Credos / No. 228

Deslumbre


Jonathan Mirus




El Sol de la semana santa
es un pequeño dios,
terriblemente diminuto,
lejano e injusto.
Profundamente cala
en la mano herida
—raspada apenas perceptible—
que con esfuerzo sangra,
pero somete la carne lacerada.
El deslumbre de su crueldad permanece
en los colores de las casas,
en el pavimento agrietado
—donde sopla el tiempo—,
en la sombra vertical de un poste de luz
escondida para no ser devorada.
La pesadez envuelve los ojos
cansados del día,
de tanta maldita nitidez,
emulando la belleza de un cuadro de Sorolla.
En el momento en que la tarde asoma,
el calor obliga a los viejos a sacar las sillas
a esperar el fresco         atardecer
y el sonido del gorrión
                                      con sus alas
                                                  de hoja
¿En qué momento sucede todo?
No necesito comer una magdalena
o ver el torso desnudo de Apolo
para darme cuenta
de la ceguera impasible del instante.