Literatura emergente de Querétaro / No. 208
Estado de México, 1996
Resistencia soy
Mi forma de resistir es guardar todas mis lágrimas en un vaso de cristal y beberlas al día
siguiente
Acerbas:
las glándulas despiadadas e inacabables.
Me sublevo a vivir asíntota de flores y cometas,
de la incoherencia entre mi lengua y la pasión laxa, porque no despierto, no juego.
Follo antes del suicido, sin diversión; muerte prolongada desde el insomnio hasta los días en
que ya no miro ni pienso en este cuerpo,
Mi forma de resistir a esta agonía es romper a media voz esta tentación fúnebre de dejar caer mi
alma y no cuestionar la dirección que lleva,
porque antes del amanecer ya soy náusea del romanticismo digital
y resaca del hastío por los hombres que pusieron sus palmas en mi ropa,
y me dejaron desnuda, entre tabaco y soledad.
Me resisto a que la vida me siga cuestionando por qué soy extraña ante ella, y por qué mi
empatía con la muerte es proporcional a escuchar a los herederos londinenses a muy altos decibeles.
Es partir instantáneamente de mi corazón, de mis pulmones, del cerebro gañán. Y ver el limbo
sin filtros ni pixeles.
Morir es resistir. Ah, y yo muero.
ÉSTE NO ES UN POEMA
sobre cuán hermosos son tus labios,
ni tus ojos,
ni pestañas,
ésta no es una declaración de amor,
ni tampoco un chantaje romántico,
este poema no tiene ritmo,
ni elogio,
ni adornos textuales,
ni figuras retóricas
—porque las he olvidado—
y tampoco hablo de sexo,
Ni de las chicas con las que duermes,
Ni las musas con las que sueño
—Joplin—
—Nina—
—Pizarnik—
ni de mis silencios que te insinúan
ni de las crisis por no saber de qué va todo esto,
—tú a tus treintas—
—yo en mis veintes—
ni de tu doctrina política
o mis lecturas feministas,
tampoco de mis enfermedades mentales
—depresión—
—ansiedad—
mucho menos de tus manías
Ésta no es una prosa
sobre mis lonjas
—grasa abdominal—
Ni mis estrías ni tu baja estatura,
ni de los poetas a los que editas,
o a los que adulas
—Blake—
—Borges—
Ni del rock británico
que galardona mi insomnio,
o los astros que nos conmueven;
esto va sólo sobre la distancia
en que dos cuerpos
—cuando se quedan despiertos—
tocan el tiempo
—y el espacio—
y lo desmoronan,
y lo abrazan
y dejan de existir
al unísono:
en el infinito.
Esto no va sobre escribir,
esto va sobre sentir la muerte
y sostenerla con una mano
y con la otra
acariciar La Vida.
Nadia Bernal Estudia la carrera de Comunicación y Periodismo en la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha publicado en la plataforma digital microcuentos.es y en la Revista Enchiridión, ha participado en lecturas con el colectivo “Poesía Precoz” en la ciudad de Querétaro y actualmente colabora para el semanario Tribuna de Querétaro.