneros. Así, por ejemplo, el cuento de Ana Saldaña, “A las puertas del templo”, y los poemas de Marisol Luna Zapiaín, “Ahogamientos”, y de Gerardo Almaraz, “Fue así el primer hombre”, tienen al mar como escenario onírico, de la muerte o del renacimiento; mientras que en los versos de “Ciclo del agua”, de Ángela Almendra Almonaci Buendía, la amenaza está en el uso del agua para tareas cotidianas.

Una última constante es la presencia de este elemento en momentos de emociones variadas. Es un motivo de disfrute en el cuento “Gogorrón” de Andrea Ortiz Morales; de desahogo en el relato breve de Mariana Camacho Cruz, “El arte de llorar en la regadera”; de atrevimiento en el cuento “El traje de baño”, de Miguel Parpadeos, y en la crónica “Ruido de fondo para una caída” de Kennia Cervantes; y de nostalgia en “Mi padre es el buque más hermoso del mundo”, poema de Samuel Cano.

En Heredades, Pablo Feram continúa la metáfora del espejo en un ensayo que explora la performatividad de Alice Rahon como artista en un medio predominantemente masculino. Armando Gutiérrez reseña Libro IV, de Darío González Rodríguez, un poemario cuyo estilo es, en parte, una apropiación del estridentismo mexicano y la poesía novohispana barroca. En este número también publicamos los textos ganadores del XXII Concurso de Crítica Teatral “Criticón”, que convoca Teatro UNAM: “Reconocerme en un Algodón de azúcar”, de César Villanueva, en la categoría Fanáticos del teatro. Y en Especialistas, “Hablar de Julieta es hablar de teatro”, de Omar Castro Guadarrama, quien además ha sido colaborador de esta revista en varias ocasiones. ¡Enhorabuena para ambos!

La sección Tinta Suelta cierra con una historia de Valeria Hernández, y en la postal, una ilustración de Nahiby Castro López acompaña el haiku de Jaspe Martínez González. La parte gráfica también es numerosa y variada en cuanto a técnicas. Nos da gusto contar con fotografías, pinturas, collages e ilustraciones de Andrea Soto, Amanda Lunares, Ana Sofía Vázquez Morales, Aarón Farid Negrete, Claudia Santos, Frida Lomán Amaro y Marilia Castillejos.

Esperamos que la lectura de estas formas que toma el agua sea grata para ustedes. 


Aranzazú Blázquez Menes