Sueño / No. 224
William before Shakespeare
BANQUO: [...] Pero mira que a veces el demonio nos
engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes. [...]
MACBETH: [...] el sueño que teje la enredada manga de las penas; el sueño, alivio
de la dura fatiga; bálsamo de las mentes heridas, segundo plato
de la Naturaleza, primer alimento del festín de la vida.
William Shakespeare, Macbeth
engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes. [...]
MACBETH: [...] el sueño que teje la enredada manga de las penas; el sueño, alivio
de la dura fatiga; bálsamo de las mentes heridas, segundo plato
de la Naturaleza, primer alimento del festín de la vida.
William Shakespeare, Macbeth
I.
Año 85. Cuarto, primeras luces del amanecer.
ÉL: Tengo los pies mojados y llenos de lodo, la niebla espesa no me deja ver más allá que un brazo de distancia. Sé, por la luz gris, que está por amanecer, pero… Siento frío, tengo rígido el cuerpo. Quiero correr… Mis piernas no se mueven. Estoy atrapado… Entonces, unos ojos. Alguien me mira, ¿dónde?… Estoy solo… Mis pies. Sí, están atascados en el lodo y no puedo moverme nada. Nada… Entonces, a lo lejos, una sombra… Se mueve, viene hacia mí… Me golpeo las piernas, tiemblo, tengo la garganta hecha nudo. Grito. ¿Se le puede llamar voz al silencio que sale por mi boca?… Tres sombras. En sincronía, hacia mí… ¡No, no! ¡Espera! Déjame seguir… Más cerca. Más cerca. Más cerca. Más cerca de mi voz muda, de mi cuerpo inmóvil, de mi horror. Tres… sombras… Eso son. De cerca sus rostros no son más que estudios, ¿me entiendes? Sus rostros son como esos bocetos de artistas que no se concretan, que no llegan a nada, y que son temblorosos, sucios, imprecisos. Así ellas. Parpadean y cambian sus ojos, sus bocas, todos sus rasgos… Sé que huelen mi miedo. Nos observamos… Te digo, Anne. Por un pequeño lapso nos quedamos quietos y siento que sus rostros son claros, tan claros como el horror del universo contenido en su cuerpo. Trato de fijarlo y… No, Anne. Son eso, sombras. Bocetos que algún pintor no terminó y que están incompletos, desproporcionados, deformes… En fin. Me observan y yo las observo. Y en eso, su cuerpo negro e impreciso me reverencia, y luego la sombra de en medio, con cara salvaje, exclama, con una voz muy acorde a su apariencia: "¡Salve, maestro Shakespeare!".
SOMBRA 1: No tema, mi señor.
SOMBRA 2: Nuestro encuentro no es infortunio.
SOMBRA 3: Al contrario. Auguramos para usted todo lo que alguien de su especie podría ambicionar.
SOMBRA 1: No nos vea como una amenaza, sino como señal de buena fortuna.
SOMBRA 2: Venimos a presagiar éxito, maestro.
SOMBRA 3: ¡Salve, maestro Shakespeare! ¡El Gran Bardo de Inglaterra y el mundo! ¡El más grande entre los grandes!
SOMBRA 1: Siempre dichoso y lleno de éxito.
SOMBRA 2: Siempre reconocido por su talento divino.
SOMBRA 3: Usted será poeta y lo que escriba se convertirá en luz. Guía y tesoro de la humanidad.
SOMBRA 1: Durante siglos se hablará de usted.
SOMBRA 2: El más grande de su época. De los más grandes de su especie.
SOMBRA 3: Nosotras nos encargaremos de eso.
SOMBRA 1: La suerte está de su lado.
SOMBRA 2: Pero para ello usted tendrá, llegado el momento, que hacer lo que le pidamos.
SOMBRA 3: Tal cual, al pie de la letra.
SOMBRA 1: No trate de jugar con nosotras o la fortuna que este encuentro le depara se convertirá en desgracia para usted y los suyos.
SOMBRA 2: Confíe en nosotras, somos espíritus amigos.
SOMBRA 3: Si escucha nuestro consejo, se cumplirá este presagio.
TODAS LAS SOMBRAS: ¡Salve, maestro Shakespeare!
SOMBRA 1: Recuerde nuestros rostros.
SOMBRA 2: Lo buscaremos en el futuro.
ÉL: ¿Qué opinas?… No, yo tampoco… ¿Qué debería hacer?… ¿Y si en realidad sucedió?… Yo jamás he creído en estas cosas, pero… se sintió tan real… ¡La señora Quiney! ¿Cómo puedes estar más convencida de la charlatanería de la mancha de grasa en forma de estrella que de mi sueño?… Bueno, sí. Ella es algo bruja, no te lo voy a negar… Pero… no sé… ¿Cómo podría soñar yo todo eso? Es decir, estoy cómodo en Stratford. Siempre me ha gustado enseñar en la escuela de gramática. También disfruto los paseos de los domingos y ver crecer a Susannah. ¿Cómo podría siquiera pensar en ir por ese camino?… Ya sabes lo que dijo el señor Warwick. Leyó ese texto mío y me sermoneó porque era muy parecido a una comedia de Plauto, ¿sabes? Dijo que le plagié la historia y que muchas de las frases son parecidas a las de él… Sí, plagiario, así dijo. No dejaba de hablar de ese incidente. Me lo encontraba en el pueblo y durante una semana siguió sacando el tema, así que… ¿Londres? ¿Cómo?… ¿Y si sólo fue un sueño? Ya sabemos todos que las sombras siempre mienten… y también que yo no tengo talento… ¡No, Anne! ¡No me voy a ir! El bebé ya está por llegar… Sí, sí quiero. Escribir y actuar siempre ha sido mi sueño, pero… ¿y si sólo es eso? ¿Y si solamente… es un sueño?
II.
Año 93. Taberna. Noche. Hombres bebiendo, ruido de voces, risas, manotazos en las mesas. ÉL charla con un grupo de hombres. Del lado izquierdo-proscenio, una mesa pequeña con utensilios de escritura.
ELLA: Querido Will, te saludo y te mando todo mi amor y buenos deseos. Quiero que sepas que pensamos mucho en ti. Los niños te extrañan, pero están felices de saber que su padre adquiere fama conforme pasa el tiempo. Hemos oído en el pueblo de algunas de tus obras. Los señores Allen vieron tu Comedia de las equivocaciones y quedaron muy satisfechos. Aquí en Stratford ya eres una especie de celebridad local, y me da mucho gusto por ti. Sin embargo, he escuchado hablar más de tus comedias que de tus tragedias. Ambos lo sabemos: tienes un don nato para ello, pero la tragedia paga más y también da más prestigio… Lo cierto es que quien no vive lo trágico no puede escribir tragedias, ¿no es así?... Espero que no. ¡Esfuérzate más! Serás grande, pero debes trabajar por ello. Tampoco pidas demasiada ayuda a tus amigos para terminar tus obras, o si no terminarás con mala fama y repartiendo tu dinero. En cuanto a lo otro que mencionas en la carta, lo sabemos: tenemos que hacer sacrificios. Que hayan regresado las sombras no creo que sea coincidencia. Han sido honestas en cuanto a tu destino, tu fortuna. Por eso confía en lo que ellas te dicen. Estás exaltado, angustiado con este presagio. Dices que no quieres que tu éxito se manche de sangre, pero si ese éxito sólo puedes conseguirlo tomando esta vida, ¿qué podría detenerte?… Mira dónde estabas hace ocho años y mira dónde estás ahora. Ellas están cumpliendo su parte.
El grupo de hombres en el que ÉL se encuentra comienza a elevar la voz, poco a poco.
ELLA: ¿De verdad podría frenarte matar a alguien a quien tú mismo consideras un rival sólo porque te da remordimiento? ¿Acaso no ves que la vida de ese hombre, del que tanto hablas, es lo único que te separa de tu éxito rotundo?… Tú lo has dicho, Will. "Mientras viva Marlowe, no habrá espacio para Shakespeare". Él debe morir… Todo tiene un precio. La vida de un humano no me parece cara si la comparamos con la fortuna y el prestigio… Lo sé: tienes un alma noble y sensible, pero no tengas miedo. El poder y la fama están más cerca de lo que piensas.
Un hombre del grupo de ÉL le suelta un puñetazo a otro.
ELLA: Ahora bien, si lo que te preocupa es que puedan descubrirte, fíngelo. Créalo. Crea las circunstancias para que el conflicto pase. Escribes, sabes cómo hacer eso. Que todo sea casual. Tan natural como se pueda.
Los golpes de la pareja de hombres se convierten en un tumulto de gente peleando.
ELLA: Es tan sencillo como un comentario mal interpretado, un empujón más fuerte de lo normal, un golpe en el momento correcto. De preferencia, en un lugar con mucha gente, donde genere caos. Una taberna podría ser el escenario ideal. Los hombres borrachos son más agresivos y susceptibles. El alcohol les calienta la sangre. Pero eso tú lo sabes, ¿no es así?
Todos los hombres de la taberna pelean entre sí.
ELLA: Llegará, querido esposo, el momento en que alguno de esos borrachos enfurecidos saque una daga.
En medio del grupo, se ve un objeto que brilla.
ELLA: Entre los cuerpos, la confusión y el ruido será tu oportunidad. Porque tú serás ese hombre que saque la daga y la entierre en Marlowe.
ÉL saca la daga y la entierra en otro hombre.
ELLA: Debes ser rápido, preciso, limpio, porque si no tú serás el culpable… Si lo haces como te digo no habrá problema. Será algún ebrio violento, y no tú, quien cargará con la culpa.
Gritos, cae un hombre con una herida en el ojo al suelo.
ELLA: Tendrás que arreglártelas con el tema de la sangre. Finge que quieres ayudar a Marlowe. Mueve su cadáver, mánchate más de él, pon de pretexto que el líquido que te mancha nunca fue cruel sino piadoso. Señala la daga asesina lejos de ti, por casualidad, y en ningún momento sientas culpa. Ese hombre te separaba del mundo.
Muchos hombres salen de escena.
ELLA: No lo dudes, querido. Cuando veas a ese hombre muerto y sientas su sangre entre tus manos, piensa que tenía una deuda contigo. No sientas culpa. Lo hecho hecho está, y no puede ser corregido. "En un mundo donde exista Marlowe, no puede haber un Shakespeare".
Llegan los oficiales a la escena, ÉL tiene en el regazo el cuerpo del hombre mientras explica lo que sucedió.
ELLA: Por ahora, te dejo. Ésta es sólo una idea. Hay muchas otras opciones. Ahora debo irme. Los niños me llaman, ya es hora de cenar. Cuídate, te extrañamos y te queremos. Tus padres también me preguntan por ti y mandan todo su afecto. No te daré más detalles, no quiero aburrirte con las banalidades de nuestro día a día. Cuídate mucho y éxito en tu empresa. Ya sabes, las sombras están cumpliendo su parte. Es tu deber cumplir con la tuya. Por cierto, no te preocupes, ya he quemado la carta. En cuanto me leas, tú también quémame.
Cuídate, amor mío. A la distancia celebramos tu éxito.
Con amor, Anne.
III.
Año 96. Verano. Lluvia. Un teatro, vemos los ensayos de Sueño de una noche de verano. ÉL escribe, tacha y da los folios a los actores mientras ellos se ponen a ensayar lo nuevo. Del lado izquierdo-proscenio, una cama donde un niño tose y una pequeña mesa con utensilios para escribir.
ELLA: William, Hamnet no mejora. El doctor dice que es un soplo en el corazón y que el aire fresco debería ayudar, pero cada día se despierta más pálido. Si tú pudieras verlo… Su rostro, la carne de su rostro… Es como si la piel se le pegara al hueso. Ya no come y no sé que hacer. Judith y Susannah me ayudan guisando, cuidando del corral, limpiando la casa, pero él no mejora. Estoy sentada junto a él y parece que la vida se le apaga cada vez que pestañea… Si lo vieras, entenderías de lo que hablo… Pregunta mucho por ti. Yo le digo que tienes trabajo. Sabe que venir desde Londres son días de camino, pero… Rezo, pido a Nuestro Señor por él, pero en el fondo todos esperamos… sobre todo nosotros. Él y yo. Esperamos… Yo… estuve pensando en lo que escribiste hace tiempo. ¿Recuerdas? En esa carta me dijiste que las sombras pidieron que escribieras una obra para ellas. ¿Lo has hecho? ¿En qué trabajas ahora? Porque según entiendo no aparecen en ninguna de tus obras… En ese momento me dijiste que no es así como trabajas. Que tu mente y tu imaginación no funcionan así. Me dijiste: "¿en dónde voy a poner un trío de sombras si lo que escribo no tiene nada que ver con presagios o magia?". De esto ya pasaron muchos años y aún no lo haces… Está claro porque… No lo ves, ¿verdad, William?… No lo aplaces más. Tú no sabes con qué entidades estamos tratando. Su ira podría orquestar la muerte de tu hijo y, sin ningún esfuerzo, borrar la vida del único que puede salvar tu apellido… Yo lo sé, William. No puedes jugar con esto. Ningún ser de luz te habría pedido nunca la vida de otro hombre a cambio de tu propio éxito… Ellas cumplieron con su parte, pero tú… No te tardes más y escribe. Has hecho sacrificios más grandes que éste. ¿No te das cuenta? Hamnet muere. Su furia cayó sobre nosotros. A veces pienso que es Dios, y no estas sombras, quien nos están castigando por haber tomado la vida de ese hombre hace años, porque… ¿cómo podríamos vivir felices después de todo?… Hamnet morirá pronto, William. Nuestro hijo está a punto de morir. El día en que lo haga, jura que no podré perdonarte. Jura que no seré yo quien te escriba para informarte de su muerte.
IV.
Año 96. Verano. Del lado izquierdo del escenario, la estancia de una casa. ELLA camina con la mirada perdida mientras sostiene un rosario en la mano. Sentada en la mesa, una niña pequeña mece una muñeca en sus brazos. En proscenio, un pequeño escritorio con utensilios. Del lado derecho, un grupo de actores vestidos y maquillados interpretan una escena de Sueño de una noche de verano.
OTRA: Querido padre, escribo lo antes posible para informar del lamentable deceso de nuestro hermano. Sabes por cartas anteriores a ésta del estado inexplicable y de gravedad del pequeño. Escribo para decirte las extrañas circunstancias de su fallecimiento… Después de la última carta de mamá, mi hermano mejoró mucho. Durante un par de semanas estuvo tranquilo y estable. Volvió a ser el niño vivaz y curioso de antaño. Sin embargo, un día, como por arte de magia, comenzó a retorcerse en su cama mientras dormía. Ni el médico ni el párroco pudieron detener su suplicio hasta que, de repente, dejó de respirar, se puso morado y, por fin, su piel fue del color de la sábana. Todo fue tan rápido… Hubieras estado aquí, padre. Mamá no paraba de gritar. Rezaba y suplicaba perdón. Se hincaba junto a la cama de mi hermano pidiéndole a Dios que no se lo llevara… También gritó insultos al aire, retaba a un ente invisible que te cobrara a ti alguna deuda de la que ni Judith ni yo estamos enteradas. Lo hacía con una rabia que no conocíamos hasta ese momento en ella… Al cabo del tiempo se quedó afónica. Sólo sabíamos que lloraba porque sus hombros y su espalda se movían en temblores… ¿Qué es todo esto, padre? ¿A qué deuda se refiere mamá?… Durante el funeral asistieron todos los vecinos. Mi madre fue atendida por la señora Quiney. Judith estuvo callada todo el tiempo; sólo la bondad del hijo mayor de los Quiney, Thomas, le sacó unas cuantas palabras en el servicio… Si te es posible, por favor regresa, padre. Visita la tumba de nuestro hermano. Realmente te necesitamos aquí.
ELLA: Las sombras…
OTRA: Mamá ha perdido la razón. El médico dice que sufrió de un rictus a los nervios, y el párroco que su espíritu fue poseído por algún ente maligno. No habla mucho, pero cuando lo hace, es para culparte y maldecirte. También se la pasa murmurando cosas extrañas…
ELLA: Cumplieron su parte, pero él no.
OTRA: Y no deja de mencionarlas. No deja de hablar sobre su furia.
ELLA: Su venganza fue tomar a Hamnet. La desgracia cayó sobre nosotras…
OTRA: Y de nuevo se queda callada, ida. No come, no duerme, y Judith y yo ya no sabemos qué más hacer. Te ruego, pues, que tomes en cuenta que éste es un asunto de urgencia y regreses a casa. Nosotras sabemos que ahora estás en medio de proyectos y tienes mucho trabajo, pero… no podemos más. Algo debemos hacer, la gente del pueblo comienza a sospechar. Creen que es una bruja…
Besos y cariños, Susannah.
UN HOMBRE: (En el espacio donde es el teatro). "[…] Ésta es la hora de la noche en que las tumbas se abren del todo para dejar salir los espectros que se deslizan por los senderos del cementerio y de la iglesia; y nosotros, duendes y hadas, huimos de la presencia del sol, siguiendo las sombras como un sueño. ¡Qué alegría la nuestra en este instante! No habrá ni un ratón que perturbe este hogar. Enviáronme, escoba en mano, a barrer el polvo detrás de la puerta. […] Si esta ilusión ha ofendido, pensad, para corregirlo, que dormíais mientras salían todas estas fantasías. Y a este pobre y vano empeño, que no ha dado más que un sueño, no le pongáis objeción, que así lo haremos mejor. Os da palabra este duende: si el silbido de serpiente conseguimos evitar, prometemos mejorar; si no, soy un mentiroso. Buenas noches digo a todos. Si amigos sois, aplaudid y os lo premiará Robín".1
V.
Epílogo
Año 2020. Cuarto, primeras luces del amanecer.
ÉL: ¡Despierta! ¡Despierta!
ELLA: ¿Qué? ¿Qué pasa?
ÉL: Es que te estabas moviendo mucho y murmurabas algo. La verdad me dio miedo y por eso te desperté.
ELLA: Ay, mi amor, perdóname.
ÉL: ¿Qué pasó? ¿Qué soñabas?
ELLA: Es que tuve una pesadilla… Todo fue tan extraño.
ÉL: ¿De verdad?
ELLA: ¡Sí, en serio! Fue una de esas pesadillas bien fumadas.
ÉL: A ver. Cuéntame.
ELLA: Sí. Pues… soñé que… Soñé que era Shakespeare.
ÉL: ¡No mames, ¿neta?!
ELLA: Sí. Y en mi sueño, yo podía ver toda su vida.
ÉL: ¿Qué viste?
ELLA: Bueno, en realidad no fue toooda su vida. Mi sueño comenzó en que yo era Shakespeare soñando con unas sombras, ¿no? Y estas sombras me presagiaban que iba a ser famoso. Tons, yo me despertaba y le contaba a Anne, mi mujer, mi sueño. Hasta ahí todo bien, ¿no?
ÉL: Ajá. Sigue.
ELLA: Bueno. Lo siguiente que vi fue que yo, recomendado por Anita, la viborita, mataba a Christopher Marlowe en la taberna.
ÉL: ¡Nah, no te creo!
ELLA: ¡Sí!
ÉL: ¿Como en la teoría conspirativa?
ELLA: Como en la teoría conspirativa.
ÉL: ¿Y eso fue todo?
ELLA: Nel, espérate. Luego de eso, unos años adelante, yo estaba en el teatro ensayando una obra, y que me llega una carta de Anne diciendo que mi chamaco, el Hamnet, se había enfermado. Y bien emperrada me reclamaba porque según ella yo tenía la culpa porque rompí una promesa con las sombras, ésas que me dijeron que iba a ser famoso.
ÉL: No mames, pues ¿qué fue lo que no hiciste?
ELLA: No sé. Era algo así como que debía escribir una obra para ellas o algo por el estilo, pero pues a mí me valía madre y de cualquier forma no la escribía.
ÉL: ¿Y luego?
ELLA: Pues para acabarla, meses después, estaba viendo mi representación de Sueño de una noche de verano, bien Agustín y Feliciano, y en eso ¡zas! Una carta de una de mis hijas diciendo que se me murió el niño y que mi esposa quedó loca.
ÉL: Híjole…
ELLA: Sí… Después vi al actor que interpretaba a Puck dar su monólogo final, y en ese momento me despertaste…
ÉL: Chale…
ELLA: Sí…
ÉL: No, pus… No sé qué pensar, la neta…
ELLA: Ni yo.
ÉL: La verdad, sí estuvo bien raro. Como que muy… macbethiano, ¿no?
ELLA: Al chile, sí. (Ríe). Qué cosas, ¿no?
ÉL: … Los dos: …
ELLA: Por cierto, ¿qué soñaste tú?
ÉL: Pues… no me lo vas a creer, pero… soñé que era una sombra.
Oscuro.