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Hola collage: Siete años rearmando el mundo. Entrevista con Selene Ramírez

 

Hace poco más de siete años, la ilustradora Selene Ramírez quiso reconectar su trabajo con el papel luego de darse cuenta de que casi toda su obra la realizaba de forma digital. Así comenzó a experimentar por primera vez con el collage físico, lo que dio pie a una nueva pasión creativa y a Hola collage, un proyecto anual para celebrar esta técnica artística en la que se toman pedazos de papeles, imágenes y casi cualquier cosa, para juntarlos y crear una obra, un nuevo significado o una nueva interpretación de nuestro paisaje interior. Este mes de mayo se llevará a cabo la séptima edición de Hola collage en el Palacio de Minería, la Biblioteca José Vasconcelos y la Librería El Tambor, con un programa que incluye talleres, conversatorios y mesas de collage.

Solías trabajar en formato digital y, años después, retomaste el formato físico. ¿Qué te llevó a rencontrarte con el papel?

Mi formación fue análoga. Cuando estudié Diseño todavía no existían todos los programas de hoy. Teníamos algunas materias y cursos que eran análogos. Por ejemplo, cuando tuve taller de cartel me tocó cortar las letras a mano, en papel de algodón. Estoy acostumbrada totalmente a eso. Ya cuando entré al mundo laboral ahí sí todo era digital. Mi primer trabajo fue en un periódico, y ahí no tienes tiempo de esperar a que las cosas se sequen, tienen que estar en un día o incluso en horas. Fue así que entré a este trend del trabajo digital; eventualmente, como a los diez años, empecé a sentir esta necesidad. No sé, tal vez había una nostalgia por el papel y por trabajar directamente con las manos.

Pareciera que trabajar collage provoca comenzar a guardar objetos. La obra permite resignificar esos objetos coleccionados...

Pienso que es una acción muy humana. Es la necesidad de darnos una pertenencia. Creo que es algo que sucede desde los tiempos de las cavernas; desde entonces se guardaban y significaban objetos. Guardamos las cosas que nos estimulan o a las que les tenemos cariño. Se me hace muy naive, pero, por ejemplo, cuando eres adolescente guardas la cartita del novio o algo que te dio una amiga; le damos mucho significado a esas cosas. Yo vivo en el centro y allí hay muchas personas sin hogar. Se me hace interesante que esas personas, a pesar de vivir en la calle, llegan a tener una cosa que atesoran muchísimo y la traen todo el tiempo.

En tu vida diaria, ¿buscas objetos para poder usarlos luego en tus collages?

Todo el tiempo. Es un estilo de vida porque vas por la calle y te encuentras una plumita, o vas a comprar algo en la tienda. Puede ser una mercería o papelería, pero también puede ser una tlapalería o cafetería. Yo agarro hasta el papelito de la envoltura. Todo el tiempo estás viendo las cosas que te pueden servir. Aparte, sucede algo muy chistoso: la gente, en el momento en que ubica que eres una persona que trabaja con ciertas cosas, te hace regalos muy extraños. La gente empieza a ver esa posibilidad en ti y te regala cosas que se encuentran o que heredan. Entonces sí hay un cambio en la visión, hay una búsqueda constante.

¿Qué diferencia al collage de otras formas artísticas? ¿Por qué optaste por él en vez de la pintura, por ejemplo?

Me formé como diseñadora y soy ilustradora. Generalmente los ilustradores eligen un estilo o dos y se hacen muy presentes a través de él. A mí me costó mucho trabajo elegir un estilo. Creo que ahí hay algo de divergencia en mi cabeza que hace que me cueste mucho trabajo escoger. Entonces a mí el collage me permite tener mucho margen para elegir; las opciones siempre están abiertas y es lo que encuentro en él, que no tiene reglas. Eso me gusta mucho de la técnica, la libertad de que siempre tienes chance de hacer lo que quieras, no hay reglas. Me parece fascinante.

¿Has encontrado que el collage te ayude a resignificar o aproximarte a los objetos de una forma distinta al arte digital?

Sí, totalmente. A veces el collage tiene sus limitantes. Por ejemplo, cuando estás haciendo algo digital lo puedes girar, colorizar, crecer, reducir. Lo digital hace que tu cabeza funcione diferente, te fuerza a que tengas un proceso distinto. En el caso del collage, te pide una atención especial. Por ejemplo, si recortas algo en digital, siempre hay vuelta atrás, pero cuando estás trabajando con un objeto tienes que ser muy cuidadoso en lo que vas a hacer. Hay materiales que son muy antiguos y si los cortas mal se pueden trozar y ya no lo podrás reparar. A veces en los talleres les digo que hagan primero la composición, y cuando ya estén seguros, tomen una foto y después peguen. Porque a veces pasan accidentes y eso ya quedó ahí pegado. El collage pide un respeto al material.

¿Qué piensas respecto al collage como una forma de arte que puede ser terapéutica?

La defiendo mucho. Mi idea es que todo el mundo se acerque. La idea de Hola collage siempre ha sido reunir a la comunidad que hace collage y que se acerquen quienes quieren aprender más sobre esto. Defiendo las dos partes: hay gente que puede hacerlo de un modo más profesional, tanto en ilustración como en arte, y me parece muy importante reconocérselos, porque también es una técnica poco reconocida dentro de lo artístico. Pero también me parece importante que no olvidemos que hay gente que no se dedica a esto y que, sin embargo, la ha sacado de situaciones muy duras en la vida. Hay momentos en los que están en una crisis y hacerlo les ha ayudado. Uno de los objetivos al organizar el evento es que no se nos olvide que somos una comunidad en la que coexisten estos dos puntos, la importancia que tiene y lo amplio que es tanto en la expresividad como en la libertad; es un arte que muy abierto... Quien quiera hacerlo, que lo haga. Con que tú recortes y pegues, ya es collage.

¿Cómo comenzó la idea de organizar Hola collage?

Todo inició cuando vi una publicación de la revista Kolaj Magazine en la que invitaban a organizar algo en tu ciudad para festejar el día de collage, que se celebra cada segundo sábado de mayo. Se me ocurrió hacer una reunión y llegaron aproximadamente diez personas. Para mí fue muy lindo encontrar a otras personas que también hicieran collage. En 2019, con el mismo formato de reunión llegaron unas 20 personas. Iba creciendo. Por eso, al año siguiente, hablé con Palacio de Minería para pedirles un espacio más grande. Pero, aunque me lo dieron y ya habíamos comenzado con la planeación, llegó la pandemia y tuvimos que cancelar el formato presencial. Lo único que pudimos hacer fue un video-tutorial.

Para el 2021 queríamos volverlo a hacer en Palacio de Minería, pero todavía no estaba todo listo, así que, para no perder la continuidad, organicé un intercambio de material (con la Kolaj Magazine a nivel mundial) y una clase en línea. Tuvo mucha participación porque la gente estaba buscando este tipo de actividades. Durante la pandemia creció mucho la comunidad del collage, porque a todos nos sobraba tiempo, no sabíamos qué hacer y es muy accesible. Además es una técnica que no te intimida tanto, en la que le pierdes más fácil el miedo a la hoja en blanco, y que te ayuda a sacar lo que traes atorado. Es muy terapéutico. Y el intercambio de material también fue muy bonito porque, luego de estar tanto tiempo sin salir y sin tener contacto físico, te llegaba algo a tu casa y te emocionabas. 

Al año siguiente ya pudimos hacer el evento presencial en Palacio de Minería y llegó muchísima gente, más de 100 personas. El programa fue un taller, una plática y mesas para hacer collage. Estábamos muy contentos de conocernos en persona los que habíamos participado anteriormente en las ediciones en línea. Para el 2023 también tuvimos mucha afluencia, y lo nuevo fue que sumamos a nuestro programa un taller para infancias.

Respecto a la edición de este año, se dice que será un punto central remarcar la importancia del objeto y su búsqueda para la realización del collage, una especie de ritual. ¿Podrías platicarnos un poco más al respecto y por qué es significativa la exploración de materiales?

Este año quisimos hacer algo un poco más en forma. Aunque ya había un concepto, poder armar el programa nos dio chance de que hubiera variantes. Tuvimos la idea de poner un tema en específico, y para mí era importante hablar otra vez de esta materialidad, afirmarla en la búsqueda del objeto como parte del proceso. A veces les digo que es como una caza del objeto. Yo digo que el 50% del collage es encontrar las cosas y tenerlas. El otro 50% es recortar, seleccionar y armarlo. Como la mitad es la búsqueda, me parecía muy importante que habláramos de eso.

¿Cómo vives personalmente esta cacería de objetos?

Creo que es algo muy intuitivo. Que para todos es así o al menos para todas las personas que hacen collage es así. Empiezas a juntar cositas por todos lados y ahí las tienes, son parte de tu vida. Muchas de las personas que lo hacemos tenemos un montón de papeles y objetos en nuestras casas. Estamos en la línea entre el acumulamiento y el coleccionismo. Yo ya tenía estos procesos entendidos para mí misma, esta relación entre que me gustaba ir juntando cosas, objetos, recortes y demás, pero cuando empecé a conectar con la comunidad del collage me di cuenta que esta particularidad no era sólo mía. Entonces creo que es un punto muy importante para la comunidad, incluso una parte identitaria.

¿Qué novedades sucederán este año? En su programa mencionan que habrá un intercambio artístico con Colombia.

Este año el proyecto es mucho más grande, de más de un día y con más de una sede. Habrá talleres, un conversatorio y mesas de collage. Queremos que esta edición sea más física, por eso en todas nuestras actividades vamos a hablar sobre los objetos y sobre la búsqueda que se hace. “¿Por qué guardamos lo que guardamos?” será una pregunta que trataremos de responder, en conjunto, con todo el público que nos acompañe. En esta edición también hay un intercambio con Colombia que sucedió porque trabajo con un equipo de gestores culturales que tienden redes para conectarnos y seguir creciendo proyectos. Uno de ellos, en este país, quería hacer algo con nosotros, pero no sabía qué. Lo que se nos ocurrió fue un intercambio de materiales para hacer collage, una reapropiación de los objetos que hacemos a través de esta técnica. Invitamos a 17 collagistas de México y cada uno recibirá un paquete con material escogido por otro collagista de Colombia. Con los materiales que lleguen nos juntaremos a rearmar el mundo a través del collage.