Editorial / No. 248




No hay manera de eludir a la naturaleza. Su existencia es todos los tiempos: desde el pasado remoto que nos antecede hasta nuestro presente —nos constituye y nos rodea—, y pase lo que pase con nosotros, u ocasionemos lo que ocasionemos, la naturaleza será. Es tal su maravilla que seguramente nunca dejará de ocupar incontables páginas y lienzos, como lo ha hecho desde hace muchos siglos. La elegimos para cerrar la línea editorial de este año, que tuvo como eje lo cotidiano, y para indagar qué significa para las generaciones de jóvenes. Y aunque lo natural nos remite casi siempre a la exuberancia de lo vivo, la respuesta a la convocatoria para este número fue, en cierto sentido, triste, porque da cuenta de que hoy es mayormente sinónimo de emergencia, anhelo y catástrofe. Pero tampoco es sorpresa, lo vemos todos los días y ahora más que nunca comenzamos a vivir las consecuencias de la contaminación y la sobreexplotación del medio ambiente.

El dossier comienza con tres poemas de Diego Montoya: en “Certamen del jardín” partimos de un escenario cotidiano con el pasto como espectador, bajamos al hummus con “No toda la tierra”, y luego volteamos la mirada al paisaje con “Atardece”. Alfonso Salas escribe el ensayo “Sembrar un jardín interior”, sobre los parques públicos, la mímesis de lo natural en la arquitectura desde la mirada de Montaigne y el deseo de un espacio verde en el hogar para refugiarse de la omnipresencia citadina del cemento.

Otra inquietud son los incendios forestales: “Morir y renacer” es una crónica de Luiyi Kintero que transmite la adrenalina, la frustración y el temor de quienes trabajan combatiendo incendios. El ensayo “Lo que cae del monte” de Alejandra Gregorio pone el acento en el cuidado de los otros seres vivos, los animales no humanos para quienes no somos refugio cuando el fuego arrasa. Y más adelante, el cuento “El Cerro del Caballo” de Celsa Victoria Ortiz es una historia de atracción y desencuentro que trae a cuenta el conflicto de las reservas naturales y los desarrollos inmobiliarios.

Los poemas de Rafael Ramos Alvarado nos conducen del bosque al agua, “El silencio de lo vivo” agrupa dos poemas que nos regalan dos imágenes: el misterio divino de los árboles y la primera manifestación de la muerte. Al borde del río, Jacobo Molina Ruano habla del problema de la contaminación de los ecosistemas y los carpetazos en el cuento “Ningún camarón con vida”. Sigue el poema “Tengo la cuenca de México en el ojo”, de Ángela Almendra Almonaci Buendía, que es un lamento por la sequía y los paisajes perdidos. Y en la minificción “Sin Remedios”, de Julio Yáñez, la oscuridad de la contaminación del río absorbe la vida y escupe la memoria de mejores tiempos.

De esta negrura saltamos al infinito del espacio con una crónica de Andrea Martínez sobre la fascinación que generan los misterios de la física en los “Pautitas”, los pequeños científicos de entre 6 y 12 años del Programa Adopte un Talento (PAUTA). Después siguen cuatro haikus de Mario Ulises Maya Martínez, con una planta por cada estación del año. Rubén Esparza comparte “Dos versiones del agua”: en el poema “Nubes” expresa el temor de lo efímero, mientras que en “Hablemos de langostas” nos interpela la crueldad oculta tras los manjares. Le sigue “Pasos sobre los flujos piroclásticos de Oriente Medio”, un ensayo de Marcos A. Medrano quien, a través de la metáfora de la erupción volcánica como un gran sudario, se cuestiona el papel de la literatura y el cine ante los conflictos políticos. En el mismo paisaje, Ana Virgen cierra con “Lahar”, un poema desde la mirada de la materia volcánica.

En Heredades Erick Rodríguez explora la peculiaridad del lenguaje visual y sonoro que encuentra en las obras de Petrona Viera, pintora uruguaya de finales del siglo XIX. Para Entre voces, Alejandra Hernández Ojendi conversó con los integrantes de Nativas de las calles, un proyecto que busca visibilizar la diversidad de las plantas nativas y su importancia para la conservación de los ecosistemas. En Bajo cubierta Ariatna Gamez Soto reseña El jardín de los ídolos, de Georgina Moctezuma, y Ámbar Michel de la Selva lo hace sobre Tres preguntas. Poetas jóvenes de Nigeria, poemario compilado y traducido por Ezequiel Zaidenwerg. Cerramos con un cómic de Karen Fernanda Chávez Torres: “Comer verduras, un acto de rebeldía”. A este número lo acompañan extraordinarias fotografías y trabajos gráficos de Gabriela Galindo, Alejandra García, Carlos López, Ximena Pimentel, Isabel Tello, Sofía Altieri y Elisa Hernández Celis.

Con esta edición despedimos el año, ¡felices fiestas, querida comunidad lectora!

Aranzazú Blázquez Menes