Trece poetas (1990-1998) / No. 201
Mérida, Yucatán, 1993
Caesar |6|
Seis años / seis luminosos apellidos que anteceden a ello
Precipitar, yacente hacia mi pecho que nada a fondo, de fondo
Y que lo único que desestabiliza se haya en un tablero longitudinal
Emerjo, como un submarine japonés en aguas gringas como un escuincle detrás de la ceiba
Aún recorro, de entre todo a olvidar lo único fueron las lecciones de finales
Jamás ver la forma, el temperamento preciso
Jamás el cálculo, sí el espacio, la variante
Caer, vertiginoso y luciendo entre todos la polisexualidad: el llavero en la mochila
Compulsión. Nadie quiso desistir / los oídos / los humanos / No ceso, aguardo
Me iré / Al final sólo en mí existe todo. Al final el tapiz
Desbordo, todos como tú y nadie como yo
Quisiera recordarme / mientras ideo / al hilar un suéter de plumas y obras negras
Vuelvo a la catatonia
Vuelvo a los calofríos y respiración nula
Vuelvo al petróleo, al óxido
Y aún me ronda, como en la adolescencia antes de mis intentos
Como cuando proyecto un flujo cartográfico y poner TE al final de mis frases
Incapacidades, tú pariendo un bisonte en el río.
Caesar |1|
Revestimiento y lunas ausentes
CAUCE que aguarda sereno, cayendo conforme
Querer alborear es quedar inútil ante un saco
Yo prometo, desentierro
Sin conexión. Sin herraduras, con cuacos en la aorta
Yo pecho escamado / Yo índice infinito / Yo nadador profesional
Jugar a que debajo hallaré / Concordar e intercalar, la fluorescencia
No podré despistarme
Sulfuro en la sabana, tus cabellos magenta que caen sigilosos por cada pieza movida
Un sapo en la sosa: recuerdos que intento hacerlos daga
Sepa que nunca pude ver sin la mica, tras las capas de grasa y blancura tras la melena de Dios mórbido del rock
No podré volverme de la ciudad que me taja, mas todo se vuelve un arado [cuando al ver deshojado el almendro mi
[pecho evoca un ardor.
Caesar |2|
Reapareces / tatuado / lejos y aspirando a ser un norte trascendente en el Golfo
Cuántico/ Cyborg / fallido rododendro
Tamiahua, cangrejero al final y al principio de todas las fases
Los ábacos, un sinfín de formas en los cráteres de tu dermis y la coyuntura
Pensar, distante…
Pensar en las mantas mundiales, a los que asesinará mi telequinesis
Una mujer me observa, le odio generacionalmente
Vivir con una bomba inevitable en mi cabeza
Jamás vendrá a mí la comunión / pero sí la genialidad, los tanques de guerra
Invasión y constantes, ojalá mi corazón nunca cobre substancia
No a los vestidos cristal. Siempre la ejecución. La suela. El cincho o la hebilla encarnada
En los cerros los llantos. Cómo vibraba en la cima, desde entonces nunca pensé en el conocimiento y el padecer
Yo controlador del futuro / Yo alteración / Implosión estelar
Catarsis que se adhiere como salva de cedro a la laca.
Wi-Fi |5|
Eremita acuchillado / Risco
Huérfano a los ojos de la luz
Jamás fuiste domeñador de ti y la roca que te acompaña ignora tu pie
Mala catadura / Burla, llanto al ruin destino imperecedero
Mortuoria cadena. Eslabones fundidos
Cada cual es ojo y sal: cortada
Insomne desfallecido en el brazo del mar / La corriente desprecia al mulato por tener barro por sangre
Pero es un NO a la vida y la suerte: tu color
Terrones en complicidad
Tatuaje. Artería. Tu nombre. Maldito. Tu nombre.
Rostro / Crimen
Incredulidad, la belleza como espejismo
Burla a la común, pueblo que de fe pende un diente de león a tempestad del norte furioso
Equivocaciones / Equivocaciones
No somos control y vamos al reverso del proceso
Silenciosos / Secretos bordados en el pecho, guárdale
Enjaula los corazones, los kilómetros
No sirve hablar con la lengua agusanada
Derrúmbate en esta columna pies morenos, ignorante y apedreado
No alces los filos / Ve, golpea a Dios en la frente con una rosa
Escupe formol a los cerros y los pájaros
No creas en milagros Mira desde el valle este caos
Haz arder las ámpulas en los nudillos, vejez moribunda
Alma envuelta en piel y uñas
Calamidades llameantes, mis ojos cuelgan en la rasta de un ángel humillado
Mi voz como coro al ladrido
Vendoleta a la herida colectiva
[Estratocúmulo–
Cuerpos–
Tierra bañada–
Tejado–
El olor del caído]
Sigo parado desde la ventana junto a la niña que me llora el talón mirando su retrato
Alguna vez fuimos queridos —susurro— en otros tiempos
Despojos
Ranuras en el rostro
Espejos
Pedazos de tristeza remendados en mi dorso
Alucinaciones
Andaluces
Mi madre es un cadáver que se multiplica en cada patada
Mi abuelo un arcángel de arrugas y humo
Y éste mi cuerpo, mis ideas atroces y equívocas, mi hogar hecho de ramas enmohecidas, es una
perilla oxidada bajo la llovizna.
Daniela Rey Serrata. Es estudiante de Literatura Creativa y profesora de ajedrez por la UNAM y la Fundación Kasparov. Ha publicado en diversas revistas impresas y electrónicas de Latinoamérica y Europa. Fue incluida en las antologías Letras por Coatzacoalcos (Ateneo Puerto México-CEUNICO, 2011), Astronave. Panorámica de poesía mexicana (1985-1993) (UNAM-UANL, 2013), Los reyes subterráneos. Veinte poetas jóvenes de México (La Bella Varsovia, 2015) y Hot Babes (Ojo de Pez, 2016). Es autora de varios libros de poesía que permanecen inéditos, entre ellos Caesar, de próxima aparición.