Reinvenciones / No. 223

La memoria intervenida


Sobre una calle que parece interminable, anunciada la crisis de los derechos y de la verdad, se manifestaron algunos ejemplares de la herencia cultural de las naciones del mundo. Fue una macroprotesta en la que se apropiaron del espacio y de sí mismos para reinventar su verdadero significado ante los ciudadanos. Los espectadores capturaron, con celulares y cámaras profesionales, imágenes que documentan la nueva dirección en la marcha de la historia. Sufrieron al verlos así, vivos, maquillados con colores brillantes e intervenidos con símbolos ajenos a su constitución original. Los espectadores sintieron de pronto la obligación de conservar el patrimonio, de mantener intacto el relato histórico que representan; ellos, los mismos que durante años ignoraron las injusticias y desigualdades que dieron lugar a las protestas, ya no podían ignorar las consecuencias: su patrimonio intervenido.

Como vivo cerca me incorporé a la marcha poco después de iniciada, con la intención de escribir una crónica que, seguramente —pensé—, conseguiría la portada de algún periódico o revista. Al llegar me encontré con una grata sorpresa: era nuestro Ángel de la Independencia quien encabezaba la marcha para guiar al pueblo.1 Las pintas feministas en su columna lo convirtieron en un fenómeno de la revolución simbólica; eso lo impulsó a convocar la protesta. Me acerqué a él gracias a la autorización del colectivo Restauradoras con glitter, que acompañaba el recorrido al tiempo que resguardaba su metálica integridad. Ya estaba demasiado cerca cuando vacilé: no sabía si era adecuado dirigirme a él. Era inmenso e imponente, pero aun así se inclinó para escucharme. Pese a la euforia de las consignas, registré en mi libreta y para la memoria colectiva lo que respondió cuando le pregunté si le preocupaba el estado de su columna:

—Las intervenciones en la herencia cultural se justifican porque el patrimonio provee un legado tangible e intangible cuyo valor trasciende que las piezas estemos prístinas para la contemplación —me dijo sin dejar de avanzar ni voltear a verme—; somos un legado vivo que debe ser utilizado para la experiencia, la reflexión, la reproducción, 2 la conservación y preservación.3 —El Ángel se despidió de mí con naturalidad y continuó el recorrido después de responder algunas preguntas que, sinceramente, entorpecían su paso por la revolución.

Ahora que transcribo el evento, pienso que vale la pena recordar que el patrimonio que protestó representa algunos aspectos de la cultura de diversas naciones: sus logros bélicos y la historia de sus imperios, pero también la soberanía, la independencia, la revolución, la república, la libertad de expresión, a reconocidos dirigentes y otros referentes que dan identidad. Participaron en esta marcha, y al hacerlo aprovecharon su nueva popularidad para convencer a la sociedad de lo que significa el entusiasmo artístico frente a la desatención de los motivos de las protestas y sus soluciones. Demostraron que cuando la humanidad busca combatir los escenarios de violencia con arte se involucra a los ciudadanos y al patrimonio de todas las latitudes; porque es ahí donde está la función social del arte: en iniciar una conversación. Participaron porque el pueblo puede elegir intervenir o no los símbolos que constituyen su memoria social.

La voluntad que motiva la creación de las obras de arte manifiesta la espiritualidad del individuo y su identidad, conformada principalmente por elementos que comparte con su nación, sin que ello imponga un límite para comunicarse, mediante la obra, con individuos con una identidad distinta. Por eso, “si la obra de arte griega reflejaba el espíritu de la nación, la obra de arte debe reflejar el espíritu de la humanidad libre”.4

Cuando se ejecutaron las pintas en la columna de la Victoria Alada, un sector del pueblo mexicano se enardeció ante la apropiación del patrimonio que transmitía el sentido de la lucha feminista. Un sitio famoso y concurrido para festejar se transformó en un botón de emergencia por la violencia de género. Los medios de comunicación también reaccionaron con comentarios negativos ante la postura que sostuvieron las feministas y algunas profesionales de la conservación y restauración del patrimonio. Pero quienes promovieron esta reacción no consideraron que las vidas perdidas o violentadas jamás podrán restaurarse como el patrimonio o el tejido social.

La estatua de Saddam Hussein encabezó otra sección de la marcha con un cartel que mostraba la fecha de su caída en Bagdad, Iraq: 9 de abril de 2003.5

—Sería un error continuar estacionado ahí, en la plaza Firdus— declaró para las cámaras de un noticiero vespertino. Después se alejó para narrar junto con unas estatuas de Chile su caída. Antes, sin haber sido democrática su colocación en un espacio público y sin participar de la identidad nacional, estos monumentos fueron enaltecidos por ideales colonialistas y bélicos, sustentados en la opresión, la violencia, la injusticia y el racismo. El suyo, ahora, es un esfuerzo por desmantelar los viejos relatos históricos; para resarcir su deuda con la sociedad, aprovechan la coyuntura que se ha formado con la reinterpretación del patrimonio. La multitud se estremece por este recorrido, reforzado por nuevos monumentos que sustituyen a los otros, viejos y derrocados. Lo hacen sin humillar el valor de los primeros y asumen, paso a paso, el largo camino que recorrerán (que no es el de la marcha, por supuesto).

Si bien las figuras patrimoniales no niegan los hechos históricos que anteceden al presente, tampoco se desentienden de ellos. Esta coyuntura es un momento apropiado para reivindicar el discurso de la memoria histórica e intervenirla, como lo hizo Ai Weiwei en una producción artística que le tomó décadas de investigación, censura y represión. En ella cuestionó la relación entre el pasado y el futuro, pero también se apropió de residuos materiales de la historia para transgredir la temporalidad del patrimonio. Con ayuda de los asistentes del artista para desplazarse entre la multitud, acudió a la marcha una de las obras que expuso en Restablecer memorias.6 La pieza de 400 años de antigüedad, que elaboró con la estructura del Salón Ancestral de la familia Wang, representa nuestra relación con los valores y atributos arraigados a culturas anteriores, una disputa entre pervivir y cambiar. Es demasiado vieja para moverse sola y, simultáneamente, es tan joven y reciente que no pudo perderse una protesta de tal magnitud.

Con el objetivo de poner en acto la función del testimonio gráfico y material, de corregir una versión histórica con intervenciones y obras de reciente creación, desfilaron también las piezas que elaboró Ai Weiwei para recordar a los estudiantes de Ayotzinapa. Cada acción artística es una elección ética, es una o muchas voces que gritan y dependen del reconocimiento para modificar de inicio a fin el relato de versiones que aparentemente ya quedaron resueltas.

La población ha mostrado de pronto un gran interés en la preservación de su patrimonio; por ello sugiero, aun sin haber hecho un análisis particular de cada intervención en la herencia cultural, que el legado tangible y el intangible —el de los monumentos y otras creaciones artísticas— también puede participar en el movimiento para reforzar la lucha por los derechos humanos o actuar para modificar su postura y que las generaciones futuras ejerzan su derecho a reflexionar sobre él, estudiarlo, disfrutarlo y difundirlo, ya sea por sus cambios o por su estatismo.

Durante la redacción de la crónica me percaté de que el patrimonio de la humanidad desfiló con una consigna de unión porque le interesa estar listo para las generaciones venideras y participar en la lucha por los derechos sin descuidar su conservación. No promueve ni prefiere las pintas o ser destruido, pero asume que puede ser el puente para construir el diálogo que concilie el fin de la violencia sistemática.





1Ver Delacroix, Eugène. La libertad guiando al pueblo, óleo sobre lienzo, 1830 (Museo del Louvre, París).

2 En México, por ejemplo, desde 1939, el Taller de Elaboración de Reproducciones del INAH investiga y perfecciona las técnicas iniciadas en México con las manifestaciones artísticas propias de la época prehispánica para asegurar la conservación de las piezas originales.

3 En su pronunciamiento, las Restauradoras con glitter citaron la definición de patrimonio cultural de la unesco, la cual enuncia que “es un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las generaciones pasadas”.

4 Wagner, Richard, Arte y revolución, Casimiro, Madrid, 2013, p. 48.

5 Después del derrocamiento de su estatua, Saddam Hussein fue apresado, sentenciado y ejecutado en 2006 por el Alto Tribunal Penal iraquí por delitos de lesa humanidad.

6 Ai Weiwei, Restablecer memorias, Museo Universitario de Arte Contemporáneo, UNAM, 7 al 28 de septiembre de 2019.