No. 160/13 POETAS ECUATORIANOS


 

foto-espana.jpgSiomara España
Manabí, 1976

 

 



Poética

La búsqueda de la armonía entre la palabra y el sonido será siempre el norte de lo que escribo, y aunque mucho se hable de la inexistencia de las musas, de la inspiración, de que sea cursi o esté fuera de uso la llegada de ese estro que con su furor inunde todo, para mí resulta indivisible a la hora de escribir poesía. Es como una especie de confabulación entre razón y subconsciente; prescindir de él sería negar mi propio acto de escritura; es un momento, un chispazo donde surge —en muchas ocasiones— casi casi de cuerpo entero la totalidad de un poema.

También en sueños, ese estro asoma ante la somnolencia y el papel, me hace escribir aquello que codificaré al día siguiente, aunque a veces nada lo satisface y se convierte en tábano que atormenta entre delirios hasta sacarme en la madrugada de la cama, y me sigue atormentando semanas enteras. El resto siempre será el oficio de escritura y reescritura, pulir y tirar, tomar y retomar, aunque también haya temporadas enteras sin el más mínimo deseo de reencuentro entre el papel y la palabra, tiempos de ocio total, cuando me involucre en las cosas más inverosímiles para luego caer entera ante la urgencia de la escritura, donde cada palabra tendrá su propio tiempo y los ignorados vocablos entrelazarán su voz para formar un nuevo canto.

Una taza de café, la caja de cigarrillos blancos, el tono ronco de la música del ídolo de Úbeda o de algún trovador cercano serán el complemento perfecto bajo el cual sigan surgiendo las palabras que después de terminadas leeré a voz en pecho para corroborar la armonía.

La poesía debe ser vívida y vivida, de lo contrario será artificio fraguado entre el maravilloso mundo del copia y pega de los tiempos de globalización, no será mas que el resultado de palabrerías sin sentido, sin cuerpo y peor aun sin alma, poesía forjada en las interminables latitudes del ciberespacio donde muchos convierten su llamada “poética” en collages de palabras rebuscadas, crucigramando acentos y fonemas que no dicen absolutamente nada.

El poeta es el escritor que nunca podrá apartarse totalmente de la subjetividad, así el tratamiento del tema poetizado será siempre para mí una amalgama de lo que vivo y creo, acompañado de una buena dosis de creatividad, raciocinio y conocimiento; el resto, insisto, lo hará ese tábano y su estro.




Duelo

Haré todos los duelos a esta muerte
cortaré mis uñas
mi cabello
lo vestiré de negro, así como a mi cuerpo.

Colgaré una manta en tu retrato.

Iré dibujando espacios,
esquinas de laberintos y bares.

Con los ojos vendados,
diagramados
lapidados de salitre,
emprendo los duelos pertinentes,
hasta que liquide la hecatombe de la almohada,
de la espalda,
del derecho y del revés

Porque cuando me recupere
de los golpes
contra puertas
escaleras
y ventanas,
entregaré a Abraham,
a Isaac,
y a todos los profetas
los sacos de ceniza
donde guarde los duelos de esta muerte

De El regreso de Lolita, inédito






El regreso de Lolita

Yo soy Lolita
Así los Lobos esteparios
me desenreden
las trenzas con sus dientes,
y me lancen
caramelos de cianuro y goma.
Intuí mi nombre aquel día del puerto
con los náufragos
¿recuerdas?

Y aquel combate
con Vladimir, el implacable.
Sé que soy Lolita,
lo supe cuando me entregó
sus manos laceradas de escribirme.

Por eso cuando apareciste suplicante
a contarme tus temores,
te dejé tocarme,
morder mis brazos y rodillas,
te dejé mutilar entre mis piernas
los temores de Charlotte.

Sabía que tu vieja espada
cortaría una a una mis venas,
mis pupilas,
y me burlé cien veces
de tu estupidez de niño viejo
llorando entre mi vientre.
Y cuando todos los náufragos del mundo
volvieron a mi puerto
a entregarme dádivas
que yo pagaba, con calostro y carne
tú saltaste tras mi sombra,
mientras yo huía,
mientras yo bailaba.

Por eso soy Lolita,
la nínfula de moteles y anagramas
que vuelve con la maleta al hombro
a retomar tras años el pasado.

De El regreso de Lolita, inédito

 

La casa vacía

No
invites a
nadie a nuestra casa
pues  repararan  en
puertas, paredes, escaleras
y ventanas, mirarán la polilla en los
rincones, los cerrojos oxidados, las lámparas
ciegas, arruinadas. No traigas a nadie
a nuestra casa pues no tendrán más
que angustia           de tu mesa,
de tu cama,           del mantel,
del mobiliario,           se reirán de
pena por las           tazas, fingirán
nostalgia
de mi nombre
y reirán también de nuestra hamaca.

No traigas más gente a nuestra casa
pues te escribirán canciones,
te entusiasmarán el alma,
te susurrarán traviesos,
sembraran una flor en tu ventana.

Por eso no debes, te lo ruego,
traer más gente a nuestra casa
pues se pondrán rosados,
verdosos, rojizos o azulados,
al descubrir paredes rotas
las plantas marchitadas.

Querrán barrer en los rincones
querrán abrir nuestras persianas
y encontrarán seguro entre mis libros
las excusas perversas que buscaban.

No traigas más nadie a nuestra casa,
así descubrirán nuestros absurdos
te llevarán lejos a otras playas
te contarán historias de naufragios
te sacarán a rastras de esta casa.

De Alivio demente, Allapamanda, 2008

 


Siomara España Muñoz (Manabí, 1976). Es licenciada en Literatura y Español. Fundadora del grupo literario Re-verso. Mereció el primer premio de Poesía Universitaria (2008) y fue finalista del concurso de cuentos Jorge Luis Borges (2008). Ha publicado Concupiscencia (2007) y Alivio demente (2008). Consta en varias antologías ecuatorianas y extranjeras. Ha participado en diferentes encuentros poéticos, dentro y fuera de su país. Parte de su obra ha sido traducida al inglés.