Caos / No. 222
Empedrado
Una tirada de dados jamás abolirá el azar
Stéphane Mallarmé
Stéphane Mallarmé
Vierte fuego en su sangre la furia inyectada:
El machito del barrio, o el justo o el mártir,
lo mismo da: el sudor le reverbera, le sangra el coraje,
y deshace con la mirada igual a mochos y pecadores,
que le ven como erguida estatua despeñándose,
brutal y digna.
Le impulsa el mote inmerecido y recorre las colinas de asfalto,
familiares, guindas de riñas y recuerdos enmohecidos y punzantes.
No le vale el chillido alarmista de la urraca,
anidada en años de negra espera, colgada como está de la memoria
y sus tristes risas de verdor lorquiano.
Todo pasa de subida,
aunque le vieran removido desde lo alto de la rabia y la embriaguez;
al doblar su esquina ya ha sido cien veces su propio reflejo:
Lo que le aguarda ya es lo remendado en su correría de toro cañaveral,
que se goza en lo pateado y el postrer rebuzne.
El machito del barrio, o el justo o el mártir,
lo mismo da: el sudor le reverbera, le sangra el coraje,
y deshace con la mirada igual a mochos y pecadores,
que le ven como erguida estatua despeñándose,
brutal y digna.
Le impulsa el mote inmerecido y recorre las colinas de asfalto,
familiares, guindas de riñas y recuerdos enmohecidos y punzantes.
No le vale el chillido alarmista de la urraca,
anidada en años de negra espera, colgada como está de la memoria
y sus tristes risas de verdor lorquiano.
Todo pasa de subida,
aunque le vieran removido desde lo alto de la rabia y la embriaguez;
al doblar su esquina ya ha sido cien veces su propio reflejo:
Lo que le aguarda ya es lo remendado en su correría de toro cañaveral,
que se goza en lo pateado y el postrer rebuzne.