cliché / estudio abierto / No. 251

Deny Ramos, la claridad del proceso

Valeria List


Son claros los procesos que Deny Ramos ha seguido para hacer arte. Una mezcla de influencias de distintas disciplinas que van de la danza butoh a la gráfica; de la gráfica al textil, conforman la obra de esta artista mexicana que ha viajado hasta las antípodas para entender la dirección de su arte y el porqué de sus influencias.

Fue notable que cuando llegué a su casa-taller, Deny arrancó la charla sin la necesidad de que le hiciera preguntas. La artista me contó de manera desglosada el camino que ha seguido para llegar a producir las piezas que actualmente realiza. Reproduzco a continuación la narrativa de Deny Ramos como una crónica o relato porque fue así como ella me lo transmitió a mí:



El primer paso o acercamiento de la artista a su camino creativo fueron las clases de butoh que tomó con Eugenia Vargas, la creadora del laboratorio escénico Danza Teatro Ritual y, de acuerdo con Deny, la propulsora de la danza butoh en México. Vargas tropicalizó el butoh con danzas rituales mexicanas prehispánicas. Deny Ramos pasó cuatro años estudiando esta danza en sus variantes ankoku (la danza de la oscuridad, el butoh original, surgido en Japón después de la segunda guerra mundial) y butoh fu (notación de butoh guiada por un texto o imagen para crear movimientos).

Luego de cuatro años en esta exploración, "me harté". Ramos decidió redirigir su camino hacia las artes visuales. Aprendió técnicas gráficas como linóleo, grabado y serigrafía en escuelas como el Centro de Artes y Oficios de Tlalpan (CAO) o Talleres de Arte Contemporáneo (TACO) donde tuvo su primer acercamiento con el arte contemporáneo y desarrolló un proyecto para ingresar a "La Esmeralda".

En "La Esmeralda", Deny siguió con su especialización en gráfica. Ahí, su interés por los procesos fue claro: "me interesaba hacer, producir; conocer materiales a través de pruebas y errores". La artista se identificó con una profesora con la que encontró búsquedas en común, pero también una inclinación natural hacia el trabajo, la producción, la "clavadez" y el oficio: Carla Rippey. La obra de Rippey, rica en motivos femeninos, inspiró a Deny Ramos a explorar este motivo, lo que la llevó a la figura de la geisha, que la apasionó, y la cual reprodujo en varios proyectos.

En la época en la que la artista estudió la universidad, el feminismo todavía no era el tópico común que está prácticamente asimilado y aceptado en las discusiones y los proyectos que se llevan a cabo hoy en día en los centros de enseñanza. En cuanto al género y las preferencias sexuales en general, "éramos todos muy closeteros, muy heteros". La libertad y el hibridismo que se vive hoy en día en cuanto a estos temas estaban aún en potencia cuando Deny era estudiante.

Con una conciencia más clara acerca del feminismo, años después la artista decidió hacerse de sus propias herramientas y su propio estudio, el cual equipó con un tórculo para no estar a las expensas de espacios de trabajo en los que no se siente cómoda, pues asegura que muchos de los talleres de gráfica son liderados por hombres que, en ocasiones, no toman en serio su trabajo o incluso pueden incomodarla. "Entonces yo me hice de mis cosas para poder trabajar por mi cuenta".

Durante la carrera, la artista realizó una estancia de intercambio en Japón. "Había un montón de lugares locos a los cuales podíamos ir, y un amigo y yo elegimos Japón". Ahí encontró nuevos intereses, pues tomó cursos de creación de personaje, mokuhanga (grabado en madera) y de diseño textil. Los métodos que aprendió en diseño textil eran muy avanzados, pues "el textil es la primera tecnología", y en Japón ha sido desarrollada con precisión por cientos de años de un modo cada vez más perfecto. La artista continúa abrevando de las técnicas que aprendió en Kyoto para desarrollar su trabajo actualmente, e incluso creó una marca de ropa en la cual realiza impresiones: Boro Boro (ahora Miyamisabi).

El viaje a Japón, sin embargo, también la transformó. La artista se mimetizó con el ritmo y el estilo de vida de Kyoto, y empezó a trabajar sin parar y a descuidar su cuerpo. De vuelta en México, creó un proyecto que la ayudó a encauzar lo que su cuerpo experimentaba llamado "Entremedios, intersticios y más allá de la gráfica". En éste, conjuntó por fin lo que había aprendido con la danza butoh, la gráfica y la cultura oriental. El proyecto se convirtió en una maestría, en la que Deny Ramos indagó de qué modo era pertinente juntar todas estas disciplinas que la habían marcado a lo largo de su vida y crear su propio "campo expandido". A esta búsqueda se le sumó un elemento más: la pandemia, que transformó su cuerpo de nuevo. Uno de los ejes rectores de la tesis es precisamente el cuerpo debilitado, un concepto que ha sido abordado en la danza butoh y en Oriente, en donde la medicina se concibe como una balanza de dos fuerzas: la salud y la enfermedad; el frío y el calor.

La artista valora la academia porque le dio estructura (una vez más, noto aquí la conciencia en el proceso). Así, se sustentó en una imagen y una teoría. La imagen, Mujer con bandera, una fotografía de Tina Modotti, fue la inspiración para tomar el motivo de la bandera como un símbolo de fuerza pero también de la participación activa del cuerpo político de las mujeres. A partir de ello, la artista creó banderas abstractas en impresión textil con cianotipia. El cuerpo oriental también le dio a Ramos una base para pensar en las posibilidades del cuerpo, en su historicidad y su evolución, y le permitió descubrir nuevas prácticas corporales (es decir, historiarlas).

Actualmente, Deny Ramos continúa explorando estos campos intermediales desde los afectos y las colectividades, así como desde la tecnología: la artista se cuestiona las implicaciones éticas de su trabajo con inteligencia artificial, así como del hecho de que los motivos que utiliza en su trabajo muchas veces provengan de la tradición oriental. Con respecto a lo primero, la artista sólo utiliza esta herramienta cuando es estrictamente necesario, y en cuanto a lo segundo, la obra de Ramos procura "enaltecer" la cultura japonesa y sus fuentes, además de transformarla para crear algo nuevo y llevarla hacia otro lugar con sus propios referentes.



Cuando Deny terminó de contarme su trayecto de vida y artístico, me llevó a su estudio para enseñarme algunas piezas. Varias de ellas aún estaban embaladas como remanentes de la exposición individual El camuflaje detrás de la belleza es la obscuridad (título que se desprende de una obra con esta leyenda), que tuvo lugar en la Galería Cromática en octubre y noviembre de 2024. Muchas de las obras eran impresiones en tela de imágenes realizadas con ia cortadas con láser. Había también madejas teñidas con tintes naturales; una de éstas, montada sobre un lienzo con el rostro de una mujer japonesa, fue utilizada en la invitación. El rostro de la geisha es atractivo a la vez que la maraña de estambre, desconcertante.

En la obra de Deny Ramos, la atracción y el desconcierto conviven frecuentemente. El hecho de que los motivos provengan de culturas orientales le da a su obra un halo no de exotismo, sino de lejanía, de algo que no hemos terminado de asimilar y que sin embargo hemos visto. Los grabados ukiyo-e, por ejemplo, que en cierta medida están presentes en nuestro imaginario actual, aún así pertenecen a una cultura que no tenemos por completo asimilada. Sus trabajos en cianotipia también comunican una cierta lejanía, pues las impresiones de rostros que la artista realiza parecen estar tras de una pátina o filtro azul. Hay además un diálogo con la belleza: las flores, las geishas, los cortes perfectamente hechos por el láser, le permiten a la artista crear piezas que podemos identificar como algo bello y que sin embargo está siempre subvertido. Las flores, por ejemplo, interrumpidas por un corte, por una trama.

Deny me mostró algunos libros que han influido en su trabajo. A saber:

Lecturas del cuerpo en Japón. Christine Greiner
Autorretrato. Celia Paul
Mentes paralelas. Laura Tripaldi
El éxtasis del ser. Mitología y danza. Joseph Campbell
La mujer rota. Simone de Beauvoir
Cómo disfrutar el amor. Coral Herrera
La promesa de la felicidad. Sara Ahmed

Mientras la artista me mostraba un cuadro tras otro, prendas de ropa, fanzines y más, yo pensaba en lo disímiles que son nuestras lecturas y nuestros procesos de trabajo. Yo, que empecé a dibujar hace tres años, me preocupo por la técnica y, últimamente, por la composición. Deny, en cambio, pone el ojo en el proceso y el concepto, mucho más cercana a eso que llaman "arte contemporáneo". Tenemos la misma edad y nuestros caminos han sido muy distintos, aún teniendo intereses en común (en un punto de la conversación, por ejemplo, nos dimos cuenta de que las dos tenemos obras expuestas en el XV Salón Contemporáneo de La Trampa Gráfica). Nuestras formas de entender y realizar el arte son diferentes. La artista tiene claro el camino de vida que ha recorrido para realizar las piezas que ahora conforman su obra, y al verla tras la narrativa que la creadora me ha transmitido lo puedo ver: la danza butoh, la gráfica, el viaje a Japón, el arte textil, todo está ahí, creando, en efecto, ese crisol o campo expandido. Aún así, creo que hay cosas que son inexpresables, o están en otro campo del lenguaje cuando veo las impresiones de Deny: un encuentro de fuerzas; una fluidez en algunas de ellas y en cambio, una interrupción abrupta en otras; una búsqueda propia del uso del color; una delicadeza sutil. Esta delicadeza (que relaciono con la belleza que mencioné antes) es un aspecto innegable de la obra de Deny Ramos, que quizá los discursos no pueden expresar pero que bajo la fuerza, el proceso y el cuerpo cansado, es una cualidad nata de la artista.






Valeria List Puebla, 1990). Escribe poesía y dibuja. Su primer libro, La vida abierta, ganó el Premio de Poesía Joven de la UNAM. Publicó Calgary (2021) y Dos veces esto (2024). Ha sido becaria del FONCA Jóvenes Creadores, de la T.S. Eliot Summer School y del programa Ellipsis del British Council. Estudia el doctorado en Literatura Latinoamericana en la UNAM.