cliché / No. 251

Teuchitlán, Jalisco a 06 de marzo de 2025

Ángela Almendra Almonaci Buendía


pero el futuro es solo la evocación de un árbol
una materia de polillas
Renata García Rivera
I

Ayer fueron descubiertos tres hornos clandestinos
en el Rancho Izaguirre.

Antes, mucho antes seguro, el Cártel de Jalisco Nueva Generación descubrió
el Rancho Izaguirre.

O descubrió que podía tener algo como un Rancho Izaguirre.

Por la forma en la que son planificadas,
cubiertas, denunciadas y posteriormente olvidadas
las desapariciones forzadas resultan un descubrimiento eterno.


II

¿Apenas hace un mes del último hallazgo similar?
¿O fue hace medio año que encendí la televisión porque estaba aburrida?
¿Cuándo fue la primera vez que escuché en la radio sobre una fosa ilegal?

Hubo un tiempo en el que mis papás me rogaban volver sana y salva
antes de siquiera despedirse de mí,
en el que mis profesoras interrumpieron las clases de historia
porque había algo muy importante que debían explicarnos.

Éste también es un tiempo en el que las despedidas y la historia se cortan de golpe.
No sé en qué momento preciso empezó.
Me olvidé del día exacto.

He querido dejar de escucharlo, de leerlo, de verlo en las pantallas de mi casa
pero nadie deja de repetírmelo:
en este país
     todos los tiempos
              son así.

III

Del primero de enero de 2006 al 31 de diciembre de 2023
se hallaron 5 698 fosas clandestinas a lo largo y ancho
de la república mexicana.
La SEGOB publicó un mapa interactivo con la ubicación de cada una
y a mí me da miedo hacerle zoom
para pasar del país al estado,
del estado al municipio,
del municipio al pueblo.
Me da miedo que estén por todas partes,
que la probabilidad de vivir cerca de una tumba
se haga más grande con cada click que doy a la pantalla.

IV

Teuchitlán está en medio de la nada.
Alrededor del Rancho Izaguirre apenas hay una pirámide pequeña
a la que llaman La Iguana.
Desde que las fotografías y las tomas aéreas se hicieron públicas
me decidí a llenar el páramo
y llevar su densidad poblacional hasta niveles críticos.
Ahora los crematorios del Rancho Izaguirre se encuentran rodeados
por una foto de mis amigas acompañadas de gente que aman;
la llamada de dos horas con el familiar que se fue lejos;
una fila de foráneos con los que estoy atrapada el último día del semestre;
mi padre que me espera afuera del metro cuando ya es muy tarde;
la primera vez que dormí en una cama que no era mía.
Teuchitlán ya no está en medio de la nada,
es abrazado por las veces que volvemos a casa
y por una pirámide pequeña
a la que llaman La Iguana.

 




Ángela Almendra Almonaci Buendía (Texcoco, 2001). Estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas en la FFYL UNAM. Ha colaborado en Punto de partida, Red Universitaria de Mujeres Escritoras, Espejo Humeante y Revista Pluma.