Poética
Una tarde en el Distrito Federal me dirigía a la terminal TAPO. Comenzaba un periodo vacacional y yo regresaba unos días a Villahermosa. En alguna calle de una colonia desconocida para mí (como tantísimas otras) el taxi se detuvo debido al semáforo. Por cuestiones de seguridad, iba en el asiento trasero del vehículo. En mis manos llevaba algún libro de poemas. Levanté la cabeza un momento y la giré hacia el lado derecho. Entre los locales había uno de quesadillas. Serían las cinco o seis de la tarde. Advertí a una mujer, ya mayor, que atendía. Era notoria la penumbra en la que estaba envuelta, su soledad y tristeza. Llamó mi atención esto: en la pared, por encima de la puerta de entrada al negocio, había una bombilla al lado de un listón negro. Me concentré unos segundos en esta imagen. El taxi avanzó. Evidentemente alguien había fallecido. ¿Sería el esposo de aquella mujer, el que la ayudaba en el modesto trabajo, su compañero de toda una vida? Aún hoy recuerdo esa luz, más intensa que aquel moño. En ese detalle, quizá inadvertido por los vecinos o transeúntes, puedo decir que estaban juntas muchas cosas, entre ellas la poesía por la cual me inclino: poesía que refleja luz y oscuridad, oscuridad y luz, poesía que tiene necesidad y defiende la vida.
Horas
El estallido debe tener la paciencia del silencio
para conocer lo que hay a estas horas
Que no lo impida la luz afilada
Que no se cansen los pasos
Son horas de mirar el rostro del desvelo
ir en busca de algo
Noches
y siempre
a medianoche más cerca de la soledad que de la dicha
Jorge Fernández Granados
A esta hora
la casa se ilumina con la costumbre de posponer el sueño
Abajo la estela audible de los últimos vagones
Algo hay siempre en acecho
que nos obliga a decir aquello que otros temen
aquello que también somos
como un antifaz invisible que llevamos puesto
Me acerco a la ventana
Allá la luz que miro y cae despacio
ilumina muros y árboles
luz que no es del tamaño de nuestras manos
A esta hora
todas las ciudades son iguales
y cada uno es sobreviviente de su destino
Descubrimiento
Solo
avanzo a tientas muy despacio
Evito tropezar con los medicamentos
y el vaso de agua
con los empolvados álbumes de familia
con los muebles que olvidó el tiempo
con la puerta de esa otra habitación
donde algún día entraremos sin llave
Péndulo
Una gota en este silencio
podría ser tempestad
capaz de voltear la balsa donde viajan náufragos
Un movimiento apenas
es la angustia del que está firme sin sus huesos
sin salir de casa porque también la luz quema
Todo lo que me rodea lo que ahora calla
conoce mi miedo
Noctumbre
Hay noches en que el silencio corre
tras la voz para decirse
y el amor arroja a los amantes por la ventana
Ahora todos duermen
no avanza el reloj
ni siquiera sabe el tiempo que existo
Hay noches casi siempre
en que el sueño deja de ser cama para el cansancio
y los ojos son resplandor inmenso en el cuarto
Cualquier día
No hay peor hora que aquella que nos descubre
abrazando nuestros miedos
sin ganas de recordar
o hablar con alguien
Cuando se abre ese espacio
entre el calor del mediodía
y la temprana oscuridad de la tarde
No hay peor hora que aquella
en que la angustia es el costo de ciertos días
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