Nuestra muerte
La muerte es la socialización de la finitud.
Es el modo inasequible del futuro, del devenir inaplazable.
Hemos vivido en la muerte y con la muerte.
Es el comienzo y recomienzo de la sensación corporal.
La muerte tiene nuestros ojos,
muerde con nuestra dentadura
y se lame los restos corporales con nuestra lengua.
La muerte baila, camina, canta.
La muerte siente que nuestro cuerpo es sobradero,
que la carne nos estorba.
Ella nos llevará a los cielos,
a los mantos celestes de infinitos colores.
La muerte es conciencia oscura,
es perfume de luz,
es el grito de las plantas cuando se les arranca el suelo.
Vamos a morirnos poquito.
Sigamos gozando con esta muerte permanente.
Disfruta tus altares internos,
tus ofrendas viscerales,
los cerebrales rezos de tu cabeza.
Deja que la muerte cante desde tu cuerpo al mundo.
Que exista, que se expanda cual perfume de luz,
inunde los cuerpos vecinos
las muertes se mezclen y formen un tejido,
una muerte viva, vivísima y amorosa.
Posnarcoterrorismo
Somos nosotros.
Somos las malas compañías,
los niños de los que te alejaron tus padres.
Somos los infantes olvidados por el pensamiento de la urbe.
Somos los cuerpos decapitados,
los cuellos lacerados por los cordones.
Somos los cráneos horadados por las balas de tus ojos.
Somos el producto del mercantilismo,
los zombies del crecimiento económico.
Somos el platillo mexicano hecho hombre.
Somos las manos, el dedo que ajusta el gatillo.
Somos la desesperación del mundo en papeles verdes.
Somos los niños sin letras
las madres y esposas que soportan, que nos portan.
Somos la incredulidad del día.
Somos los machos, los peleoneros.
Somos los niños de blanco con el juramento escapando por las yemas.
Somos la corrupción con nombres y cargos.
Somos el feto del deseo mal logrado.
Somos los sicarios enjutos y marginados.
Somos la sociedad esquizofrénica.
Somos los morfismos de la muerte nueva.
Somos los cuerpos fragmentados
las mentes acribilladas por el miedo.
Somos el tercer cuerpo mutilado.
Somos el simbolismo hecho pedazos.
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