editorial / No. 251


Si en la creación literaria y artística se evitan los lugares comunes, para esta edición de Punto de partida nos propusimos lo contrario y llenamos el dossier de clichés. Pero claro, no replicados así sin más, sino que convocamos a colaborar con la consigna de escribir sobre ellos dándoles la vuelta. Así, los lugares comunes aparecen de modos inesperados y con tonos variados que van desde el humor y la ironía hasta algunas reflexiones sobre su utilidad e, incluso, su inevitabilidad.

Los típicos algo aparecen como personajes, como en la historia que escribe Juan Francisco Herrerías sobre un poeta-cineasta que se tambalea entre la genialidad y el fracaso total, o las divertidas viñetas de Mónica Quant. O bien, como situaciones: la toma de conciencia de la inteligencia artificial en la minificción de Daniel Francisco Campos Herrera, y el sueño del toluqueño que confiesa Brenda Paola Ramos Vargas.

Como verán a lo largo del dossier, quizá el cliché más común es el del amor y las historias y expectativas en torno a él; ésa es el alma del cuento de Daniela González y de la historia de Adrián Cabrera que parodia las confusiones que atormentan a los gemelos idénticos. Pero este cliché también puede ser un trampolín para la creatividad: la emergencia de nuevos tropos literarios o la renovada persistencia de géneros musicales suceden por el hartazgo de lo mismo o porque sigue existiendo un espacio de sentido para ellos; de eso van los ensayos de Abril Rodríguez y Uriel Santiago Velázquez.

En otro sentido, los dos poemas de este número —uno de Almendra Almonaci y el otro de Susana Guadarrama— hablan del dolor y el sinsentido, y de cómo a veces los clichés pueden atenuar o, por el contrario, acentuar la soledad. Finalmente, de una u otra forma los clichés nos ayudan a llenar distintos tipos de vacíos y, como escribe Jennifer McNamara, existen porque funcionan. ¿Te atreverías a replicar su experimento de no usar un solo cliché durante siete días?

La segunda parte del número comienza con el texto finalista del III Premio de relato UNAM-España sobre la experiencia de la migración latinoamericana en España, de Paloma Cruz Sotomayor, editora chilena que explora la doble temporalidad y la falta de suelo firme que se experimenta tras migrar. Después aparece por primera vez la sección Estudio abierto, un diálogo interdiscipinario entre escritores y artistas que, en este número, estuvo a cargo de Valeria List y Deny Ramos. Tesauro, con la obra “El fondo”, es una colaboración sutil y profunda de Hugo Silva sobre el suicidio. En el apartado de reseñas Vivian Haneine Linares explora el legado de Paul Auster, y Lázaro Izael reseña la antología El corrido también es parte del paisaje, un libro que, seguramente, le pica las costillas a los estereotipos de “lo norteño”. En un intermedio presentamos los dos textos ganadores del XXIII Concurso de Crítica Teatral “Criticón”: Oziel Mercado Torres en la categoría Fanáticos del teatro, y Naomi Ponce León en Especialistas, quienes escribieron sobre las funciones de Gente (de Paulo André y Rafael Bacelar) y Barracuda (de Sergio López Vigueras), respectivamente.

Por último, Carmina Quiroz nos regala un cómic que quizá ya no todas las generaciones entenderán, pero que en su momento fue la manera de conocer a tu crush. En gráfica, acompañan los textos ilustraciones de Sofía Altieri “Caos Ilustrado” y Rubén Jaramillo Calva, mientras que la portada estuvo a cargo de la talentosísima Adhara Miguel.

¿Será que todos somos un típico tal? ¿Podemos escapar de ello?

Aranzazú Blázquez Menes