DIEZ POETAS DE MICHOACÁN (1980-1989)/No. 185 |
Jorge A. Amaral |
Copándaro, 1980 |
Vespertino lluvioso I La oscuridad de las calles se alimenta del miedo a morir diluido en cualquier alcantarilla. Cae la tarde y con ella la zozobra y el temor de ser un cero más en las cifras del sexenio. II Llueve, pero qué te extraña si siempre ha llovido, si siempre nos ha llovido, si desde que nacimos el cielo se ha ensañado con nuestros anhelos. Para los herederos De mil novecientos diez sólo fuimos un rebaño fácil de complacer, alienar y sacrificar. Qué les extraña a los Sicilia/LeBarón si estos doce años sólo hemos sido ganado humanar, cifras macroeconómicas y carne de cañón. III La tarde se despide con el frío de la lluvia. El café se abarrota de hipsters cerveceros, freak show de vanidades: mucha pose y poco arte, mucha mota y poco rock. Y qué le vamos a hacer. Los anteriores al 19-85 no éramos tan pendejos… o quizá lo éramos pero nos vestíamos mejor y nos desnudábamos despacio. Ningún pasado fue mejor pero el presente es insulso y el futuro poco alentador. IV La noche cae en aguacero. La calle y sus peatones yacen empapados. Eso es lo visto. Pero no sabemos cuántas adolescentes quedan embarazadas a salvo de la lluvia, imposible adivinar si en el cinito porno alguien se descubre a través del anciano que se la quiere chupar o si la puta de la escuela echa espuma por la boca en un fallido intento de recuperar la sobriedad. Las recámaras ocultas en este laberinto esconden mil secretos que desde la calle no se ven. V La tarde se anochece y la lluvia se detiene. Demasiadas lágrimas inundan la ciudad. |