Estribo en tu vientre
mi ser deshecho;
con las manos en tus muslos,
construyo la quimera que te roza
—dentellada que sangra
en las grietas de tu cuerpo.
El algodón —no nube, botón de rosas, o follaje crisantemo— sigue cayendo.
II
Aferrarme a mayo,
purgar los abriles de mi frente.
Nada es lo mismo
Ahora carne alada
condensas una chispa sinfónica,
un verano.
III
Algo de aquel cofre te contiene:
un cerrojo que se corre,
una tapa sin memoria
y un muro que se desgaja.
En ocasión de este amor pasado, de este recuerdo que aparece entre las rendijas del piso, cae el algodón que te velaba.
Y de pronto nada,
una cripta sellada emana sombra por los ojos.
V
Contienes en los ojos al crepúsculo;
todo yo
una parvada que vuelve del pasado.
Cae esa fibra celeste, se descubre tu ingle que espera amnésica, sin la injusta alusión de la memoria.
No recuerdo cómo desnudarme.
Invoquemos al silencio.
Andrés Márquez Mardones (Ciudad de México, 1977). Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Obtuvo el premio José Emilio Pacheco, en el área de poesía, así como la beca Edmundo Valadés para publicaciones independientes, en 2004, 2005 y 2009. Actualmente es editor de la gaceta de literatura y gráfica Literal, y de sus distintas colecciones.