Andamiajes feministas / No. 240

Las periodistas acuerpamos y ponemos el cuerpo
 


“¡Invitamos a todas a asistir a la marcha #8M y a acuerpar la toma!”, anuncia en Facebook una publicación de las alumnas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, donde estudié periodismo.

¿Acuerpar? Qué palabra tan familiar en los últimos años. En infinitivo porque es un verbo y, por lo tanto, una acción.

Acuerpar es un llamado a la acción. Acuerpar a Carmen, mujer sobreviviente a un ataque con ácido, el día que le dicten sentencia a su agresor. Acuerpar a Bety, mamá de Andrea, cuando el feminicida de su hija le pida una disculpa pública. Acuerpar a Dolores, madre de Debanhi, cuando llegue desde Nuevo León al aeropuerto de la Ciudad de México porque tiene que reunirse con autoridades federales para conocer los avances del caso.

¿Cómo se conjuga el verbo acuerpar? Yo acuerpo, tú acuerpas, ella acuerpa, ustedes acuerpan, nosotras acuerpamos, ellas acuerpan. En todas las personas del singular y, sobre todo, del plural. En femenino.

Para la Real Academia Española acuerpar es sinónimo de apoyar. Pero en la jerga de los movimientos feministas este término es mucho más que cualquier definición de diccionario.

Acuerpar a las universitarias que marchan hacia rectoría. Acuerpar a las activistas que defienden la Glorieta de las Mujeres que Luchan. Acuerpar a las amigas de Ariadna para colocar girasoles en la carretera donde fue encontrado su cuerpo.

Cuerpo… ¿o cuerpa? En el verbo acuerpar caben esos dos vocablos. Cabe el cuerpo de las mujeres. O, mejor dicho, caben los cuerpos de las mujeres, todos, sin importar sus formas o tamaños. Se puede, incluso, sustituir la o por la a, para nombrarnos, hacernos visibles mediante el lenguaje.

Empecé a acuerpar sin saberlo. Y cuando lo supe no me había percatado de su significado. En redes veía publicaciones que invitaban a acuerpar y las guardaba para mi agenda periodística. A los chats de trabajo o al correo electrónico llegaban convocatorias para acuerpar y mi editora me daba esas asignaciones.

Entonces, llegaba la fecha y hora en que nos habían citado y ahí estaban otras colegas periodistas, acuerpando con sus micrófonos y grabadoras, rodeando a la artista que había protestado en el Zócalo. Con sus cámaras de video y de fotografía, retratando a las colectivas de la manifestación. Con sus libretas o celulares, escribiendo sobre los derechos de las mujeres.

“Nombro como acuerpamiento o acuerpar a la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados ante las injusticias que viven otros cuerpos”, definió Lorena Cabnal, feminista comunitaria de Guatemala.

Las periodistas acuerpamos a otras mujeres cuando hacemos coberturas de sus historias desde la redacción o desde las calles para que sus casos lleguen como noticias a los medios de comunicación. Para que la audiencia le dé clic a esa publicación y la comparta.

“Acuerpar es hacer del cuerpo, cuerpa, es juntas, poner el cuerpo-cuerpa para todas las demás”, escribió la periodista Daniela Rea, editora de Ya no somos las mismas y aquí sigue la guerra.

Las periodistas acuerpamos cuando dejamos nuestro escritorio y, en lugar de estar frente a la pantalla de una computadora, estamos de cara a las personas que vamos a entrevistar sobre la violación de la que fueron víctimas. Cuando el congreso, donde se ha estado discutiendo por horas la despenalización del derecho a decidir, se convierte en nuestra oficina. Cuando hay que dejar datos personales en un sitio web para tener acceso a cierta información que nos permita hacer ese reportaje de largo aliento sobre trata de mujeres. Cuando hay que estar reporteando en el lugar de los hechos sin importar si se trata del restaurante o el hotel donde recién ocurrió un feminicidio. Cuando hay que contestar la llamada de un número desconocido que se atreve a hacer una amenaza por teléfono ya que no le pareció un tema que publicamos sobre el presupuesto destinado a las niñas.

Ponemos el nombre en cada pieza periodística que firmamos. Mostramos el rostro cada vez que es necesaria nuestra acreditación como prensa para que no nos corran de un evento. Las veces que levantamos la mano para preguntar en alguna conferencia con micrófono en mano sin que nos tiemble la voz.

Las periodistas no sólo acuerpamos con nuestro trabajo. También ponemos el cuerpo para poder ejercer nuestra profesión.