Trece poetas (1990-1998) / No. 201
 
Ciudad de México, 1993





Una buena temporada
(fragmentos)


I

Salimos al jardín
y hablamos de la higuera
de cómo los pájaros picotean los frutos
me avergoncé por haber estado tanto tiempo fuera
cuánto tiempo, preguntó
tanto tiempo ha pasado ya
no trato de conmoverte
la hice tratando de cruzar la frontera
me acompañó una muchacha
cuál muchacha
una muchacha que se llama Sonia
se llama Sonia y estás enamorado
sí, pero tenemos que hablar de cosas más importantes
como de la higuera
y de los picos de los pájaros
cómo te la hiciste
mejor no hablar de eso, contesto
mi madre se levanta y camina por el jardín
recoge algo del suelo y me lo entrega
“esto es un pedazo de higo”
agradecí y salí caminando
Hasta luego madre
Hasta luego.


II

Ya estás de vuelta
me voy a quedar una temporada
coge lo que está dentro del armario
me dirigí al closet viejo y polvoso
saqué una chaqueta
esto, abuela
pregunté
a ver cómo se te ve
y hacía viento afuera
golpeaba las ventanas
es un viento inusual
qué bueno que ya estás aquí
cómo te fue
mejor no hablar de eso
y sobre lo que hiciste allá
me enamoré de una muchacha que luego me dejó por otra muchacha
las dos se llaman Sonia
qué bien te queda
te pareces mucho a tu abuelo
es la misma nariz y el sueño fruncido
como enojado
cierra la ventana que hace frío
me di la vuelta para cerrar la ventana y cuando dije
abuela yo creo que me voy a quedar por acá un rato
ella ya estaba dormida
me acerqué y noté cómo su respiración hacía olas en su vientre
me quité la chaqueta y abrí la ventana
sentí el frío y pensé que sí
que ése era un viento inusual.


III

Ah
entonces una buena temporada
una buena temporada, abuela
y dijo adiós
un adiós permanente
como si llevara 10 años despidiéndose
levantándose de la mesa 46 años
y yo ahí sentado como un imbécil
haciéndose pequeñita
diciendo cada vez menos cosas
respirando pausado
sus pasos leves como plantas
esas plantas que crecen entre los ladrillos
que construyen las casas y los años
me despedí
abuela, por qué te vas
pero no me contestó
y a la abuela qué le pasa, mamá
pues está vieja, hijo.
y eso a quién le importa es mi abuela
las cosas dejan de ser tuyas aunque sean tuyas desde el principio
y salimos al jardín y platicamos toda la tarde
es el sonido de un relámpago
en un segundo estoy hablando con jose sobre las habas
y mi abuela desde el otro lado de la mesa me pregunta
cómo te fue
yo respondo que bien
que nadie hace las habas o las habichuelas como les dicen allá
como jose
que jose es especial y la extrañé
qué bueno se ve que has subido de peso
no te mediste con el pan
de vuelta recuerdo las canastas de pan
las discusiones abúlicas
y cómo te fue allá, hijo
pregunta mi abuela ahora desde este lado de la mesa
miro a mi abuela
las habas están de puta madre
de puta qué, hijo
de puta madre, abuela
de puta madre
y la veo
entonces
retorcerse entre los años y el olor a orín
su infinita ternura azotada de miel y dulce de guayaba
pero abuela
ya te vas
ya tiene un rato, hijo
y tú hijo
cómo estás
un poco jodido, abuela
y cuánto tiempo te quedas
yo creo que me voy a quedar aquí un tiempo a terminar la escuela, por ejemplo
me parece muy bien que te prepares para ser mejor
tener un futuro brillante
y cuánto tiempo te quedas, hijo.


IV

Han pasado 2 días
son casi 48 horas
porque los pocos minutos restantes los pasé en vigilia
2 días despierto
contando la mierda que almacené durante todo el tiempo que estuve fuera
volví a mi cuarto y parecía el mismo
las puertas
las paredes
el mismo sí
salvo los pequeños detalles
los pequeños detalles son importantes
por ejemplo
el olor a sudor
ya no estaba el característico olor a sudor de mi habitación
oye mamá por qué ya no huele a sudor mi cuarto
te fuiste 5 años huevón y no dijiste nada
ahora mi cuarto es el de alguien más
alguien que no huele a sudor o alguien que no se ha enamorado
o alguien que no se ha enfermado hasta las lágrimas
a alguien que no se ha cagado en los pantalones de miedo
huele a alguien que no suda frío de insomnio
a todo eso huele mi habitación
si resumimos
huele a otra persona
de seguro a una más imbécil que yo
busqué debajo de mi cama y no encontré mi sobre
el sobre donde guardo papeles importantes
busqué en mis cajones que ya no son míos
encontré un pedazo de tela y una aguja
aproveché para coser un botón que se me había roto durante el viaje
busqué entre mi ropa que olía a un perfume de dandy
abrí una ventana
me senté en el filo donde antes mi gata se revolcaba por la comezón de las pulgas que terminaba por pasarme
abrí el cielo y miré un pedazo de árbol que se había quemado durante la desgraciada
e inesperada muerte de mi abuela
escuché una especie de incendio y me dieron ganas de llorar
pero me dio vergüenza y no hice nada
mejor me quedé callado.



José Emilio Hernández Martín.  Cursa la licenciatura en Escritura Creativa y Literatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ganador del primer lugar en el Concurso 46 de Punto de partida por el poema “Danza de la muerte”. Textos suyos aparecen en La Cigarra y en Punto en línea. Pertenece a la decimocuarta promoción de la fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores. Los poemas aquí presentados forman parte del libro inédito Una buena temporada.