*
Nadie me ama como mi padre. Nadie
me abraza como mi padre, circunvalándome
como un ejército a una ciudad. Como el mar
a sus peces.
Nadie me nutre como mi padre, me hace crecer
como mi padre, desplegado en torno a mí
como una vasta máquina telúrica.
La barba de mi padre — es un bosque encantado.
El olor de su cuello — el aliento del alba.
Sus brazos atareados — las aspas de la usina
que mueve al mundo.
Pero mi padre no sabe todo esto.
Da vueltas por la vida como un rey trocado al nacer
y todas estas imágenes cuelgan en mí como cuadros en una galería desolada.
*
Agoniza toda la noche
bajo el matorral
una enorme libélula.
*
Desde el extremo del tallo
un caracol contempla
el silencio del valle.
*
El negro escarabajo
se aleja. De espaldas
al sol poniente.
*
Sol de invierno.
Sobre la acera, uno junto a la otra,
un perro negro y su sombra.
*
Trabajan juntos
el tronco del árbol
y el pájaro carpintero.
*
Franqueo el borde
del pozo abierto.
Paseo vespertino.
*
Camino de ida,
camino de vuelta,
la misma baldosa rota.
*
Sendero sin curvas.
En el centro del charco,
un pepino.
*
Bebo solitario
mi taza de té. Me envuelve
un viento de otoño.
*
Colgada entre dos árboles
la mitad vacía
de la luna.
Traducciones de Florinda F. Goldberg
Alex Ben-Ari (Kishinev, URSS, 1973). Reside en la ciudad de Rehovot con sus cuatro hijos y su mujer, la poeta Orit Gidali. Su primer poemario, Días clandestinos, se publicó en 2008. Próximamente aparecerá su segundo libro.