Concurso 55 | Huellas / No. 247

El agua era mi refugio
Ensayo: Primer premio


I

Según la página cepal.org, existen siete orientaciones dirigidas a prevenir la violencia:
  1. Aumentar las relaciones sanas, estables y estimulantes entre los niños y sus padres o cuidadores.
  2. Desarrollar habilidades para la vida en los niños y los adolescentes.
  3. Reducir la disponibilidad y el consumo nocivo de alcohol.
  4. Restringir el acceso a las armas de fuego, las armas blancas y los plaguicidas.
  5. Fomentar la igualdad en materia de género para prevenir la violencia contra las mujeres.
  6. Cambiar las normas sociales y culturales que propician la violencia.
  7. Establecer programas de identificación, atención y apoyo a las víctimas.
Enumerar tiende a simplificar y ordenar: nos da un camino a seguir para un fin específico. Lamentablemente, aun cuando sigamos estos pasos al pie de la letra, aun cuando todos nos involucremos en el asunto, ningún hombre o estadística nos puede dar una fecha para la disminución de la violencia, ni siquiera a largo plazo. Y si alguien se atreve, vestido de saco y corbata ancha, a decir que la violencia disminuirá gracias a medidas implementadas o a estudios hechos por profesionales, seguramente, en lugar de echarlo a patadas por vivir lejos de nuestra realidad, nosotras le creeremos porque es mucho más sencillo confiar en ellos que en nosotras. Les creeremos, por ejemplo, que dejarán de acosarnos, que por fin admitirán que es un problema más grave y más común de lo que se anuncia. Incluso ahora, al escribir acosarnos en este procesador de textos, no deja de marcarlo sobre una pequeña ola azul: quizá lo que quisiste decir es acostarnos.

La palabra acoso, desde su etimología, señala una persecución sin tregua, una carrera: cursus. Hallamos, además, el sufijo -oso, abundancia. Una carrera en abundancia, sin descanso: huir porque alguien está detrás de ti y si te detienes va a alcanzarte. No hay día que pare. Una palabra que es carrera contra sí misma: que avanza y avanza para lograr erigirse y ser reconocida en plenitud, para que resuene con la misma intensidad en cada oído.

Punto número 5: […] para prevenir la violencia contra las mujeres. ¿Cómo? ¿De qué manera? Un grupo de palabras sin tono, sin vida, que no alcanzan a abarcar lo que sucede aquí, ahora. No se menciona el acoso, no existe: esa palabra no llega a la otra orilla y se ahoga en las turbias aguas del discurso.

II

Me sentaba todas las mañanas a la orilla de la alberca para acomodarme los goggles justo antes de sumergirme; además, había comprado un nuevo traje de baño que me ajustaba mucho mejor, y había tenido el cuidado de combinar todo lo que usaba: por ejemplo, toques amarillos en cada parte del atuendo; eso me hacía ir con ánimos, me gustaba verme en el espejo antes de iniciar. Mi sitio, mi ritual: mi tiempo y espacio.

Ese día, su primer día, sentí una mirada recorrerme el cuerpo. “Buenos días”, arrojó al aire”. Ésa fue la primera vez que lo vi. Sus ojos me hicieron sentir incómoda en mi nuevo equipo; sentí, de pronto, que revelaba de más, que no debía usarlo: que era mi culpa que me hubiera visto así. El lenguaje aislado, frío, descontextualizado, puede no dar las suficientes claves para lo que noté ese día. Nada hay de agresivo o incorrecto en las palabras que usó, pero fue su tono también, el contexto. El procesador de textos no registra error alguno, no hay señalamientos de lo que tal vez quise decir. Un “buenos días” no puede ser algo malo, asegura, no es más que eso.

He visto en comentarios de Facebook a muchos hombres defendiendo esta supuesta caballerosidad: “ya no se les puede ni saludar”. Pero después de tantos años se aprende a identificar cuándo un saludo es bien intencionado: es imposible ignorar las circunstancias y el tono. Una vez dentro de la alberca, el hombre se acercó para preguntarme mi nombre. Me llegó su mal aliento, sus palabras descompuestas. Un carril de natación mide aproximadamente 2.5 metros. Dado que estaba en traje de baño, me sentía completamente vulnerable: mi cuerpo cercado por su presencia, sin lugar a dónde huir y, aparentemente, sin razón para hacerlo. Punto número 4: su cuerpo como arma de fuego, como arma punzocortante, su aliento como plaguicida, su tono como plaguicida. “Buenos días”. Había varias señoras a nuestro alrededor, así que el espacio resultaba aún más reducido. Yo era la más joven. ¿Por qué me acosaba a mí? Esa carrera sin tregua, sin descanso, que no tiene un inicio ni un final aparentes.

Es difícil fijar una fecha para el inicio de la violencia, lo cierto es que solamente se crean nuevos medios para que ésta continúe y quizá, en alguna medida, aumente. Por lo menos, contamos con las palabras adecuadas para nombrarlo: persecución sin tregua. Nombrar es señalar, iluminar las zonas antes ignotas. Nombramos, enumeramos, simplificamos, pero la violencia, el acoso, el miedo, no entienden de clasificaciones ni taxonomías: existen e inciden sobre nuestras vidas. Siete puntos que no contemplan, de manera explícita, el acoso: siete puntos como meta, no explican el trayecto ni cómo habremos de lograrlo. Después de una travesía, asegura Jhumpa Lahiri en su libro En otras palabras, la orilla conocida se convierte en el margen opuesto: aquí se convierte en allí. Pero seguimos aquí, no hay todavía un allí. Nos falta nombrar para señalar. “Buenos días”.


Los comentarios pueden pasar de molestos a insultantes en un abri hasta convertirse en amenazas de muerte, por mensaje o por llamada. Ha pasado. Se trata de ese lenguaje lateral y subversivo del que habla Jaime Sabines en su poema "Espero curarme de ti", pero a contrario sensu: no para decir que se ama, sino todo lo contrario. Tú sabes lo que quiero decir cuando te digo “buenos díde redes sociales frena esos acontecimientos, o eso parece: las amenazas pueden volverse reales, salir del mundo virtual, aquí en donde el resto de la violencia espera. A pesar de estar tan acostumbrados a dicho acoso, buscamos constantemente refugio, sitios libres como claros en la ciudad.

Yo elegí la alberca pública del deportivo Siervo de la Nación, y el horario de siete a ocho de la mañana, casi siempre habitado por señoras de la tercera edad. Llevaba varios meses ahí, las clases en mi universidad aún no se iniciaban de manera presencial, pero los centros deportivos ya estaban abiertos, lo que me dejaba aprovechar mejor el día. Era mi refugio. Al iniciar la temporada de calor las albercas se llenan; en esa ola de personas entró a las clases un hombre de aproximadamente 60 años, cabello gris, piel maltratada. A simple vista, tenía un aire paternal. Y ahora, “buenos días”, la distancia entre él y yo se había acortado, mucho, demasiado: una carrera de la que es imposible claudicar y el día menos pensado te alcanzan. Punto número 6: cambiar las normas sociales y culturales que propician la violencia.

Constantemente tenemos que justificarnos porque la belleza y el acoso parecen estar estrechamente ligados. Si no eres hermosa para los ojos de quien te escucha, puede que tu historia no sea real porque “quién iba a violar a ésta”. Se caricaturiza a las mujeres para demostrar un punto: la única mujer proclive al acoso es la bella; a las chicas con cabello verde y rapado, con sobrepeso, verrugas y todo tipo de “defectos” ¿quién querría acosarlas? Su denuncia es producto del delirio, de la envidia: nos ponen a competir entre nosotras mismas. Las estadísticas de La Jornadacoso callejero; según El País en 2020 fue sólo el 27%. Las estadísticas nunca pasan del 78%. Sin embargo, al día de hoy, no he conocido a ninguna mujer que no haya sufrido acoso en algún momento. "Buenos días". No las palabras: el tono. No los números: la vida real allá afuera.

A partir de ese día, aquel hombre siguió acercándose a mí constantemente en las clases, me rozaba con los brazos, las piernas, todo de manera "inocente". Sin embargo, llegó el punto en el que no pude contener más una mirada de asco. Ir a hablar con los encargados y exponer una situación como ésta sólo me acarrearía señalamientos porque el hombre "no estaba haciendo nada", "es una alberca pública y son muchas personas en el carril", así que no dije nada. "A ti, ¿quién te acosaría?". La monopolización de la violencia, del acoso: los últimos lugares en esta carrera no merecen siquiera la mención. Si no has muerto, si no te han violado, ¿de qué te quejas?

Punto número 1: aumentar las relaciones sanas, estables y estimulantes entre los niños y sus padres o cuidadores. Todos somos compañeros en esta alberca, no te ha dicho nada más que “buenos días”. ¿Te ha tocado? ¿Te ha insultado? Porque entonces sí podríamos hacer algo. Punto número 7: establecer programas de identificación, atención y apoyo a las víctimas. A las víctimas, no a las potenciales víctimas, no por un “buenos días”.

Él continuó con lo mismo. En una ocasión, mi mirada de asco y mi “falta de educación” lo molestaron. Mientras nadaba mi vuelta de crol, decidió tomarme el pie en el área profunda de la alberca y empujarme al fondo para pasar por encima de mí. No podía creer lo que estaba pasando. Tragué mucha agua por la sorpresa, me quedé atascada en el fondo mientras su cuerpo pateaba en la superficie. Además de eso, recibí un par de patadas de su parte, “las correspondientes al estilo de nado”. Tardé en recuperarme para salir a la superficie y acercarme a la orilla: ya no estaba allí, sino aquí. Las señoras no se percataron de lo que había sucedido, algunas nadaban sólo hasta media alberca o iban más lento. Al llegar a la orilla, después de la travesía, él me miraba fijamente, sin disculpas, sin pena. Incluso sonrió. De haberlo decidido, de haberlo querido así, pudo sostenerme bajo el agua más tiempo, ahí a la mitad de la alberca, donde no hay un allí ni un aquí: travesía detenida a la mitad de la nada, suspendida.

Siete pasos. Siete puntos dirigidos a prevenir la violencia. Siete pecados capitales. Siete días de la semana. Tuve que cambiarme de horario, algo me dijo que se podía poner peor. Pude imaginar el escenario, mi cuerpo extraviado en ese cuerpo de agua, mi cuerpo, como la palabra acosar, subrayado por una ondulante línea azul. Quizá quisiste decir acostar. A ti, ¿quién querría acosarte? Sólo te está diciendo “buenos días”. La carrera sin descanso, la carrera que no termina y en la que no quieres que nadie te alcance. Del miércoles, mi día habitual, me cambié al jueves, jueves de mi cuerpo y de mi sangre. Mía.