No sirve chapotear oscuridades
para vaciarme bajo soles tuyos
donde anochecer bahías no fue
el tiempo que será en la tierra
cuando nada hable sobre tus pasos
porque otros golpes baldíos
los habrán extinto.
Caudalaran
Si ya ciegos caudalaran/ como antes
los desiertos últimos/ los reversos
del poema/ eso duro que resulta estarse
así lavando muertecitas/ armadas
no hasta los dientes sino hasta
la desmemoria que retejió/ luz de
los alumbres ardidos como sal que habla
sobre callares de quien/ hambre en mano/
siguió emergiendo de los charcos del corazón.
Pobrezas
Hiriere la lluvia a los piecitos de
la tarde como el oficio de llenar papeles
bajo los cuatro o cinco grados que traen
los decires del invierno/ o
te hiriere el tiempo como a todos porque
el tiempo ahueca las pobrezas del deseo.
Bus
En realidad lo que silencia es la palabra
se calla/ quema/ habita o
bebe de
los molinos que no giran/ dan
sombra a la guerrilla/ o certeza
sin perro dueña de la tregua que
embargan las cosas importantes.
Hay hielo en las banquetas y todo
el horror en la memoria desfila calle
abajo/ yo digo que así suenas
en mis huesos/ pero el poema responde
no/ es sólo lluvia.
Vaivén adentro (II)
Esto que uno llama
son los restos.
Decir su historia no
es nombrarlos,
es dar cuenta de
la tierra que su ausencia llena.
Diego Salas. Poeta y guitarrista de jazz. En 2005 obtuvo la beca del
Programa de Intercambio de Residencias Artísticas para Québec, otorgada
por el Fonca. Participó en el festival internacional de poesía “Marché
de la poésie” organizado por la Maison de la poésie à Montréal, y en
“Noches de poesía” organizado por la traductora Elizabeth Robert. Ha
colaborado con algunos textos para antologías en México y Argentina.
También para revistas electrónicas como Litoral E. Es autor de Andar
(UV, 2010).