No. 155/DIEZ POETAS DE TABASCO 

 

guzman.jpgUlises Guzmán
Jalapa, 1975

 


Poética

La poesía llegó a mi vida en una época de dificultades: la migración hacia otra forma de comportamiento, por decirlo así, en un medio completamente ajeno como la ciudad. Pese al dolor, fue una época de descubrimiento de nuevas formas que comulgaron con mi existencia a través de las palabras. Fue la poesía de Jaime Sabines, Pablo Neruda y Rubén Bonifaz Nuño; la narrativa deslumbrante de García Márquez, Juan Rulfo y Hermann Hesse; fue la música de Milanés, Sabina y Silvio Rodríguez; todo esto me acercó definitivamente a esa otra puerta, a otra dimensión donde el dolor se transformaba paradójicamente en alegría, ese dolor que no oscurece sino que da otro sentido a los sentidos, un modo distinto de percibir la realidad; esto llegó y permanece gracias a la poesía y a las amistades que me acercaron a ella.




Recuerdos lejanos

Quizá pueble de nostalgia mis futuras tardes
cuando el viento cruce sin aviso las ventanas
y se meta en cada poro de las paredes vacías
y finja tus pasos callados bajando la escalera
Quizá en la difícil noche cruja el laminado techo
y huyan en tropel grillos, salamandras y alacranes
ahogando su partida en la espesura del silencio
Quizá se borren las húmedas páginas de un libro
cayendo de las manos vencidas por el sueño
Quizá las voces se pierdan para siempre…


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Variaciones
(Claudia, Verónica y Sofía)

I

Como la redondez, como la estricta circunferencia son los pechos de Sofía
Circular como sus llenos labios donde se pierden los besos del mundo
donde habita la saliva más dulce que brota de los pezones amoratados
como en la canción de María tepozteca
y la cadencia que al caminar sorprende al aire hinchado como mástil de una 
     carabela


II

Desde la estrecha cintura descienden nuevamente rayando un par de muslos
alineándose con la anchura de sus senos que amenazan como lanza erguida al 
     horizonte
Clava entonces su mirada oscura incendiando con su boca de marfil
blanco los archipiélagos de sombras


III

Asoman sus hombros metálicos como el otoño bajo la blanca túnica apretada
     contra las
sales de su carne. Tiene un esplendor de luna, mejor dicho, es la luna
venciendo al sol en plena cópula…


IV

Su vientre serpentea como la arena quemada en medio del desierto cuando
el viento la desnuda. Más allá su bajo vientre, más allá la oscura duna abierta
como boca de serpiente en espera de la presa lubricando los labios inferiores
para facilitar el engullimiento


V

Los labios carnosos como granada madura llamando a las hormigas, suaves y 
     dulces
como el durazno. Su anchura profunda donde ahogar la lengua. Su vaho
cálido donde caer muerto. Acribillado y resucitado. Y morirse cada tercer día.
Y despertar a su lado


VI

Como el bronce en El beso de Rodin, su cuerpo tallado
Como la fragante rosa en su pelo ensortijado, así el perfume
Como un cerrar y abrir de ojos extraviado en su noche
Como la noche del celo en los perros y los gatos
así la furia al mezclarse con su sangre

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Ulises Guzmán. Es egresado de la licenciatura en Idiomas por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Forma parte del taller literario Monte Carmelo desde 1997. Fue colaborador del suplemento cultural Caravansary. Ha colaborado en revistas como Tierra Adentro, Alforja y Ruptura. Es parte del consejo editorial de Monte Carmelo. Entre sus publicaciones destacan las traducciones de Rudyard Kipling, Edgar Lee Masters, Guieseppe Ungaretti, Eugenio Montale, entre otros. Es autor del poemario inédito Muros como espejos.