Trece poetas (1990-1998) / No. 201
 
Ciudad de México, 1991




¿Crees en un solo Dios, padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra?

Mirar con detenimiento
eso que no existe,
lo que nos inventamos
para que sea posible —quiero decir: humanamente posible—
mirar con detenimiento el cielo1
 
                                                                                              [del latín caelum, se trata de una esfera
                                                                                              aparente —que parece y no es— azul y
                                                                                              diáfana —dicho de un cuerpo: que deja
                                                                                              pasar a su través la luz casi en su totalidad;
                                                                                              también véase: claro o limpio
                                                                                              que rodea la tierra]
 

y no perdernos.

Y entonces (por contraste) tener los pies sobre la tierra,
bien plantados,
como raíces de un árbol cardinal.

Mirar y no moverse.

Mirar y tener fe:
tocar el cuerpo que deseamos, beber la aceda agua de los días, escuchar el estruendo de todo lo que
canta [y es necesario aclarar que todo canta: todo tiene algo que decir y lo dice y se arrepiente y
extiende su palabra para corregir los pasos del sonido pero estos también son errados y hay
que hablar y deshablarse].

Es decir:
sí.


1 La esfera celeste se divide en diversas regiones en las que se encuentran las denominadas constelaciones:


Aries:
De haber nacido bajo el influjo de otro signo
quizás no sería este carnero
que blande sus cuernos contra sí,
que insiste en flagelarse.

Tauro:
Se trata de un mito:
el rojo no provoca
odio ni deseo,
no provoca nada
en el corazón de los toros.
Se trata de un mito:
las estrellas son estrellas solamente.

Géminis:
De entre los dos apenas se hace uno.

Cáncer:
Tenemos que admitirlo:
es imposible hablar
de cangrejos o crustáceos.
la honestidad absurda
del que teme perder
las cosas que posee,
de este otro acomoda
con muchísimo cuidado
el amor que te tienes a ti mismo.
En realidad no importa
de qué lado se inclina
la balanza, igual es algo obsceno.

Escorpio:
Se conocen 1400 especies en el mundo
y casi ninguna es mortal. Aunque
nadie metería las manos al fuego,
nadie aseguraría, nadie
(o casi nadie, que es lo mismo).

Sagitario:
Tensa bien el arco de tu mirada
que a nadie va a importar si fallas,
nadie va a pedirte que repitas
absolutamente nada.
Yo también pienso
en esa mancha incómoda
que detectó el doctor
muy cerca de tu pecho.

Leo:
A ti también, aunque no quieras:
siempre hay un Hércules para degollar
al león que somos.

Virgo:
Si asomas a la puerta,
si gritas en la calle,
si buscas y preguntas,
si algo te hace falta,
si es mucho tu deseo,
si necesitas algo,
si levantas una piedra:
nadie, nada.

Libra:
Coloca de este lado

Capricornio:
Esa montaña
que a lo lejos
proyecta una sombra
breve
es una metáfora de otra cosa.
Tú eres la cabra pero eso
ya lo sabes.

Acuario:
El portador de agua,
el que sacia la sed,
el que baña los pies de los enfermos,
el que lava, el que limpia, el que humedece.
Después de algún tiempo
todos comenzamos a extrañar la arena.

Piscis:
Lo confieso: mordí el anzuelo porque sí,
para que nadie me cuente nada.
 
















































¿Alguna vez fuiste por lana y saliste trasquilado?

La verbo esquilar tiene,
de acuerdo con el diccionario de la real academia española,
tres acepciones distintas:

         1) Tocar la esquila
         —en donde esquila 
         proviene del gótico 
         skĭlla (forma hipotética de la palabra)
         y significa “1. f. Cencerro pequeño, en forma de campana. // 2. f. Campana pequeña
         para convocar a los actos de comunidad en los conventos y otras casas.”

         2) Cortar toda clase
         de pelo, lana o vellón
         que provenga de ganado
         u otros animales.

         3) Trepar a los árboles, cucañas,2 etc.
         —aquí, esquilo no hace referencia a su significado de cencerro sino al de ardilla,
         que proviene del griego σκίουρος, palabra formada por σκία, que significa sombra,
         y οὐρα, cola.

El lenguaje
es esa pequeñísima campana,
esa ardilla que trepa los árboles que
somos y nos despoja de todo significado, nos trasquila.

Las ovis orientalis aries son la especie más utilizada como ganado,
ya que se puede hacer uso tanto de la lana como de la piel, la carne y la leche.

El lenguaje es, también, una posibilidad:
carne,
leche,
piel,
lana.

Si digo tu nombre a nadie
importa, a nadie
dice nada
que no sea distinto.

El verbo esquilar tiene, de acuerdo con el diccionario de la real academia española, tres acepciones distintas,
igual que todo en esta vida. Así que,
por más que me esfuerce en explicarlo,
nadie va a entender más que lo que se le dé la gana.
Y tampoco tendría que ser
de otra manera:
igual, sin que lo sepamos, también
significa otra cosa.
Es decir:
sí.


2 Del italiano cuccagna: Palo largo, untado de jabón o de grasa, por el cual se ha de trepar, si se hinca verticalmente en el suelo, o andar, si se coloca horizontalmente a cierta distancia de la superficie del agua, para coger como premio un objeto atado a su extremidad.



¿Crees en el perdón de los pecados?

El infierno no. Jamás me ha parecido que el fuego sea. Otra cosa, tal vez. Un árbol en llamas que dice que es el Dios, eso. También una parrillada, algo de carne, algo de diversión. Es más: una fogata y cantar al rededor. Pero el infierno, gente que arde por la eternidad, una grabadora con éxitos de los ochenta, eso no. El dolor, no. La muerte, la posteridad, definitivamente no. El fuego es otra cosa: una farola de hace siglos que alumbra al que se pierde. El corazón de un hogar, tal vez. Un corazón a secas, seguro. El fuego es fuego y eso es una obviedad que a mí me importa. Porque el infierno no pero sí los ojos del que ama. Lo que quiero decir es: no.


Sergio D. Lara. Es poeta y editor. Licenciado en Letras Hispánicas por la UAEM. Máster en Edición por la Universidad Pompeu Fabra. Es fundador y director de Ediciones Simiente. Publicó los poemarios Ciudades bajo la lluvia (ritual para conjurarte) (EdicioneZetina, 2011) y Génesis (Apuntes para una teoría sobre la imagen y el sonido) (ICM, 2013). Muestras de su trabajo aparecen en diversas antologías, entre ellas, Cruce de peatones. Estaciones presentidas (Proyecto Diorama, 2012), Astronave. Panorámica de poesía mexicana (1985-1993) (UNAM-UANL, 2013), Moyolnohnotzani. Hablar con el corazón (FOEM, 2014) y Poetas parricidas (generación entre siglos) (Cuadrivio, 2014). Fue ganador del Premio Nacional de Poesía Joven Josué Mirlo 2013. Ha sido beneficiario del PECDA Morelos en 2011 y 2014.