Aclaración preparatoria
Busca ahogar tus penas con los libros.
Prueba llorar como los héroes
de los que incansablemente hablas.
No requieres compañía:
las letras son tu bálsamo,
¿podrás apagar tu sed con tanto polvo?
Escribe, escribe, escribe,
escribe como escribo esto:
¿Qué se siente tener a tu merced todos mis versos?
Anegado de una líquida virgen que me ampara
Con los pies ebrios de asfalto
Espero las membranas de la tempestad
En la más próxima lluvia
Su finitud
Se recuesta sobre la hierba
Y cruje mineral el río
La constelada soledad de mi garganta
Miro mis manos
Son una llaga en el vientre de Cronos
Tomo mi lengua
Siembro lentamente su veneno
Brindo una copa de viento
Una lenta música de gotas
Es una noche de labor y odio
Ceniza y vid
Musitan
Sobre las entrañas del alba
CANTO A MIS ESPALDAS.
Ebrio me busco
en puentes de alcohol y de saliva.
De nada sirve que me hable
porque a mí nada me importa:
en mi almíbar pataleo (así gusto)
queriendo que el olvido me recuerde.
Lloro, idiota, destrozado:
a nadie conmuevo con mi llanto.
Lloro, fetal, en la escalera:
a nadie conmuevo con mi llanto.
Lloro, obsoleto, derrotado
—nada espero—
lloro con el vientre apuñalado:
ni al estiércol conmuevo con mi llanto.
No me culpo corazón de haber nacido.
Persistencia
1
Porque me impronto si tocará la puerta en la mañana. Si borrasca, agrieta la paciencia, sus ventanas. Si habré de desprenderme y su gástrico latido me reclame queriendo saciar la sed de sus cadáveres. Si hambriento de ruptura abreve del más cercano abismo y ella gima, derrotada.
2
Con la pluma a medias en la mano, las horas florecen a su tiempo: hilo en que gargantas anhelan siempre derramarse, arroja sus murmullos en la memoria del día, en las ácidas mieles del exilio.
Un gorjeo de verdugos enhebra mantos de luz: la noche, su diámetro de altura.
Terriblemente sutil, la niebla se bifurca.
3
Busco yacer tras una mirada. Al degollar mis párpados, el cúmulo de polvo, el envenenado verso, agonizan.
Las sombras del cáncer exhalan sus vapores. La estación que recorre esta ladera infértil morará entre las llamas del vidrio, en su voraz péndulo.
Aflijo mis quimeras: el insomnio, recinto azul fuego mis arterias: larva antigua mi pecho desde la entrega del cosmos es imposible el caracol niegue su deleite plano a plano que el sol traza.
Mi voz rompe toda tregua a la cordura