Poder ser / No. 234
Sueño de Castelcutó
Pie plano, dijo el ortopedista,
una columna indómita, desviada,
con cintura inestable y posible
tendencia a la sinuosidad.
Probable adicción
en la adolescencia,
dijo el ortopedista.
El piso como destino.
De pequeño creí en la rectitud.
Me construí una coraza
de arrojo y
gandulería.
Fui como los niños
que se apropian del mundo,
pues todo les será perdonado.
Me mentí:
intenté
corregirlo
músculos
huesos
pensamientos
enderezados con dolor.
Encarnación del Cristo de Pisano
que se quiebra
sobre la rigidez
de una cruz inmóvil.
Desconsuelo.
Cargar a cuestas
lo que no era para mí,
lo que no me pertenecía,
lo que no quería.
Deseaba otras bocas,
otros cuerpos,
turgencias retráctiles.
La ortopedia no deja rastro de la naturalidad:
Es el orden obligado. En las posibilidades de
existir, aquello que se distribuye de manera
armónica alcanza extensiones de forma casi
natural; su ser está dispuesto con esa extraña
posibilidad. Como consecuencia, aquello
que no lo hace, lo que crece a oscuras,
inesperadamente, alcanza dimensiones
rechazadas; logra sus propios límites
a voluntad, por capricho
turgencias retráctiles.
La ortopedia no deja rastro de la naturalidad:
Es el orden obligado. En las posibilidades de
existir, aquello que se distribuye de manera
armónica alcanza extensiones de forma casi
natural; su ser está dispuesto con esa extraña
posibilidad. Como consecuencia, aquello
que no lo hace, lo que crece a oscuras,
inesperadamente, alcanza dimensiones
rechazadas; logra sus propios límites
a voluntad, por capricho
depravación
vicio
desviación.
Sueño que camino:
Mi pie no es una planicie breve
ni mi espalda un escudo para las luchas troyanas.
Recorro la plaza de Castelcutó
junto a Malena,
frente a las miradas
de todos a los que he guardado secretos
o que he deseado con locura.
Malena
Yo
La otra
Ella camina descalza,
porto sus tacones negros.
Me odian por disoluta,
yo sí, la verdadera disoluta,
la que se monta en la cruz
y baja de ella
envuelta en
curvaturas vulgares.
Coronada.