No. 139/CUENTO BREVE

 
Adiós


Aralia Valdés Vargas
ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
 


punto de partida 139
Ilustración de Francisco de Anda Quezada
Susurros que desvanecen el nombre de Dios, lá­gri­mas simples que inundan el suelo, llantos aho­­ga­dos en promesas, arrepentimientos pintados de ilu­sión, reproches que exigen consuelo, enojo con sed de vida, sueños ente­rrados en miserias, rencores que alimentan el silencio, una mano en el hombro alen­tan­do el valor; un féretro en el centro, varios cirios abrién­do­le camino. Termina el Padre Nuestro. Un grito ahogado en mis entrañas nubló mi vista.

Sin entender lo que había ocurrido, me retiré, di un lar­go paseo con el sol ca­lando mis ideas. Al caer la tar­de recorrí el camino de regreso, titubeando llegué a aquella sala. La misma escena, pero faltaba algo; faltaba yo, es­­ta­ba ausente, ob­ser­vando, juzgando a cada uno con sus sen­timientos entramados en los míos, pro­vo­cándome har­­tazgo la nostalgia.

Otro Padre Nuestro rompió el silencio, el último que es­cucharía.


Un desfile grotesco me acompaña hasta la salida, per­so­nas vestidas de negro arras­tran la muerte guiadas por un fé­re­tro. Sentimientos volátiles nublan el cielo, la llu­­via va trazando su camino hacia el olvido... llegan a su destino.

Un ramo de flores sobre el féretro da el último adiós.

Así, semejando un acto de amor, penetré la tierra.