Perdí los juicios más graves de la vida.
Nunca se me notificó ningún pacto
o de la parte trasera del expediente,
donde enlistan mis muelas desde niño
y el tamaño de mis sueños en cm2;
obran secciones apagadas del cerebro
y una leyenda al calce de la hoja dice:
NUNCA PERSONAL DE CONFIANZA.
Cómo confiar en una tundra propia,
tras el soplo fatal de los refrigeradores
que congelan los pies dentro del hogar,
cuando llego con las sílabas pegadas
en los zapatos, en mis lentes,
ahí quedan las letras bocarriba
en una masacre del siglo pasado.
Pero mis guerras no son las palabras,
sólo llegan a ser sinónimos y antónimos
en una galaxia de brillos postreros,
donde los cuerpos van flotando
en inmensas y extrañas U y O.
Son tan erráticas como nosotros,
como estos documentos faltantes.
Me han requerido todas las autoridades
con sus formularios y respuestas capciosas,
piden una serie de requisitos
que las leyes nunca contemplaron en mí.
Aquí me pregunto a cada momento
¿cuántos oficios se ocupan
para completar mi expediente real?
Sé que no tengo los sellos certificados
y mi firma fue falsa tantas veces,
porque no la hice yo mismo,
sino todas las copias engrapadas
en mi original acta de nacimiento;
crearon otros seres no inscritos
en el drama aritmético de mis días.
Iban a ser sólo duplicados
pero resultaron más auténticos que yo.
Ya no tengo cuerda suficiente
para coser mi memoria al legajo.
No consta en actas:
– La soledad de mis manos cuando se acarician tristes en el lavabo.
– Las tareas inconclusas por miedo a recortar lo que pensaba.
– Los cuadernos donde dibujé un continente con el vestido de mi madre.
– Las clases de inglés por la tarde cuando respiré a jabones.
– Los célebres apodos de mis amigos del salón sexto C.
– Mis ojos de niño enfermo tras ver la vida en un álbum de estampas.
No consta en actas:
– La paloma que delineó mis iniciales torcidas en el cielo.
– Las cartas de amor con caligrafía impecable y renglones revoloteando.
– Los campos vírgenes donde jugué futbol con una pelota ponchada.
– Los desvanecimientos del sistema bajo los números de la aurora.
– Cada mes que las niñas dijeron un “no” y su burla fue una armonía.
– Aquella lata que dejé medio llena cuando bebí afuera del colegio.
No consta en actas:
– El ciclo de fracasos volviendo con la lluvia larga de la estación.
– Los atardeceres diáfanos que no pude revelar con la cámara.
– La constancia de no tener más de una camisa que dice la verdad.
– Donde llegué hasta un faro mítico que después vi en todos lados.
– Cómo soy realmente en un cuadro de muchas voces.
Lecciones de derecho y ciencia política
Las formas de gobierno
Monarquía. El poder emana de las puntas de una corona.
Aristocracia. Un consejo de sabios resuelve el mundo.
Democracia. Supone el modelo donde todos se gobiernan.
Tiranía. Forma viciada de la monarquía.
Oligarquía. Forma viciada de la aristocracia.
Oclocracia. Gobierno de la muchedumbre.
Kakistocracia. Gobierno de los peores
(descrita por Michelangelo Bovero).
Plutocracia. Gobierno de los magnates y su moneda.
Telecracia. Gobierno de las comunicaciones
con la TV al frente.
Partidocracia. Gobierno de los partidos p(ale)olíticos.
Tecnocracia. Gobierno de los autómatas o la dictadura de los robots.
Micocracia. Gobierno de los hongos y las setas.
Cosmocracia. Gobierno de la noche y el universo.
Ludocracia. Gobierno improvisado con el juego.
Cibercracia. Gobierno de las computadoras
y sus códigos binarios.
De Los autos perdidos (Red de los Poetas Salvajes, 2009)
Manuel de J. Jiménez. Estudió Derecho y actualmente cursa Letras Hispánicas, ambas carreras en la UNAM. Tiene publicado el libro Los autos perdidos (Red de los Poetas Salvajes, 2009) y es director de la revista literaria Trifulca. Ha realizado lecturas en México, Chile y Bolivia. Participó en Poesía en Voz Alta 09, en el Festival Latinoamericano de Poesía 2010 “Ser al fin una palabra” y en el Festival de Poesía Subterráneo 2010.