Futuro / No. 221

A la deriva
[Breve unipersonal para videoproyector y un cosmonauta]




“A la deriva” forma parte de un proyecto teatral más grande intitulado Vórtice. Universo paralelo para tres aeroplanos, texto dramático de ciencia ficción escrito ex profeso para el Colectivo TeatroSinParedes A. C. y para ser presentado en el Teatro Santa Catarina de la UNAM y en el Teatro Julio Castillo del INBAL. Este unipersonal es tan sólo una de las tres trayectorias dramáticas incluidas en el texto original; sin embargo, el autor confía en que puede ser leída, comprendida y representada de forma independiente. Algunos ajustes han sido realizados respecto al original para hacer funcionar el fragmento de manera autónoma.

 

PERSONAJE
Un cosmonauta

1



Un cosmonauta flotando a la deriva. Está desorientado. En su gesto podemos observar una extraña mezcla de dolor y miedo. Su traje espacial está deteriorado. Manchas de sangre le cubren un costado. Le hace falta el brazo izquierdo. Se videoproyecta su ubicación:


ESPACIO SIDERAL
CINTURÓN DE ASTEROIDES EN LA VÍA LÁCTEA
COORDENADAS SIN PRECISAR
AÑO 3049



COSMONAUTA:

Heme aquí…
Flotando a la deriva.
Sin rumbo fijo.
Girando a máxima velocidad en gravedad cero.
Cayendo al vacío entre meteoritos, asteroides y pequeñas piezas de metal.
¿Qué fue lo que pasó?
Trato de reconstruir los momentos previos al descenso.
Con letras rojas carcomidas por la radiación, leo el difuso nombre: alec 3067.

Íbamos con dirección a Marte.
A llevar provisiones a las estaciones interplanetarias.
Después del cataclismo, la vida en nuestro hogar original era insostenible.
El planeta Tierra no era más que una roca inerte dando vueltas sin sentido.
Algunos de nosotros no éramos capaces de comprender siquiera
que aquel árido planeta hubiera sido, alguna vez, cuna de la vida.

Todo comenzó con el gran calentamiento.
Gases tóxicos eran expelidos hacia la atmósfera,
creando un efecto parecido al de un invernadero fuera de control.
Gigantescos glaciares se derretían sin cesar.
Los océanos cubrieron grandes porciones de la Tierra.
Lo que antes era bosques y selvas se vio reducido a desierto.
Especies de todo tipo dejaban de ver la luz del día para siempre.
Guerra, hambre y muerte era lo único que quedaba para el ser humano.
El planeta estaba condenado.
Al final, no tuvimos más remedio que optar por las estrellas.

Ahora no es más que un mausoleo de tierra y polvo que
gira avergonzado alrededor de un astro gigantesco.

ALEC 3067 se había detenido a causa de un propulsor dañado.
No llegaríamos más lejos si no se reparaba.
Trataba de soldar las aspas de enfriamiento del motor.
Estaba a punto de lograr ponerlo en marcha cuando…
algo nos golpeó.
No logro saber bien qué.
Los reactores explotan uno tras otro.
El transbordador se resquebraja como una pequeña esfera de cristal,
estallando en mil pedazos.
El fuerte golpe de la onda
me despide a través del universo y me aleja de la zona del impacto.
La estática sonando a través de la radio.
Aprieto los dientes para poderme reponer.
Entonces…
Un dolor insoportable me recorre todo el cuerpo.
Un pedazo de metal, expulsado a gran velocidad, rebana uno de mis brazos.
Veo, en cámara lenta, mi sangre flotando en el espacio.
Con un breve gesto hago como si quisiera regresarla a mi interior.
Comienzo a sentir la falta de aire.
Como puedo tomo el traje y, con la pistola soldadora aún en mano, logro sellarlo.
Ordeno al computador despresurizarlo.
Me desmayo.

Tiempo después, despierto.
No sé cuáles son mis coordenadas.



Estoy desorientado.
Del accidente ya no hay rastro alguno.
Sólo calma, soledad y el abismal silencio del espacio infinito.

Comienza a sonar una alarma al interior del traje.

Al interior del traje, una alarma.
Anuncia mi final.
42 horas de vida antes de que el último rastro de oxígeno se agote.
Y lloro…
No hay forma de evitarlo.
Se acabó.
Game over.

La alarma se desactiva abruptamente.

Sólo ahora, en una situación al límite, comienzo a cuestionarme mi existencia.
¿VALIO LA PENA?
¿HICE ALGO SIGNIFICATIVO?
¿VIVI LO SUFICIENTE?
¿VIVI… ACASO?

No sé bien qué responder.
Momentos después, me tranquilizo.
Ya no hay marcha atrás.
Nada más que hacer.
Disfruto el viaje.
La gravedad hace girar mi traje.
Entonces… VEO REFLEJADO EN EL VISOR DEL CASCO LA POSTAL MAS BELLA
JAMÁS IMAGINADA.
EL UNIVERSO ENTERO SE ABRE ANTE MIS OJOS.
ES UN MILAGRO INDESCRIPTIBLE.
PARECE SER LA PRIMERA VEZ QUE, DE VERDAD, PUEDO VERLO.
VUELVO A LLORAR.
PERO YA NO ES POR EL MIEDO…
ES LA CERTEZA DE SABERSE DI MINUTO ANTE LA MAJESTUOSIDAD DE
LOS CIELOS.
ES LA FORTUNA DE DESCUBRIR LA PERFECTA MAQUINARIA QUE HACE GIRAR
AL UNIVERSO.
SI DIOS EXISTE, PIENSAS, SEGURAMENTE ES ESTO.

Oscuro



2


El cosmonauta continúa flotando a través del espacio. Se videoproyecta su ubicación:

ESPACIO SIDERAL
COORDENADAS SIN PRECISAR, CERCA DEL PLANETA TIERRA
AÑO 3049



Se escucha, de nuevo, la alarma al interior del traje.

COSMONAUTA:

Suena, una vez más, la alarma.
Señala: 13 horas antes del final inevitable.
A medida que me aproximo al sol,
el calor se vuelve insoportable.
Una vez que esté cerca de alguna de sus ondas,
será cuestión de segundos para comenzar a derretirme.
Eso, claro está, si es que no muero antes asfixiado.
Me ha dado por pensar…, por intentar adivinar qué sucederá antes.
Si me dieran elegir, sin duda escogería arder entre las llamas.
Sería lo más cercano que estaría de transformarme en una estrella.

La alarma se desvanece lentamente.

De pequeño, al mirar al cielo, imaginaba que los astros no eran más que pequeñas
luciérnagas que habían ido a estamparse contra la oscura pared del universo.
Ahora me gustaría pensar que son los cuerpos de millones de cosmonautas que,
como yo, son atraídos hacia el campo de gravedad de un sol incandescente.
Desprendiendo fuego.
Convirtiéndose en fugaz estrella.
Señal ineludible de una trayectoria sin remedio…

Al interior del traje puedo sentir la transpiración del cuerpo.
Gotas de sal exudando por la frente,
flotando, encuentran su camino hacia los ojos.
Sacudo la cabeza de un lado al otro.
El movimiento hace que mi atención se centre hacia la Tierra.
Está ahí, girando… sin razón.
Inerte montículo de piedra y polvo.

Entonces… no sé si es por el calor, el hambre o la desesperación…
TODO SE REVELA ANTE MIS OJOS.
Tal vez estoy alucinando, pero…
ALLA ABAJO HAY VIDA.


No sé cómo, pero encontró el camino.
Halló la forma de seguir adelante sin nosotros.
Sobrevivió a nuestro paso mortal sobre sus suelos.
EL PLANETA SE ESTA REGENERANDO.

Grandes cráteres emanan cristalinas aguas.
Una nueva atmósfera comienza a recrearse.
La vegetación se extiende hacia el horizonte.
Extrañas especies, jamás vistas,
están poblando, una vez más, la Tierra.
Seres voladores surcan, en libertad, los cielos.
Entes acuáticos viajan al interior de los mares.
Sólo ahora, mientras floto a la deriva,
puedo comprenderlo todo:
no hay proceso natural que no esté interconectado.
Cada especie tiene una labor para mantener la armonía de la Tierra.
Son millones de ecuaciones que dan lugar a otras
y aquéllas, a otras nuevas,
y así… hasta el infinito.

TODO ES UN SISTEMA DE EQUILIBRIO EN PERFECCIÓN.
Quizá mi único propósito era llegar aquí.
Ser testigo del milagro de la vida.
De un nuevo resurgimiento.
Una existencia generada a pesar de mi presencia.
Sin intervención alguna de la especie humana.
Nos creíamos titanes,
amos de todo cuanto nos rodeaba.
No éramos más que un pequeño grano de polvo estelar flotando entre la nada.
Quizá fue mejor así.
Tal vez el planeta necesitaba que nos fuéramos para, entonces, continuar con su
gran tarea.
A los nuevos habitantes de la Tierra se los ve felices allá abajo.
En simbiosis perfecta de existencia.
Sólo ahora, que soy capaz de presenciarlo todo desde lejos,
no puedo dejar de preguntarme:
¿PODRIA HABER SIDO DE OTRA FORMA?

Oscuro.




3


El cosmonauta sigue flotando a la deriva en el espacio. Se acerca, cada vez más, al sol.
Se videoproyecta su ubicación:


ESPACIO SIDERAL
COORDENADAS SIN PRECISAR, CERCA DE LAS ONDAS RADIACTIVAS DEL SOL
AÑO 3049



COSMONAUTA:

Es ineludible.
Me acerco hacia la onda incandescente.
Mi viaje llega a su final.
El traje marca apenas dos horas antes de que el oxígeno se acabe.
Gané la apuesta.
Arderé en un millón de llamas y me convertiré en un cometa humano.
Mi energía será irradiada a través del universo.
Sin embargo, ya no hay miedo.
Lo único que hay son interrogantes.
Preguntas sin respuesta sobre la existencia.
No puedo dejar de pensar en el planeta Tierra.
En aquella roca a la que un día nos atrevimos a llamar hogar.
Pienso en su capacidad de regeneración.

En su voluntad eterna para producir la vida.
Me pregunto:

¿EN QUE MOMENTO PERDIMOS EL CONTACTO CON LA NATURALEZA?
¿COMO PUDIMOS PERMANECER INDIFERENTES ANTE LA CATASTROFE?
¿CUANDO SE NOS FUE TODO DE LAS MANOS?
Trato de pensar que existe un universo alterno en el que nada de esto ha sucedido.

Donde logramos mantener el equilibrio.
En el que vivimos en armonía perfecta con el mundo.
Todo quedó siempre en cada uno de nosotros.
En nuestra capacidad de decisión.
Lo tengo claro, pudimos optar por otra vía.

Imaginamos siempre que frente a una decisión se abre, ante nosotros, un paisaje
binominal.
Como si al panorama x le correspondiera una opción a o una b.
Cuando, en realidad, no sólo hay una a o una b, sino una c, una d, una e y así,
hasta el infinito.
Si tomamos en cuenta las resultantes derivadas de nuestras decisiones,
descubriríamos
que a cada panorama le corresponde, también,
una a prima, una b prima,
una c prima y así, hasta el infinito.
Si hiciéramos la radiografía de una decisión, encontraríamos
que se parece a una raíz gigante con grandes ramificaciones
que se extienden sí, una vez máshasta el infinito.

Es en una de esas ramificaciones donde estoy perdido. Donde nos hemos
extraviado.
Quisiera volver el tiempo atrás y hacerlo todo de forma totalmente diferente.
Rastrear aquel punto de quiebre que detonó este futuro inevitable.
Ahora ya no hay vuelta atrás.

Comienza a sonar la alarma al interior del traje.

Está sucediendo.
Comienzo a ser tragado por la onda de calor.
Mi traje está por incendiarse.
La piel comienza a calentarse.
El dolor se vuelve insoportable.
Acepto mi destino.

La alarma se desactiva de forma casi imperceptible.

Antes de perder el conocimiento,
alcanzo a divisar, a través del casco, una de las visiones más extrañas jamás
imaginadas.


Un pequeño avión viaja por el universo.
Son tres tripulantes.
Se dirigen a máxima velocidad hacia la Tierra.
En sus ojos percibo total determinación.
Están dispuestos a cumplir con su misión.
Entonces pienso que tal vez ellos tomarán la decisión que nosotros no pudimos.

En este pequeño viaje,
he visto cosas que ustedes jamás creerían:
pude ver millones de naves interestelares surcando el cinturón de Orión.
Rayos C irradiando más allá de la puerta de Tannhäuser.
Vi un universo paralelo en el que nadie nunca fue crucificado,
el Holocausto jamás sucedió,
no se exinguieron las especies animales ni vegetales,
los seres humanos vivimos en equilibrio total con la naturaleza.
En esta realidad alterna, pudiste ver al elefante al interior de la serpiente.
En esta realidad alterna, pude escribir los versos más bellos esta noche,
escribir, por ejemplo:
“en esta otra dimensión, tú y yo nos propusimos cuidar del mundo y ser felices…
y lo conseguíamos”.
Espero que ninguno de estos momentos
se pierda como lágrimas entre la lluvia,
que se queden, para siempre, grabados al interior de tu memoria

El cosmonauta es engullido por la onda de calor. Muere. Se vuelve uno con el universo.

Oscuro final.









N. del A.: En este texto aparecen referencias al legendario monólogo de Roy Batty en Blade Runner de Ridley Scott y a Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda. El planteamiento inicial del monólogo se inspira libremente en “Calidoscopio” de Ray Bradbury.

N. de la E.: Las fotografías de Gabriel Morales corresponden al montaje de Vórtice. Universo paralelo para tres aeroplanos en el Teatro Santa Catarina (febrero 16 - marzo 15 2020).