Editorial / No. 224
Nada de este año fue lo que esperábamos. Este súbito giro, que trastocó todas las caras de nuestros días, nos empuja a soñar con mejores futuros, urgentes. El tiempo ha confirmado que el universo onírico y el literario comparten ese extraño don de la premonición; en ambos es posible figurar todo, o casi todo: lo más luminoso y lo más oscuro de nuestra humanidad. En un espacio habitado por la contradicción —irreal en su borroso aparecer, tan propio e individual como ajeno por su extrañeza— converge un sinnúmero de dimensiones, proyecciones de deseos y temores que la conciencia nos oculta, acaso en un discreto intento para protegernos de nosotros mismos. Este número, vertebrado por el tema SUEÑO, es una muestra de ello. Sus páginas nos sumergen en sueños con voces sofocantes, revelaciones trágicas, pesadillas que acechan e ilusiones; en ellas se atisban algunas notas alegres y esperanzadoras, pero también se revela que seguimos en el tono de las que Baruch Spinoza llamó “pasiones tristes”.
Dan inicio a esta edición seis poemas breves de Jerome Silva que llevan por título “Desde una habitación en el castillo de los 280 caracteres”. “Sueño a un lado de la carretera”, de Mauricio Mejía Romero, es una historia terrorífica en la que una habitación se apodera de su huésped. Montserrat Rodríguez se mantiene en el tono oscuro que recorre este número al retratar la angustiosa búsqueda de lo ausente en “El sonido de la noche”, fragmento de su novela inédita Esta ciudad lleva su nombre, mención honorífica en el Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras 2019. “Sardinas” de David Anuar y “¿Con qué sueñan los muertos?” de Ramón Alberto Rangel Flores son dos poemas con ecos entre sí, dos caminos distintos entre el sueño y los senderos de la muerte. “William before Shakespeare”, de Guly Miller, es una breve obra dramática que pone en escena a la ambición, “la sombra de un sueño” que, en esta historia, fue augurio y condena.
Continúan el dossier los “Sueños y profecías” de José Leonardo Solano Marcial, una serie de instantáneas enigmáticas y desconcertantes. En “Retrato de una voz”, Maximiliano Sauza Durán baraja los susurros del sueño y de la memoria con la búsqueda y la invención para trazar las piezas perdidas de una vida hecha de otras vidas. Sigue el poema “Yo, Lemuria”, de Mónica Vázquez Sámano, que alude a lo que sólo en sueños pudo haber existido. Joaquín De la Torre le da un contraste al tono predominante de este número con su minificción “Sospechas”, en la que el despertar de la vida se acompasa con el alba. La antepenúltima colaboración del dossier es “Noctámbulo”, cuento en el que Gustavo Ramírez narra la pesadilla en que se convirtió el viaje del protagonista tras una revelación inesperada.". Myrna Caballero cierra esta parte con “Revelación”, texto en el que, por fin, los sueños felices se hacen realidad.
El Carrusel inicia con “Glosolalia” de Franco García, quien también es autor del aforismo de A Contraluz, postal ilustrada por Sofía Lupercio Macias. Le sigue un Heredades pertinente para los tiempos que vivimos: Zoe Castell recuerda a Toni Morrison y el valor de su obra en “No hay finales felices”. Para este Entre Voces conversamos con algunas integrantes de Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia, una colectiva que trabaja para concretar sus sueños: independizarse económicamente de sus agresores y sanar las heridas que éstos han dejado en sus vidas. En Bajo Cubierta, Luisa Valenzuela reseña los Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos, editados por Patricia Rosas Lopátegui. Por su parte, Daniel Ochoa nos habla sobre Mandíbula, la tercera novela de Mónica Ojeda.
Las páginas de Tinta Suelta alojan el cómic “Rupestre”, de Santiago Moyao, y la parte gráfica corre a cuenta de Brenda Soto, Abigail Li’k, Ivan Fdez, Xochipilli Tovar, Ely Granados, Natanahel Lozada “Sr. Ajolote” y Shakti González.
A guisa de recordatorio, Spinoza decía en su Ética que sólo transformando las pasiones tristes en alegres potenciamos nuestra capacidad de hacer, de mantenernos en la vida. Dejamos esta edición en sus manos y una interrogante: ¿sus sueños, queridas y queridos lectores, también producen monstruos?
Aranzazú Blázquez Menes