Infancia | Vejez / No. 227

Cartografía de la infancia



El ruido del viento puede iniciar con el recuento de la infancia
e inundar los ojos:
el sonido de una bicicleta acercándose es un hermano,
la calle empedrada es el viejo barrio.
Árboles de hoja gruesa;
verde esmeralda, porque odiamos lo militar.
Pinos altos bien enraizados,
y el viento ligero en las horas del juego.

Las tortillas de maíz tocando en cada puerta:
el hambre después de la escuela.
Todos los miércoles de frutas y verduras tiradas por los suelos,
todos los puestos horrendos de pollos degollados,
los mágicos juguetes,
los que costaban cinco o quince pesos,
y los que no podíamos costear con ninguna moneda,
con ninguna mirada.
Las esquinas de ropa para mamá,
las playeras de moda de todos los dibujos animados de la televisión
y los dulces a granel.

Los animales que nunca compramos,
pero observábamos todos los días en una tienda de mascotas,
el balón sucio lleno de aire
sonaba y encestaba.
La casa hogar y sus juguetes tristes,
los niños de cacharro,
los niños regalados,
la niñez interrumpida por las monjas malencaradas vendiendo felicidad ajena.

El olor a cloro y a comida de peces,
un acuario en el que se deseaba vivir por las tardes.

Las obsesiones por lo fantástico cruzando una avenida;
una tienda de trucos y magia,
las farsas y sus risas.
Arriesgar los castigos de mamá y terminar en Tlaquepaque,
comprar galletas de menta
y visitar la tienda de la señora
vende cuarzos,
vende magia.
Los tirones de cabello que curaban,
las anginas sanadas por una bruja.

Las comidas de una mujer que regalaba felicidad,
los olores de cada casa saliendo por las ventanas,
los departamentos sucios, abandonados y bellos,
los jardines,
las casas hechiceras,
los niños en las calles después de las seis,
los licuados,
las tías chismosas,
los juegos de “maquinita”,
las niñas que hacían llorar,
la hora del pan caliente,
el perro que te acompaña a la tienda,
y el perro que se llevaron y nunca volviste a ver,
las mascotas que enterraste en el jardín,
las vueltas en bicicleta en tiempo perfecto.