Carrusel / Bajo Cubierta / No. 226
Elogio del instante: consciencia y ruptura del tiempo en la historia*
Humberto Beck.
The Moment of Rupture. Historical Consciousness in Interwar German Thought.
University of Pensylvania.
Philadelphia, 2019, 232 pp.
Decía Lope de Vega que el instante era, por principio, el fin de lo presente y el comienzo del futuro. Ya en esa breve formulación se aclara que el instante difiere de lo que comúnmente llamamos tiempo presente, que se configura como un modo del tiempo particular que articula pasado, presente y futuro. A partir de eso, entonces, la pregunta sobre la naturaleza del instante se hace compleja, se ramifica en múltiples vertientes históricas, filosóficas, literarias y sociológicas. Es en ese campo de discusión que puede insertarse este libro. Lejos de las infértiles separaciones academicistas de las disciplinas, The Moment of Rupture propone una reflexión transdisciplinar para dar cuenta de las diversas concepciones del instante y de su configuración como una forma de habitar y entender el tiempo desde su heterogeneidad.
Partiendo de un denso panorama filosófico, el profesor Humberto Beck señala algunas reminiscencias clásicas de la noción de instante: la distinción griega entre el tiempo que nos devora (Kronos) y el momento oportuno de la acción (Kairós), el pensamiento de Platón y las Confesiones de San Agustín. Todo ese recorrido permite situar como punto de inflexión una serie de obras y textos clásicos tanto del ámbito filosófico como del literario: por un lado, la obra de Goethe y, a la par, el pensamiento de Kierkegaard y Nietzsche. En los trabajos de estos tres autores se vislumbra no tanto un análisis conceptual del instante, sino una suerte de elemento catalizador presente en una multiplicidad de experiencias. Fausto con la promesa de encadenarse ante la llegada del instante hermoso; la diferencia y la ruptura del instante como un equívoco donde el tiempo y la eternidad apenas se rozan; el instante nietzscheano como en la historia figura de lo intempestivo que muestra la ambivalencia de un tiempo eterno.
Retomando este pequeño “suelo común” es posible asegurar, siguiendo al autor, que el tiempo del instante representa una ruptura o “discontinuidad abrupta” que se resiste a ser integrada como parte de una serie de eventos sucesivos y acumulativos. De ahí que dicho concepto pueda ser analizado a través de la experiencia del shock y de la desvinculación con los referentes tradicionales que dotaban de sentido al mundo en favor de elementos novedosos e inaprehensibles —lo que Ernst Bloch denominará “la oscuridad del momento presente”—.
Es dentro de la vanguardia artística y literaria de inicios del siglo xx que surge una relación entre la experiencia de un quiebre temporal súbito y la transformación de la experiencia del tiempo moderno: el futurismo, el dadaísmo y el surrealismo representan corrientes artísticas que fundan un movimiento a partir de la noción de instante. Estas tres se suponen como una “ruptura” con el pasado y buscan la instauración de lo novedoso al quebrar los esquemas hegemónicos en el terreno artístico. Es justamente dentro de esta matriz que se comienza a moldear la idea de una nueva temporalidad que, lejos de las directrices del pasado y del futuro, se enarbola desde una experiencia del presente que se configura a sí misma, expandiendo las lecturas del pasado mientras dinamita los horizontes de futuro.
Dentro de las diversas corrientes artísticas existe, afirma Beck, una figura fundamental: Charles Baudelaire, cuya influencia en la configuración del cronotopo instantaneista es abordada como un punto clave dentro de dichas corrientes. Señalado como el poeta maldito por excelencia y entendido como un poeta de la modernidad, los fecundos y numerosos textos de Baudelaire retratan de manera cabal las experiencias —múltiples, fragmentarias, fugaces e instantáneas— de la modernidad: la transeúnte que se pierde entre el ramal infinito de las calles parisinas con su “fugitiva belleza” que irrumpe como un rayo que abre paso a la nada, las miradas solitarias en los callejones y aparadores parisinos.
Que el instante sea un sueño es una figura poética que puede ser abordada a través de los trabajos de tres figuras principales: Ernst Jünger, Ernst Bloch y Walter Benjamin. Más allá de las cansadas e insidiosas etiquetas disciplinarias es preciso entenderlos ya como pensadores del instante, ya como pensados por el instante; doble determinación que recalca el surgimiento de esta nueva forma de habitar el tiempo en una época histórica precisa.
En relación con el trabajo de Ernst Jünger es pertinente recalcar que la noción del instante es un punto clave para comprender la ruptura de la experiencia y el quiebre del tiempo que tuvieron lugar en el periodo de entreguerras, específicamente en los escritos sobre la República de Weimar. De esta forma la temporalidad del instante se convierte en un recurso metodológico y epistemológico que permite describir e interpretar los cambios sociales y culturales provocados por la experiencia de una crisis histórica y cultural sentida como “permanente” a raíz del conflicto bélico.
Ernst Bloch, por su parte, enarbola como médula conceptual de su trabajo la noción de utopía, una utopía que lucha por trascender las condiciones de un presente nebuloso y oscuro, pues es el momento menos aprehensible en cuanto fugaz, el tiempo en el que se buscan a tientas los haces de luz que encaminarán la consecución de un futuro más bello, luminoso e igualitario que pende del trazo que la tradición ha dejado en el momento actual.
La breve revisión de Beck sobre el trabajo de Walter Benjamin se articula a través del concepto de shock, que recuerda al elemento de la sorpresa, al espasmo que produce lo desconocido, y que quiebra las orientaciones ofrecidas por el pasado y por el futuro, asentándose en un tiempo-ahora que parece dislocado y que resulta imposible de incorporar a un flujo homogéneo del tiempo. Benjamin sostiene una fértil discusión con el historicismo y, fundamentalmente, con la noción de pasado de dicha corriente, pues, en efecto, el tiempo que ya ha acontecido no es una unidad cerrada y aislada, sino que es abierto y su inteligibilidad aún depende del futuro, del advenimiento del instante esclarecedor.
Poco o nada que agregar. Es preciso, a manera de un breve cierre, insistir en la importancia que reflexiones de esta índole adquieren en una época como la que habitamos. Es menester preguntarse sobre los cambios e implicaciones que ha desarrollado un mundo altamente tecnificado y azotado por la inevitable crisis sanitaria, ecológica y económica. Probablemente, al igual que los tres pensadores abordados en este libro, sea pertinente abocarse a la elaboración y fundamentación de nuevas categorías que permitan describir, interpretar y aprehender el mundo en claves temporales diferentes a las que, hoy por hoy, se posicionan como dominantes en la discusión filosófica y sociológica. Afortunadamente, ya lo adelanta Humberto Beck en un artículo anterior1, múltiples son los autores que intentan establecer nuevas categorías de análisis e interpretación. Pero, más allá de los autores, es necesario instalarse en el tiempo del instante para leer con otros cristales los tiempos pasados y proyectar futuros que dinamiten las concepciones arcaicas ejercidas por un poder caduco e irremediablemente estéril. El tiempo del instante, decía Gaston Bachelard, es el tiempo de los sueños, de esa materia nebulosa y contradictoria que, simultáneamente, nos permite explorar mundos desconocidos y que, en su forma más alta, como sugería Ernst Bloch, cesa de habitar el espacio nocturno para proyectarse sobre un tiempo por venir que aún promete la posibilidad de un futuro mejor.
1 Humberto Beck. “El acontecimiento entre el presente y la historia”, en: Desacatos. Septiembre-diciembre 2017, pp. 44-59.
* Esta reseña se realizó gracias al Programa UNAM-PAPIIT IN302319 y al Seminario de Estudios sobre el Tiempo, éste último convocado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades y el Centro de Estudios Teóricos y Multidisciplinarios en Ciencias Sociales, ambos de la UNAM.