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Barracuda, o de cómo convertirse en hombre
Categoría B: Especialistas

Naomi Ponce León



Barracuda
Dramaturgia y dirección: Sergio López Vigueras
Temporada: mayo-junio 2024
Teatro Santa Catarina


Con música de hip hop y rock mexicano de los noventa, tres adolescentes se enfrentan a las expectativas propias y ajenas que conlleva crecer en una sociedad machista. En esta etapa decisiva para sus vidas, la pluma de Sergio López Vigueras expone la tensión en las relaciones familiares y de amistad, las influencias culturales y las normas sociales que intervien en la conformación de la identidade de Omar, Luisa y Fabricio. Barracuda, una creación de Los Bocanegra y producción de Teatro UNAM, es la presentación materializada de un estado vulnerable, en el cual el humano está inmerso en un conflicto caótico, múltiple y heterogéneo que está lleno de incertidumbres, estereotipos y falsas certezas.

El Teatro Santa Catarina se convierte en una media cancha de baloncesto, con un aro, dos bancas y una grada, desde la que el espectador se puede sumergir en el juego de la ficción en un espacio diseñado por Fernanda García. Al ritmo del balón y los elementos de utilería y vestuario (teléfonos fijos, un discman, una gargantilla, sudaderas, bermudas largas, pantalones cargo y una playera de Michael Jordan), la década de los noventa resurge para "contar una historia que se cuenta una y otra vez". El trabajo actoral y la dirección a cargo de Ricardo Rodríguez procuran una serie de operaciones de transformación entre los objetos y los sujetos. Los actores, como lo dice Barba, actúan "con lo otro que está en escena", lo cual les asigna a los objetos un valor dinámico en sintonía con la ficción. Así, se logra emular una habitación, una tienda de abarrotes y una cancha de básquetbol con pocos elementos utilizando de la misma forma tanto la escenografía como la arquitectura del recinto, incluso interviniendo las paredes del teatro y sus recovecos naturales.

Barracuda se presenta como artificio teatral, pues el elenco se introduce a sí mismo como actores y personajes: "Soy Diana Sedano y soy Luisa", "Soy Fernando Rebeil y soy Omar", "Soy Raúl Villegas y soy Fabricio". En un ejercicio metateatral se exalta el efecto de distanciamiento al mostrar los andamios de la escritura dramática. Súbitamente en la obra, hay explicaciones de los artilugios teatrales utilizados en la ficción (elipsis, punto de quiebre), así como comentarios de los actores que marcan esta distancia al hablar desde el yo actoral y el yo personaje. De esta forma, la obra acepta su condición de reproductibilidad parcial, ya que cada noche se repite en el mismo espacio y con los actores de siempre, sin embargo, las funciones nunca son iguales, todas tienen algo único y diferente: el público.

Contada desde la memoria colectiva sobre la adolescencia y la mirada personal de Omar, Barracuda presenta al machismo como un falso ideal de masculinidad. Ese ideal de hombre superior rechaza todo lo que parezca "femenino" (lo sentimental, lo emocional, la cursilería, la empatía, la dependencia) creando una ilusoria división entre los géneros. Esta "máscara machista" se encarna en los rostros de los adolescentes y es seductora, pues les permite deslindarse de la autocrítica y callar su voz interior en pro del reconocimiento de otros hombres. Es una máscara hecha de violencia, pintada con ira y toques de negación a las conexiones emocionales, es un rechazo al pasado y un afán por lo presente.

En Barracuda el machismo comienza en la cancha, en la familia y en las calles, además se manifiesta en diferentes niveles, desde el juego hasta la agresión; en lo verbal, en la utilización de simples frases como "pensé que mi amigo ya era un hombre", hasta en la demostración de las habilidades para el básquetbol. En mayor o menor grado, todos los habitantes de este entorno son machistas, pues en la sociedad mexicana son aceptadas, normalizadas y difundidas las ideas de dominación y de competencia. Por ello, en su primer acercamiento a la conformación de su identidad, los adolescentes buscan ser el mejor, el primero y el más fuerte, incluso si eso implica imponerse violentamente. No obstante, como se observa en Barracuda, "lo que comienza siendo un juego deja de serlo" y se vuelve una dinámica autodestructiva. Para salir de ella, es necesario aceptar la propia vulnerabilidad como fortaleza y deshacerse de las expectativas machistas que supone una falsa dicotomía de géneros. Es decir, aceptar que una nueva masculinidad en sintonía con la "femineidad" es posible. En esta historia, Omar puede continuar con ese ideal de masculinidad machista representada por Fabricio, o bien elegir otro camino alejado de la violencia, en el que la amistad, la empatía, la confianza y el cuidado sean los ejes principales para la convivencia entre hombres y mujeres.

Barracuda es una obra que vibra con las experiencias personales de cada espectador, es una caja de guiños y recuerdos noventeros que resuena en la actualidad, y que recuerda que es fácil perder la voz propia en medio del ruido de las expectativas de un mundo social construido alrededor de ideas machistas.






Naomi Ponce León (Ciudad de México, 1997). Pianista por el Conservatorio Nacional de Música y licenciada en Literatura Dramática y Teatro por la UNAM. Es actriz, asistente de dirección de teatro y ópera, compositora, diseñadora sonora y docente. Miembro de la compañía Teatro de Ciertos Habitantes y premio a mejor música original en el 11º Rally de Teatro Independiente..