Iniciamos este primer número del año con un texto por varias razones importante: primero, porque quien lo escribe y lo brinda a las nuevas generaciones de escritores es, digamos, la madre de esta publicación, quien en 1966 tuvo a su cargo la difícil y grata labor de arrancar y concretar, con resultados por demás satisfactorios, un proyecto único en su momento, un espacio de expresión de los jóvenes en tiempos áridos. Segundo, porque el contenido de este texto representa un sincero testimonio de los motivos y la génesis de la creación literaria. El texto: “Un punto de partida”. La autora: Margo Glantz, a quien agradecemos desde aquí su presencia y su impulso inicial para que esta revista siga hoy, a tantos años de su nacimiento, fiel a su objetivo de dar voz a los estudiantes.
Este número incluye además un cuento que estamos seguros sorprenderá a más de uno, nos referimos a “Una mujer y Robert L. Hawking”, de Diego Velázquez Bentacourt, muestra del trabajo realizado en los talleres literarios coordinados por la Dirección de Literatura en escuelas y facultades de la UNAM. También se publican aquí los trabajos ganadores de mención en poesía, cuento breve, cuento, fragmento de novela, ensayo, fotografía y crónica, en nuestro concurso pasado.
Como ya es costumbre, los dibujos y fotografías que ilustran esta revista merecen mención aparte. El trabajo realizado por alumnos de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y del Tec de Monterrey Campus Ciudad de México son muestra de un proceso que madura en cada edición de Punto de partida. Y en nuestro Reseñario, dos recomendaciones muy apetecibles: Dios sí juega a los dados, de Óscar de la Borbolla, y La caverna, de José Saramago.
Y para terminar, Punto de partida se hace eco de la voz de muchos de nuestros colaboradores y vota por la paz en este 2003 que inicia nublado por vientos de guerra.
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