No. 160/13 POETAS ECUATORIANOS


 

foto-ordonez.jpgFranklin Ordóñez Luna
Loja, 1973

 

 



Poética

Desenmascarado (descarado) la poesía es la balsa en la que flotó. También es el instrumento para levantar totems al deseo, a la furia o al amor.
     Desenmascarado me miro a mí mismo, ahora mis ojos son más limpios.




Autorretrato

Momificaré el pasado y lo enterraré
En las catacumbas de mi corazón
Inventaré un alfabeto y en las paredes
Contaré mi historia.

De Mapa de sal, Triformidad, 2001






VEN 
acércate
escucha el delfín que navega en mi vientre

De Mapa de sal






Rum Tum Tugger

Para Juan Diego, entre Jesús y Madonna



I
Cabrón, volverás cuando la ciudad esté a oscuras. Perro de la dicha.
Desde el tejado, pediré permiso para arribar al lecho de tu corazón.
Sube, baja, trepa. Encadenémonos con los brazos hasta el amanecer.


II
Porque tu corazón es una grieta.
Porque escudriñas en la noche y tus cuchillos son música en mis labios.
Porque asomas en mi tejado cuando te place, tomas posesión de mi carne, mis
     huesos; desnudos clavamos el amor donde nos da la gana.
Porque te aterra mi historia de Jesús y los gladiadores (Tonto, la inventé para ti,
     para que te ames en mis palabras)


III
Te he dicho que el silencio es música en tus manos.
Que dormido cuelgas las alas y te enroscas en mis brazos.
Volverás cuando la ciudad esté a oscuras. Me engatusarás hasta el amanecer.

inédito






CARNE, solo carne, estoy lleno de otros cuerpos, sudor,
esperma malsano.
Los dioses son de paja y han caído en mi barro.
A quién pedir un pedazo de cielo donde derribarme.
 

De A cambio de monedas o palabras, El Ángel Terrible, 2007







Aún es tibia tu desnudez en mis labios.
la hierba de mi corazón guarda tu rastro.

De A la sombra del corsario, La (H)onda de David, 2004






Chueca

Qué importa tu nombre
si en aquel portal,
desnudos,
aún se besan nuestros labios.

De A la sombra del corsario






Keanu Reeves

Sabes a mares del sur
ceniza de marihuana.
Llego a tus nalgas.
Qué importan los versos,
la música, Manhattan.
Qué importan las torres desplomadas,
el sur comiendo cieno,
el vacío de los desterrados.
Qué importa el mundo
soy pez de tu mar en llamas.

De A la sombra del corsario






A la sombra del corsario

El único destino es seguir navegando
en paz y en calma hacia el siguiente naufragio.
José Emilio Pacheco, Titánic



Se retuerce la noche, animal en celo. Perfora la piel, los huesos donde escribo la historia. Sube el mar: espejo y pájaro de agua; siembro tulipanes en el vientre de gaviotas. Recorremos Goya, de las bocas del metro emergen relámpagos, delfines, toros que navegan sobre espadas. Pero abres las alas, desapareces. Enloquecido me lanzo a la ciudad, te busco. Azoto mi cabeza contra el muro. La marea me arroja al país de barro y espejismos, de gangrena y minerales. Torpes las montañas me consuelan con historias de amores quemados. Te retengo en pedazos de papel, en mi piel donde dibujaste ciudades muertas. Te retengo en historias de hormigas, en la balanza, la sal que bebí de tu espalda. Lanzo mis alaridos a la cordillera, al nudo lleno de paja y fantasmas. Qué lejano el invierno, sus noches, nuestro lecho de metal y marihuana. Qué cercana tu voz, tus palabras con piedras de sol… Tus manos que atraparon las mariposas de mi garganta.

De A la sombra del corsario






Blues del adiós

Ha pasado un año, ya no somos el centro ni estamos en él; yo al sur ofrezco mi carne al barro.
Tú, en medio de la grieta, buscas dioses que devoren tu alma. La vida avanza, distantes nos arrojamos a la luz que a lengüetazos nos roba la magia.
No olvido nuestro lecho, el toro rabioso entre tus piernas, el tatuaje que tantas veces intenté borrártelo a besos. Ahora creo en los milagros, creo en tu voz, tu música, mi poesía.
Ya no le temo a la soledad, ramera clandestina, tiene mi rostro, también arrastra el fantasma de un hombre, pero yo te canto. A tu lado descubrí que el amor es un potro sin máscaras, que la vida es arrojarse de espaldas y emerger con el sexo envuelto en algas... Pero ha pasado un año, por fin anoche te encontré en otros labios.

De A la sombra del corsario


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Franklin Ordóñez Luna (Loja, 1973). Es licenciado en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas y en Lengua y Literatura, con especialidad en Filología Española por la Universidad Complutense de Madrid. Fue Coordinador del Taller de Literatura de la Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay. Es autor de Mapa de sal (2001), A la sombra del corsario (2004), A cambio de monedas o palabras (2007) y Del Neo José y otras historias (2008). Textos suyos han aparecido en publicaciones como Ánfora Nova y Casa de la poesía. Actualmente se desempeña como catedrático y periodista. Reside en Cuenca.