10° Concurso de Crítica Cinematográfica Alfonso Reyes "Fósforo" / No. 223
Pernoctar en la memoria
Longa noite
Dirección: Eloy Enciso
España, 2019
Dirección: Eloy Enciso
España, 2019
O teito é de pedra.
De pedra son os muros
i as tebras.
Celso Emilio Ferreiro
En ese remanso de oscuridad que esculpe la noche, se revela, nítida y teñida de distintos matices, la memoria. Al sumergirse en ese espacio de quietud que guarda los recuerdos más profundos, es preciso andar a tientas. Así es como el cineasta Eloy Enciso (conocido por la película Arraianos, de 2012) construye su tercer largometraje, Longa noite, entre paisajes sombríos y múltiples voces.
Esta película cuenta la historia de Anxo (Misha Bies Golas), quien después de un tiempo indefinido regresa a su pueblo natal en el campo gallego. Dividida en tres partes —reminiscencia de la estructura clásica de los tres actos dramáticos— y conformada por fragmentos, relatos y memorias tomadas de obras literarias y de cartas escritas durante la Guerra Civil, esta cinta configura un retrato, o tal vez un bosquejo, de las consecuencias que dejaron la guerra y el régimen dictatorial en Galicia. A partir de los encuentros o charlas que el protagonista tiene con los personajes que habitan el paisaje nocturno, es posible entender su estructura como una unidad homogénea.
La ambigüedad temporal en la división de los días —pues no hay marcas cronológicas exactas, ni sabemos si avanza o no el tiempo— provoca un ritmo que invita a ser cómplice del protagonista en el viaje que emprende por la noche más larga: la posguerra. Longa noite no es una visión determinante de aquella época nebulosa, no puede serlo; acepta con naturalidad los testimonios imprecisos y la verdad contada a conveniencia de los poderosos.
El acto humano de narrar desencadena una valiosa actividad reflexiva; para comprender lo que sentimos o hemos vivido, es necesario nombrarlo, darle forma por medio de palabras. Los diálogos de Anxo y los demás personajes en intercambios que parecen cotidianos, pero que tienen un revestimiento filosófico, se adentran en temas que van más allá del franquismo: cómo se impone el poder, el sinsentido de las guerras, el miedo, el trauma o las maneras en que el fascismo deja vestigios dolorosos en los cuerpos y en la memoria. Las anécdotas en Longa noite se entremezclan y avanzan entre la luminosidad del diálogo, remiten a la esencia misma del lenguaje: crear comunidad. La noche es, por lo tanto, un recordatorio imperecedero de que siempre queda algo sin decirse.
Renunciar a la lengua materna significa negar todo origen. Entonces, ¿de dónde se parte? Eloy Enciso pone en pantalla a personajes sin nombre que deben hablar en castellano para comunicarse con autoridades pertenecientes al poder eclesiástico o con cualquier otro representante del régimen, hecho que denuncia la destrucción de la identidad en un contexto político que tendió a diluir particularidades y evitar el reconocimiento entre sus pares. Durante los años de la Guerra Civil y la dictadura, Francisco Franco prohibió el uso de lenguas pertenecientes a las comunidades autónomas de España, como el catalán, el euskera y el gallego; las relegó hacia la oscuridad.
El nombre que se elige para una persona muchas veces surge a partir de un rasgo de su personalidad o, quizá, es el presagio de su misión: anxo es la variante en gallego del latín angelus que significa “mensajero”. El protagonista en Longa noite tiene la cualidad de ser guía entre los personajes y sus historias; a partir de él los recuerdos emergen. Su mensaje es claro: si acallamos la memoria, el fascismo habrá logrado su cometido.
Eloy Enciso acierta en elegir rostros de actores amateurs que sorprenden por la profundidad en su mirada y la ejecución de los personajes. Los encuadres son íntimos: nos hablan las palabras, pero también los gestos; ahí reside la singularidad de la fotografía que realiza Mauro Herce para este filme: al optar por el primer plano en la mayoría de las escenas con diálogos, es posible percibir detalladamente los rasgos, captar las emociones.
Las poquísimas escenas diurnas son las que marcan la división entre las tres partes de Longa noite. En ellas, de forma casi ensayística, dos vagabundos frente a la puerta de una iglesia hablan de otros tiempos. Se transportan a los momentos en los que no eran vistos con desprecio. Después de un suceso bélico las personas parecen querer ignorar el dolor, la muerte, la vida. Voltear la mirada a otro lado antes que mirar(se) de frente al abismo como luna en un espejo de agua renegrido por la noche.
Imposible escapar de las evocaciones literarias: el cine y la literatura son los hilos conductores de lo más terrible y bello que vincula a toda la humanidad, son lenguajes en los que se pueden encontrar tantas mentiras como verdades, las diferentes caras del hombre. Longa noite hace evidente la luminosidad de las palabras y las imágenes, las conjunta como engranaje para su estructura. Gran parte de los diálogos están inspirados o provienen de textos escritos por presos políticos o exiliados como Max Aub, Luis Seoane, Ramón de Valenzuela y Rodolfo Fogwill.
El contraste entre los escenarios, uno rural y otro urbano, crea la bifurcación entre las dos comunidades que conformaron el pueblo de Galicia durante la dictadura. En un pub, por casualidad, Anxo se encuentra a un grupo de hombres que exaltan a Franco y a sus ideas, y durante un azaroso juego de cartas discuten de forma visceral y desvergonzada sobre la subordinación que los pobres deben mostrar ante los ricos; las personas que conforman la clase más desfavorecida funcionan como autómatas para un sistema cruento y mortal. El campo parece ser el único consuelo, un lugar para conseguir la paz utópica, un nuevo locus amoenus y la única opción para refugiarse del régimen.
Longa noite también es un paisaje sonoro, lo cual se vuelve evidente en la última transición de la película. Acompañado por una voz en off que busca dar el efecto de un preso leyendo las cartas que envió a su familia y a un párroco para buscar su indulto, Anxo palpa el camino de la memoria, evoca los versos del poeta gallego Celso Emilio Ferreiro: “I eu, morrendo/ nesta longa noite/ de pedra”. Eloy Enciso los convierte en imágenes, crea un ambiente de angustia e incertidumbre: pernoctar en la memoria es también enfrentarse a los recuerdos que con el paso del tiempo se creen consolidados y sofocan cada vez que se vuelve a ellos. Distintos sonidos envuelven las escenas que acompañan a Anxo en su andar peregrino: las vacas rumiando, algunos grillos, el ladrido de los perros, además de la música que sale de un radio portátil.
Al final queda una sensación en la oscuridad con forma de pregunta: ¿acaso la memoria no ha de devenir en rabia cada vez que las nuevas generaciones conozcan los actos más injustos que han marcado a la humanidad? Los recuerdos servirán a la maquinaria del tiempo para volver evidente la construcción, muchas veces equívoca, de la Historia; concederán la llegada al alba.