No. 153/EDITORIAL |
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Cuenta el poeta José Ángel Leyva, a propósito de las categorizaciones por edad y los apoyos institucionales a escritores, que él nunca fue lo suficientemente joven: siempre traspasó el margen —primero los 30 años, posteriormente los 35— para ser beneficiario de las becas destinadas a los nuevos autores. También por este azar cronológico no publicó en Punto de partida, pero sí ha estado muy cerca de esta revista gracias a los muchos jóvenes poetas que han compartido las páginas de Punto de partida y de la revista Alforja, y deseamos que siga así en el proyecto editorial que ahora emprende junto a María Luisa Martínez Passarge, la nueva revista literaria La Otra. Para enmendar en cierto modo aquella ausencia, Leyva llena las planas de nuestro Árbol Genealógico de año nuevo con algunos poemas de su libro inédito Aguja, de próxima aparición en Italia, España, Quebec y México.
Con este número iniciamos la publicación de una serie de dossiers de nuevos autores latinoamericanos, cuya obra ha sido recabada por el poeta Luis Paniagua. Esta vez toca el turno a siete escritores de Uruguay, Argentina y Chile, agrupados un tanto fortuitamente por zona geográfica y presentados por el propio Paniagua. Esperamos incluir este año por lo menos dos dossiers más, con la intención de tender puentes entre nuevas literaturas de distintas latitudes. La edición ha sido ilustrada con una extensa serie de xilografías del artista de origen maya José Pool, Mashka, quien generosamente cedió su trabajo a Punto de partida. Incluimos también las colaboraciones de dos poetas mexicanos. Por un lado, Balam Rodrigo contrasta el lenguaje de sus personajes del sureste —próximo en distancia y sonoridades a Guatemala— con el entorno en el que inscribe el poema (la colonia Roma); por el otro, los versos de Christian Barragán, tan cercanos a la esencia de sus imágenes. En narrativa, Daniel Malpica disecciona en media cuartilla una caída por las escaleras, y la salvadoreña Claudia Hernández nos deja una sonrisa con las vicisitudes de un inquilino en su cuento “La mía era una puerta fácil de abrir”. En ensayo, el cáustico humor de Víctor Cabrera, quien con gracejo reniega de su nombre en “Llamadme Álvar”; y la mirada certera de Luis Téllez-Tejeda a la relación entre la literatura y las nuevas tecnologías. Cerramos con dos recomendaciones a la lectura: Imperio de Rocío Cerón y Las tinieblas del corazón de Manuel Echeverría, e invitamos a nuestros lectores a participar en el Concurso 40 de Punto de partida, cuya convocatoria aparece en estas páginas. Buen año. |