Carrusel / Entre voces / No. 236

Nuevas formas de ver: el calendario en braille de Brenda Tapia y Vania Alonso





El fotógrafo ciego Alfredo Flores Vidales mencionó en La ceguera, fuente de imágenes que los límites de las personas discapacitadas (en su caso, las que padecen ceguera) en realidad vienen por parte de las personas que no sufren ninguna discapacidad, al tomar un papel paternalista señalando qué es lo que aquellas pueden o no hacer, dónde pueden estar o no debido a su supuesta pertenencia “al mundo marginal de la oscuridad”. Y debido a esa oscuridad se les niega la capacidad de acercarse a la luz y a la imagen cuando en la palabra dicha o escrita la audición y el tacto reemplazan el lugar de los ojos: “Las cosas del mundo aparecen sólo en la medida en que tenemos palabras para nombrarlas”. Por lo que las artes no están limitadas por aquello que se mira a través de los ojos únicamente.

Una idea similar motivó a Brenda Tapia, fotógrafa originaria de Michoacán, y a Vania Alonso, diseñadora de la Ciudad de México, ambas egresadas de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, a crear un proyecto artístico que fuera inclusivo y que llevara la obra fotográfica de Tapia hacia un nuevo público.

“A veces solamente entendemos la docencia o los proyectos de una manera visual, cuando se pueden ver desde un montón de perspectivas y proyecciones”, asegura Brenda. Por eso emprendieron el proyecto Calendario inclusivo en sistema Braille, con el que buscan combinar la inclusión desde la experiencia estética con la reflexión sobre otras formas de ver el mundo, y con el que también buscan sensibilizar e invitar a los artistas a incursionar en nuevos terrenos para alcanzar un público más amplio. Ambas nos contaron acerca de las dificultades, sus objetivos y el proceso que siguieron para poder desarrollar el calendario.

El proyecto inició el 11 de septiembre del 2021, durante la pandemia de COVID-19, tras una llamada entre Vania y Brenda, cuya amistad se forjó durante el paso de ambas por la FAD.

Brenda es una fotógrafa cuya obra se centra en el rol de la mujer mexicana a través de autorretratos, trabajo que la ha llevado a diferentes exposiciones. Para titularse de la carrera de Diseño y Comunicación Visual, asistió a un diplomado sobre arte e inclusión para personas con diferentes tipos de discapacidad. Con especialidad en Fotografía, ella se inclinó hacia la discapacidad visual y a partir de ahí eligió un proyecto para hacer una exposición que una no se ha podido llevar a cabo. Sin embargo, no quería que aquellos conocimientos adquiridos se quedaran en la anécdota.

“Quería compartir mi obra desde otro punto de vista, o sea, no solamente con las personas normovisuales, entonces de ahí surgió querer hacer un calendario en el cual compartiera mi obra, mis autorretratos, principalmente”. Sin embargo, necesitaba ayuda en lo que refería al diseño editorial y la maquetación, conocimientos con los que no estaba familiarizada.

Por ello, para emprender el proyecto se comunicó con una compañera con quien había establecido una buena amistad y quien, además, conocía más respecto a ese campo y otros menesteres que le eran desconocidos. Le contó a Vania, quien a pesar de haberse especializado en medios audiovisuales y multimedia, sentía gran atracción por el diseño gráfico: “Me mandó un mensaje para ver si podíamos videollamar. Y yo dije ‘ah, pues claro’. La verdad pensé que sería una charla entre amigas, pero me platicó más de la idea”.

Ésta consistía en un calendario en sistema braille, no solamente con la escritura “normal”, sino un objeto de arte que no estuviera enfocado únicamente en personas normovisuales. El calendario incluye, en su primera edición, las fotos de Brenda con una breve descripción en braille. En sus páginas vienen agregadas efemérides, pero no las usuales como festividades o conmemoraciones patrióticas o religiosas, sino relacionadas con la salud mental y fechas que tienen que ver con la discapacidad visual o algún otro padecimiento.

También está acompañada de frases que buscan hacer reflexionar o acompañar a la persona por el resto del mes. Pero, como todo producto artístico, el trayecto que tuvieron que recorrer estuvo lleno de ideas que fueron borradas de la lista porque, a pesar de ser conscientes de que aspiraban a algo relativamente nuevo, Brenda y Vania eran conscientes de que predominaba la perspectiva normovisual.

Al tratar de promover una forma distinta de “ver” las cosas, se requería pensar en las dinámicas más allá de la vista: la forma en la que se siente y se percibe el mundo alrededor de una persona con discapacidad visual.

“Desde ese momento lo estábamos trabajando muy a nuestra comodidad como personas normovisuales […], desconocíamos mucho del tema”, aseguró Vania. Brenda tenía una idea más o menos clara de lo que se debía hacer gracias al diplomado, que también le dio el acceso a una editorial especializada en impresión de libros en braille, lo que representó una ayuda significativa al momento de aterrizar las propuestas que terminarían como elementos del proyecto.

Como base utilizaron un libro infantil en braille. En él se describían los colores y en las impresiones había texturas para guiar la imaginación, algo que pensaron que podría incluirse en su proyecto. Sin embargo, la realidad les cayó como balde de agua fría. “Nos dijeron ‘están chidas sus ideas, pero así no funciona […], dentro del gremio de la edición de libros en braille eso no tiene sentido porque las personas con debilidad visual y con ceguera (para sorpresa de todos) no lo ven’ ”.

Porque, en efecto, ¿cómo haces algo visible y tangible para la persona que no lo ve? Por medio de la palabra, como explicó Flores Vidales y como comprendieron Brenda y Vania. Cuando los ojos faltan, es por medio de los demás sentidos por donde las cosas “existen” para la persona con discapacidad visual. En el caso del calendario, la descripción de la imagen era esencial, lo que también representaba un nuevo reto para Brenda, porque la fotografía ya no era sólo para un público vidente.

Al ser algo nuevo aquello en lo que incursionaban buscaron imágenes sencillas: “Cambiamos unas imágenes de las 12 que habíamos propuesto para el calendario […], aquellas que no cuentan con tantos elementos compositivos que tienen que ver con luz”. En primer lugar, esto facilitaría la descripción y, como segunda ventaja, no rebasarían el poco espacio de las medidas finales.

“Era la primera vez que lo hacíamos, entonces había partes que nos quedaban más largas de lo que tenían que ser”, contó Vania. A su vez habían pensado incluso en añadir una especie de rascahuele, pues en una de las sesiones del diplomado Brenda había visto que una forma de dar una imagen sensorial más completa era precisamente a través de una gama más amplia de estímulos. Pero esto, además de salir del presupuesto, no era algo que pudiera llevar a cabo la editorial.

Al final, aprendieron a no ser tan literales y trataron de usar comparaciones que remitieran a “olores y cosas que pudiéramos encontrar en nuestro entorno […], no descripciones tal cual”, asegura Brenda. Para ellas ésa es una lección que buscan aplicar para la segunda edición del calendario, en 2023.

Por último, no todas las efemérides podían quedarse. El calendario tuvo que ser más grande de lo establecido en un inicio por recomendación de la editorial, pues la retícula para incluir cada elemento de la escritura braille era distinta y más espaciosa. Las descripciones tuvieron que recortarse y las efemérides usuales tuvieron que salir de la ecuación para quedarse con aquellas que consideraron elementales.

Una vez aceptada, con el dinero reunido a través de rifas de fotografías de Brenda y completado con el de sus propios bolsillos, lograron pagar la impresión de 50 calendarios de esta primera emisión que salió en noviembre de 2021. La difusión de este trabajo también corrió completamente por su cuenta. Sobre esto cuentan que “ha sido un proyecto un poco difícil de posicionar. Llegaron enero, febrero y marzo y así fueron saliendo muchos calendarios, algunos también los hicimos llegar a personas que creímos que era importante que lo vieran, que lo compartieran”. Fue así que, a través de bazares, exposiciones, colectivos feministas y grupos en redes sociales de gente con discapacidad visual, lograron que se diera a conocer.

Al respecto, Vania recuerda que meses después de lanzado el calendario, un sujeto que lo había comprado para un conocido se acercó a ellas: “Esta persona estaba muy sorprendida. Nunca en su vida había tenido en sus manos un calendario que pudiera ver, fue muy emocionante que nos lo dijera. Todo el trabajo que hicimos, todo lo que estuvimos luchando, al final sí tuvo frutos, entonces, mucho o poco, fue una sorpresa”.

“Nosotras no podíamos creer lo que estaba pasando. Ya habíamos dado un primer paso, y había sido grande, entonces debíamos continuar con ello si queríamos hacer algo por la inclusión”. Por esto fue necesario que se plantearan qué camino seguirían.

El éxito conseguido con el proyecto junto con las experiencias en los bazares y exposiciones las animó a dar otro paso igual de significativo y abrir una convocatoria para que otros artistas se sumaran a experimentar. A ésta respondieron personas de Michoacán y de la capital, pero también del Estado de México, Hidalgo, San Luis Potosí y Jalisco.

“Llegó a mucha gente, y nos alegra que no solamente vaya a contar con presencia del lugar de donde soy, de donde Vania es, sino de alrededores que nos cobijan”, y estas personas, adelantó Brenda, diversificarán el arte en el calendario, pues aparte de fotos, incluirán pintura, collage, bordado e incluso cerámica.

Ambas afirmaron que el proyecto del calendario seguirá de forma autogestiva e independiente; que quizá en un futuro próximo, aunque incierto, el proyecto sea aún más accesible pues “queremos que sea una puerta para artistas e incluso para que galerías puedan conocer artistas emergentes o consolidados”.

Al final, el objetivo es poder hacer conciencia sobre la accesibilidad y la inclusión en el día a día de las personas con discapacidad para que no sean relegados a aquel mundo de marginalidad del que Flores Vidales habló y que Brenda también señala.

“Todas las personas tenemos el arte y la cultura en el lugar y en el contexto en el que nos encontremos. Espero que en el futuro haya condiciones apropiadas para que todos podamos disfrutarlo y no solamente hablar de la inclusión de la discapacidad, sino también de la inclusión de las pieles, de los contextos, de las personas, de la sociedad en general para que todos podamos disfrutar de un acercamiento a la cultura y al arte”.