Futuro / No. 221
Instrucciones de lavado
—Cuando te levantes, lavas las sábanas
ese día teníamos al mundo de frente
pero sobre nuestra almohada hubo ponzoña
—Qué raro, tú no me das órdenes
bajo mis mejillas se yergue una Medusa de saliva petrificada
el extrañamiento me adormece
me pesco de tu lengua anzuelo al pronunciar la L
contendí contra mi voluntad
abandoné las sábanas en la duermevela de la memoria mía
ahora sueño mis nudillos batallando
confundo mi voz con la de mi padre
y nuestras figuras en un apretón de manos
resquicio de dolor contra la piedra
suciedad que no renuncia ante el vaivén brusco de mi memoria
donde vacilan nuestros cuerpos heridos por la navaja
mi imposibilidad de lengua
mi herencia:
la abuela me dijo una vez que jamás
colgara una sábana que no estuviese tan blanca
como para devolverle al sol sus rayos
eso último no lo dijo pero ahora la sueño
yo aprendí todo mal
¿qué más habré mal aprendido de la anciana?
a mi abuela le quitaron los pocos dientes que le quedaban
su saliva afanosa deshizo su dentadura antes de tiempo
atentando el cuerpo contra el cuerpo, la imperfección del artificio
me pregunto si mi saliva tiene la malicia de desbaratar un hueso
si cuando te muerdo y dices que duele es cierto, ¿será cierto?
en el sueño empuño la sábana buscando una mancha más
pero también la arrullo porque deseo que duerma conmigo
mecer la sábana entre mis manos
y destruir lo que debió ser albino:
llámese como sea
me cuestiono si mi padre habrá heredado
la lengua malsana que no se detiene
si eligió la demencia porque esta vida que ya no es suya
en su afán de hombre muerte
no le pertenece y yo ahora entiendo
no vivo de memoria pero creo que en el futuro
son una sola estatua amarilla de piedra
la saliva de mi abuela, de mi padre y la mía
desde entonces no puedo con el silencio
mi padre tuvo un solo amor de lenguas enganchadas
un amor de plumas en la lengua
dos rostros de frente mirándose
ellos hicieron de la herida de navaja su hogar eterno
encontraron el quebranto y huyeron, en la urgencia
de nunca haberse besado el cuerpo, del temor
el verdadero amor de mi padre es otro hombre
y ahora que él ya no está, mi padre eligió desquiciarse
y mientras aquel duerme por siempre
mi padre sólo pernocta
en los brazos amarillos de una perra
la mancha de la sábana deviene tinta
todo esto sueño y la mancha sigue ahí
la orina de un perro es musa
traición albina del discernimiento
perra amarilla que desincorpora
ahora que lo sueño sí
siempre he sido pálida y de voluntades líquidas
y me han preguntado tantas veces
—¿Qué no vives en esta casa?
porque no encuentro las cosas
no encontraría el jabón, por ejemplo,
si quisiera levantarme a lavar la dichosa sábana
en el futuro mi padre desdentado
tiene el alma corroída de tanto echar de menos
y duerme:
el sueño abruma cuando la felicidad no es suficiente
cuando sobre la cama caiga
y la debilidad de sus piernas ya no le permita levantarse
¿quién limpiará sus orines? ¿quién le dirá levántate y anda?
en cambio tú sí
vendrás a levantar mi rostro ceniciento de la almohada
y seguiré pescada de tu lengua
contendiendo contra mi voluntad
abandonando las sábanas en la duermevela de la memoria mía
mis nudillos no serán un sueño
ni mi voz será la de mi padre
ni nuestros cuerpos el suyo y el de su amante
ni nuestras figuras tendrán su espacio en un apretón de manos
tendré que comprobar
si mi saliva hiere, si bajo mis mejillas se yergue una Medusa
si al mirarme te volverás piedra que rasga mis nudillos
por fortuna conservo la dentadura
y el sueño hasta hoy sólo es sueño
entonces despierto
y elijo no lavar la sábana.