¡A la cancha! / No. 237
Herencia
Nací el día en que un futbolista falleció
y Dios me condenó a ser pésimo con la pelota.
La Calaca González jugó para mi equipo favorito
y para la selección nacional.
Anotó un gol en el mundial del setenta,
cuando mi padre jugaba en la plaza pública
un partido de béisbol
e hizo el jonrón más hermoso de la vida.
Ese día la Calaca González anotó un gol
que pasó al olvido
como el jonrón de mi padre,
como pasará al olvido
este poema.