¿Qué se busca decir cuando se escribe, un inventario de recuerdos y sueños que no queremos perder, o acaso llamar esas pertenencias del mundo que encontramos anegadas en distancias, en ausencias o en fragilidades de las que no sabemos más que palabras? La poesía se imagina como una frontera donde las buscamos alcanzar no sé dónde; cuando queremos en principio dominar formas, sentir nuestra lengua como un viento que nos dibuja, y preguntar qué hay más allá de esos recuerdos o visiones que nos visitan desde la infancia, y en los cuales la necesidad de escribir se asoma como una oración con la que se pretende aplacar el susto de no comprender. He escrito algunos poemas pensando que la poesía sigue siendo un mar al que podemos arrojar los deseos. El primero fue precisamente ése, saber dónde estaba el mar, dónde estaban las palabras. Al silencio y la ambigüedad con que los días me fueron dando esbozos de respuesta, también sus verdades asomaban tejiendo hilos más frágiles, en los que ya no se trata de hacer que brille el poema por la belleza que pueden causar sus sonidos, por la destreza que supone conocer las palabras sin saber si se comprenden. Porque uno no viene a escribir solamente loque piensa, lo que la intuición le dice, lo que la realidad muchas veces falsea. Se trata de vivir y hacer que en nuestro esfuerzo por decir, algunas veces en esos instantes vivan. ¿Podría escribir si las palabras no hablan de eso? No lo sé. También pienso que ellas son las primeras respuestas a este pacto. Uno puede pensar que sabe, pero ellas también saben demostrar que se expresa muy poco.
Verba volant
Estas puertas abiertas
a la noche del cuerpo
se cierran sin sonido de goznes
Tras ellas el tiempo
fluye en pedazos
y arrecia impenetrable
su rencorosa música
Cuando te abandone su rumor
y la sequía de las palabras
sea el espejismo en tu cara
Comprende que no se escapa
porque hace falta el aire
Entre mares y desiertos
lugares invisibles
esperaban los ojos
Costumbre
Las veces que el río dejó sus zapatos y corrió desnudo tras el viento el árbol hizo de su copa las raíces los pájaros caminaron ebrios No he conocido de dónde viene la risa
sin que deje algunas lágrimas He visto mis piernas huir de mí trastabillando
y las lisonjas de tu cuerpo devolviéndome a un sueño
Las horas inútiles
Si ninguno de los atardeceres es mío
y soy tiempo prestado para la sombra de los árboles
¿cómo llego a mi casa cansado de verme
corriendo tras las puertas
persiguiendo los sonidos que acaricia la lluvia?
Con mis propias letras he arrancado a las piedras
un poco de fuego para las velas de esta noche apagada
Pequeño formato 3 (de la serie Expreso de imprecisiones), óleo/tabla, 17 X 17 cm, 2007
Tiempos
Hablo de los días y las noches del trepidar de calles del sol que perjura en sus navajas Hablo de una llaga en mi espalda
donde el peso del mundo duele de lo único que no dejan ver los cristales
del rencor y su transparencia en la sangre
Hablo de un animal dormido y compases de vals con mariposas en mi alberca Hablo de no poder ignorar
las auroras con sus muertos de mis manos sudorosas de las paredes donde se oculta el amor del dios que canta en esas orillas donde se rompen las olas
Casa de humo
En algún lugar del mundo encontrarás
que una lágrima recogida en el lecho unas tijeras abiertas debajo de la almohada verán esas calles que nos llevan más adentro cuando los recuerdos a fuerza de no vencer en ti devuelven regalos de su propia miseria
Una palabra como casa
Señor dame una palabra que tenga la forma de un barcoun barco
de velas inextinguibles donde pueda ir a conocer el mar Dame esta palabra por casa por vestido por amantedeja que ella sea mi soledad mi alimento y no pueda sobrevivirla
Aquí estoy tan vacío de formas y silencio…
Toda mi inspiración semeja el ruido de unas manos atadas necesito un barco por cuerpo y el amor por mar
Escúchame por estas alucinaciones y la vastedad de las cosas que vuelven
a su lugar
Giovanny Gómez. Reside en la ciudad de Pereira desde muy temprana edad. Estudia español y literatura en la Universidad Tecnológica de Pereira. Es director de la revista de poesía Luna de Locos, así como del cineclub “Cine en Cámara, Cine con alma”. Su primer libro, Casa de humo (Tertulia Literaria de Gloria Luz Gutiérrez, 2006) fue reconocido con el Premio Nacional de Poesía María Mercedes Carranza, 2006.