CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA FÓSFORO/No. 175



 

De jueves a domingo: una road movie intimista



Julián Pensamiento

Centro Universitario de Estudios Cinematográficos-unam

Premio categoría Exalumno 
 

 

De jueves a domingo
Director: Dominga Sotomayor
(Chile-Holanda, 2012)



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Por definición, un road movie es aquella travesía filmada a lo largo de un viaje, con obstáculos y peripecias, en la que el traslado a otro destino implica una introspección reveladora del protagonista, quien al salir de su rutina abre la posibilidad de conocerse aún más, reflexionar y tomar una decisión que cambia su vida para regresar con una conciencia renovada a la rutina de origen o no regresar. Dentro de esa fórmula cinematográfica existen variantes, pero en la ópera prima de Dominga Sotomayor De jueves a domingo, resultado de su estadía en el Talent Campus de la Berlinale durante 2011, la apuesta es otra. Primero, es minimalista porque se circunscribe sólo a lo que sucede entre Lucía (Santi Ahumada), de diez años, y su familia durante un viaje de la ciudad de Santiago hacia el norte de Chile, el último que realizará su familia en proceso de separación, donde su hermano Manuel (Emiliano Freifeld) de siete años, sólo busca divertirse y vivir su propio viaje, ajeno a la tensión que hay entre su madre Ana (Paola Giannini) y su padre Fernando (Francisco Pérez-Bannen). Empiezan los juegos para distraerse, pero la constante renuencia del padre resalta su distanciamiento, corta el frágil vínculo entre ellos y parecen trasladarse en automático a un destino: Fernando quiere mostrarles un terreno heredado que podría representar un futuro prometedor para la familia, a pesar de la inminente separación. Ana le sugiere que mejor alquile un cuarto en un hotel (sobreentendiendo “para que vivas solo”), pero él prefiere rentar ya un departamento. En el camino hacen una parada en un altar a un lado de la carretera dedicado a un ermitaño que perdió a su familia en un accidente y le dejan provisiones; después dan aventón a un par de adolescentes aventureras despreocupadas porque han corrido con suerte y comparten su e-mail con Lucía; llegan a un río para refrescarse y Manuel exige llegar a la playa, sin tomar en cuenta la fricción que hay entre sus padres como lo está notando poco a poco Lucía. Más adelante, encuentran a un amigo de Ana, el padre soltero Juan (Jorge Becker), quien genera más tensión a la atmósfera entre ella y su esposo. Él los ayuda a salir con su combi de un riachuelo donde se atascó el Mazda 929 en el que viajan y, casi al final, se encuentran de nuevo con Juan y sus compañeros en un campamento, donde en una tertulia con fogata conocemos desde el punto de vista de Lucía la cercanía entre ambos amigos, para colmo de Fernando. Lucía trata de vivir su niñez disfrutando ver a su hermano hacer “bucitos” con las lecciones de su padre, jugando con el hijo de Juan, quien habla francés como loquito, pero la niña no puede conciliar el sueño en la casa de campaña cuando los adultos están conviviendo en la fogata: la inquietud, su incertidumbre le ha amargado el viaje.

En los anteriores trabajos de Dominga Sotomayor se puede encontrar la temática de la separación y los niños, quienes dentro de esa circunstancia la sobrellevan lo mejor que pueden, como en sus cortometrajes Debajo1 y La montaña2 ; o aún la viven, como en Videojuego3 , donde un niño raquetea el tenis virtual de su Wii en constante primer plano mientras la pareja se reparte pertenencias detrás de él, pero el padre no puede llevarse la televisión hasta que su hijo no termine el último set de su juego. A diferencia de Cessna4 , donde el seguimiento documental de la pasión de un adolescente por la aviación y su primer viaje en un avión es retratado con una cámara en mano, en Videojuego la cámara se emplaza en un solo punto, ancla el primer plano del niño y él se convierte en el contrapeso de la pareja que se separa.

Ahora, en De jueves a domingo, el estilo minimal y contemplativo de Sotomayor es adecuado para adentrarse y dejarnos percibir la preocupación de Lucía ante lo que se le presenta. Por más que lo haya sabido de antemano, vivirlo en el último viaje de su próxima familia rota es algo que no se espera. Las escenas de Dominga no persiguen a los personajes en sus traslados espaciales, los dejan salir de cuadro y a nosotros suponerlos con el sonido en off (fuera de cuadro). Debajo y Videojuego muestran emplazamientos de lo importante, no aquella casi neurótica necesidad de mostrar todo en exceso.

Aquí también la cámara de la cinefotógrafa Bárbara Álvarez espera con paciencia que lo esencial suceda frente a su lente: al inicio de la película cuando Lucía es despertada, le cuesta tanto levantarse que su padre Fernando se la tiene que llevar cargando; salen de cuadro y reaparecen en la profundidad del campo donde está el Mazda 929 con la cajuela abierta, enmarcado por la cama abandonada y la ventana. Ana termina de llenarla con provisiones y le pregunta casi en un murmullo a Fernando: “¿Estás seguro de que quieres que vaya?” Aunque a él en apariencia no le importe mucho, hace que ella suba y el conflicto aborda con ellos para acompañarlos en la travesía.

En el reducido espacio del carro, la cámara antifrenética deshilvana los espacios en off de cada escena, descubriéndolos sin prisa al mismo tiempo que Lucía cobra conciencia de lo que pasa entre sus padres, amparada en la inquietud de su hermano Manuel y descifrando sus diálogos entrecortados. Los emplazamientos parten de ella y se desenvuelven como espiral conforme los hermanos piden ir a las termas, dulces de Halloween o que los lleven en el techo del carro. La cámara intimista tampoco se deslumbra ante la apertura del paisaje, prefiere el espacio cambiante entre la familia, aunque a Manuel se le caiga algo del carro, se detengan a recogerlo y desde dentro veamos el machucón que el descuido del padre le ha dado a Ana; la cámara acompaña la alegría de Lucía y Manuel cuando por fin los pasean encima del capó del auto y después ella presencia la álgida discusión de sus padres desde afuera.

La presencia de los temas del compositor Manuel Alejandro se ponen de manifiesto cuando Ana hace cantar a Lucía una de sus canciones, como también en el campamento al corear “Quiero dormir cansado”, que abunda sobre la separación, el rompimiento de la pareja, y da pie para presentar esa metáfora visual de la soledad que es el desierto en el que termina el viaje, donde la madre se pierde indignada al descubrir que su esposo tenía todo preparado para vivir solo y Lucía la busca angustiada. Finalmente llegan al destino planeado por Fernando, suben todos a un montículo para ver sólo la extensión del desierto y darse cuenta de que no vale más entretenerse allí, mejor irse de una vez porque Ana sigue molesta, aunque más calmada. Fernando los apresura y se detiene un momento para regalarles de nuevo el viaje en el capó a los niños, pues es posible que sea la última vez que lo hagan o, al contrario, una de tantas más porque “querer dormir cansado y no despertar jamás, querer dormir profundamente y no despertar llorando, con la pena de no verse” se asemeja a ese desierto del que mejor huyen con los acordes de esta canción final en version acústica que acompaña su regreso.

Sencilla, sincera, con economía de emplazamientos como decisión narrativa, Dominga Sotomayor y su equipo vuelcan el road movie hacia la mirada infantil sorprendida, temerosa, con una conmovedora historia sobre “una niña que se debate entre estar consciente de lo que pasa con sus padres y querer ser niña durante un viaje”.5


1 Debajo (Chile, 2007).

2 La montaña (Chile, 2008).

3 Videojuego (Chile-España, 2009).

4 Cessna, en el Canal Cinestación en Vimeo <https://vimeo.com/productoracinestacion>.

5 “Thursday through sunday”, por Mark Adams, crítico de cine en jefe de Screendaily.com <http://www.screendaily.com/RegisterAccount.aspx?http://www.screendaily.com/reviews/the-latest/-thursday-through-sunday/5037214.article>.




Julián Pensamiento (Ciudad de México, 1972). Estudió guión y realización en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM. Escribe análisis y reseñas cinematográficas en el blog filmofilias.blogspot.com y mantiene la cuenta de Twitter @jpensamiento. Alterna su trabajo con producciones independientes de tipo documental, así como para instituciones públicas y de salud. En 2011, su reseña sobre la película El cazador (Irán-Alemania, 2010) fue premiada en el 1° Concurso de Crítica Cinematográfica Fósforo.