noche / No. 249

Al filo



Véspero

De noche tienen lugar, o más bien,
      tiempo,
las cosas que necesitaban oscuridad.
Cuando el sol se pone
        maduro,
las mujeres de la noche se colocan
en las esquinas
      de las estrellas,
las calles se asombran, se ensombrecen.
Los bebés lloran
      al evocar la nada
porque el día se funde a negro.
La noche es un olor a cielo negro recién hecho.


Intempesta

Antes de dormir, por así decirlo,
prendo la luz
      para ver si la apagué bien,
abro la puerta
       para ver si la cerré bien,
me salgo de casa
        para ver si entré bien.
Ya en posición horizontal,
adivino cuál de las seis será la hornilla
que olvidará cerrar
                  la boca,
    y me matará con su aliento.
Porque una ya no se acuerda de lo que hizo.
Los años siempre enseñan sus dientes por la noche.


Galicinio

No me sé dormir por mí misma.
Necesito algún hipnótico, antipsicótico,
benzodiacepínico,
            que me cuente un cuento.
No tengo sueño; debo provocármelo
                                            como vómito.
En mi cabeza no cabe la idea de la noche.
                 No cabe la noche,
no importa qué tan llana sea.
Busco el lado frío de la almohada
y encuentro el lado oscuro de la luna,
quien menguante
            como hoz, amenaza con degollarme.
Pero no lo consigue; no puede segar
                         con luz ajena.
Pronto el sol da la noche por perdida
y comienza a sembrar sus rayos en la Tierra.