Carrusel / Entre voces / No. 237
Revolución: mujeres y baloncesto
En México el 85% de los oficiales de mesa en el baloncesto somos mujeres; hemos liderado esta cifra por años, en contraste, hay muy pocos hombres que dedican su vida profesional a la mesa de control. Esta labor no es menos valiosa, es tan importante como sancionar dentro de la cancha, pues es minuciosa, detallada y compleja.
Nosotras estamos cambiando el mundo del arbitraje, desde hace algunos años vemos a más mujeres levantarse de la mesa hacia la cancha, ya sea en ligas infantiles o dominicales, hasta ligas estudiantiles de renombre y de niveles profesionales con transmisiones en vivo en cadenas de televisión. Somos mujeres comprometidas, con vocación, talento, voluntad y resistencia. También somos madres, esposas, hijas, estudiantes, con profesiones dobles, con responsabilidades de crianza y cuidado. Estamos construyendo una transformación en el ámbito del arbitraje en el baloncesto. Hemos sido enjuiciadas, miradas de forma lasciva, nuestras jornadas de trabajo se llenan de frases que incitan a morderse la lengua para no perder la razón y el control. Tenemos los ojos de todos encima: jugadores, entrenadores y espectadores esperando cualquier error para quejarse de nuestro trabajo.
En general, escuchamos a otros nombrarnos la árbitro, árbitro mujer, la chica que pita, entre otras. A muchos colegas varones les cuesta demasiado trabajo cambiar una letra, como si al hacerlo estuvieran perdiendo algo. Su justificación para hacerlo, que incluso nosotras hemos llegado a aceptar, refiere a que los hombres siguen siendo mayoría en esta profesión, y entonces hay que generalizar con el masculino; tanto así que hay momentos en los que al llamarnos árbitras a nosotras mismas nos resulta incómodo y fuera de lo habitual. Pero no se dan cuenta de que el reconocimiento y el respeto por nuestra labor comienzan por la forma en la que nos nombran, por lo que somos: árbitras de baloncesto.
Entrevistamos a cinco mujeres de varios lugares del país —Chihuahua, Atlacomulco y Ciudad de México—, quienes nos cuentan su experiencia como árbitras de cancha y dejan claro que todavía se vive violencia de género dentro de los ámbitos deportivos.
¿Cómo empezaste a trabajar en el arbitraje?
Jazmín Bustamante [JB]: A los 21 años un compañero de la escuela me invitó a una clínica de arbitraje, en ese entonces, siendo mamá soltera, no podía costearlo, pero afortunadamente una compañera con más experiencia me apoyó para que pudiera capacitarme y avanzar en este camino de forma profesional. Inicié como juez de mesa, puesto que, al menos a las mujeres, siempre se nos ha hecho creer que así se debe iniciar en el arbitraje. También he presenciado cómo a hombres jóvenes o exjugadores con el simple hecho de pagar su clínica, tener un silbato y un pantalón negro, ya los consideran jueces de baloncesto, sin pasar por el proceso de observar el juego desde la mesa de control.
Rosalía Hernández [RH]: Siempre me ha gustado todo lo referente a los deportes; un día después de mi partido de básquetbol me quedé a ver más juegos, igual que los domingos anteriores. En esa ocasión mi entrenador me dijo que en lugar de sólo ver los juegos podía anotar y, de esa manera, tener un ingreso monetario. Fue así como decidí acercarme al jefe del cuerpo arbitral “Jueces de básquetbol de Atlacomulco” y me adentré en este oficio, en el que el primer paso del proceso es ser oficial de mesa.
¿Cuándo decidiste que ya no querías ser sólo oficial de mesa?
Mariana Pichardo [MP]: Un día me llamaron para invitarme a un evento nacional en el Centro Paralímpico Mexicano. Yo no sabía cómo trabajar con el básquetbol sobre silla de ruedas. Acepté y así fue como incursioné en el mundo del deporte adaptado como parte de la mesa de control. Tras ver muchísimo básquetbol, en el 2011 decidí levantarme e ir al siguiente nivel. Después de años de trabajo y estudio, en el 2013 obtuve en Guatemala mi licencia internacional, sería la primera mujer juez en México dentro del baloncesto adaptado. Dar este gran paso me ha llevado a participar en eventos sudamericanos y centroamericanos, he visitado países como Colombia, Costa Rica y Canadá gracias a este deporte.
[JB]: Yo tenía claro desde el inicio que no quería ser sólo oficial de mesa, pero por razones ajenas a mí me colocaron por cuatro años y medio como anotadora. En una ocasión, el grupo recibió tres integrantes nuevos, todos ellos hombres que, sin ningún tipo de filtro, experiencia, ni años de aprendizaje o estudio, se convirtieron de inmediato en árbitros. Cuando levanté la voz, me quejé y pedí una oportunidad, recibí comentarios despectivos como: “Estás muy verde”, “no estás lista”, “estás pasada de peso”.
Fue muy duro, renuncié inmediatamente a ese grupo arbitral, busqué otros espacios donde fui bien recibida. Pero no dejo de pensar que es triste y frustrante que, tras cuatro años de trabajo, las razones por las cuales no me dieron una oportunidad real eran cuestiones de género y machismo. Actualmente trabajo en Chihuahua, en la Liga Estatal y en la Liga abe 2ª División, y espero aplicar el siguiente año para la Liga SisNova.
¿Cómo te refieres a una mujer que se dedica al arbitraje?
Gabriela Sánchez [GS]: Me gusta que me digan “árbitra”, me siento cómoda, me agrada que le pongan mi género a la profesión, aunque les cueste más trabajo. Además, es el término correcto, lo que pasa es que no estamos acostumbradas a usarlo, incluso entre compañeras no es común utilizar esta expresión.
¿Te has sentido ofendida, poco valorada, acosada o violentada en este trabajo?
[MP]: Acosada no, pero poco valorada sí, incluso por los compañeros. Cuando recibí mi licencia internacional hubo algunos comentarios negativos, sobre todo por no estar en el básquetbol convencional, como si por el hecho de pertenecer al básquetbol sobre silla de ruedas yo no fuera una árbitra de verdad y mi trabajo valiera menos. Hoy entiendo de dónde vienen esos comentarios y la frustración que pudo haberles causado.
[GS]: Sí, lamentablemente sí. Las mujeres que nos dedicamos al arbitraje estamos expuestas en todo momento a ser violentadas, desde frases que minimizan nuestra labor como: “Déjala, es mujer”, “ella no sabe”, “no quiero mujeres en mi juego”, “ya se puso nerviosa”, sólo por mencionar las más comunes, hasta la advertencia de que tal jugador o entrenador es misógino y por ello nosotras debemos tener más cuidado o tratarlos de forma especial para evitar conflicto. Es increíble que se nos responsabilice de las actitudes de esos hombres que nos juzgan.
[JB]: En una ocasión fui designada para un juego de la Liga abe, tenía alrededor de dos años arbitrando y ese día me nombraron Primer Juez. Llevaba la batuta, mi compañero era muy novato, así que en ese juego yo estuve sancionando casi todo. Siempre he sido imparcial y sanciono sin favoritismo alguno. Las porras de ambos equipos se descontrolaron, a tal grado que tuvimos que detener el juego, pues ya estaban aventando cosas a la cancha y las groserías estaban a todo lo que daban. Todo recaía en mí, me puse muy nerviosa, hubo muchas faltas técnicas que tuve que reportar y descalificar, había mucha gente y entré en pánico. Yo sabía que estaba capacitada, pero, la presión y las faltas de respeto me frustraron, salí destruida emocionalmente de ese juego.
Me sentí mal, me sentí inútil, me preguntaba si realmente estaba lista para este trabajo, dudé de mi capacidad. Dejé de arbitrar aproximadamente durante seis meses, no encontraba calma, fue muy difícil retomarlo.
[RH]: Tras trabajar en la Ciudad de México regresé en 2011 a Atlacomulco. Tenía muchas ganas de arbitrar y siempre he sido estricta, situación que en su momento no les gustó a los equipos varoniles. En un juego de segunda fuerza, se hablaba de un jugador que era muy grosero y que le faltaba al respeto a todos, que siempre quería echarle pleito a los árbitros. El juego estaba un tanto ríspido, muy golpeado, este jugador contactó fuertemente a un rival, por lo cual lo sancioné con falta antideportiva, me dirigí a la mesa de anotación y di la señal correspondiente. El jugador continuó diciéndome palabras ofensivas, así que decidí volver a sancionar con una falta técnica. Mi error fue darle la espalda, ahí aprendí a nunca dar la espalda a nadie, menos a una persona enojada; él quiso darme un golpe, pero como yo caminé rápido sólo alcanzó a rozar mi cabello. En ese momento observé que mis compañeros que estaban en la mesa de anotación se levantaron espantados, y mi compañero no dudó en descalificar al jugador y defenderme. Debo admitir que me espanté mucho, lo peor es que apenas íbamos en el segundo periodo. Un árbitro varón que estaba sentado y que había visto todo me sugirió: “Si gustas yo termino tu juego”, a lo cual no accedí, en mi mente pensé que si permitía eso perdería credibilidad. Todo terminó bien, realizamos nuestra retroalimentación y eso me ayudó a ganarme el respeto dentro del terreno de juego.
¿Cómo resolviste esa situación?
[GS]: No tomándolo personal, afortunadamente esta profesión me ha enriquecido como mujer y como persona, ha modificado mi carácter, me ha permitido sentirme capaz, importante, me ha hecho crecer y desarrollarme personal y profesionalmente. Ser árbitra ha modificado mi capacidad de tomar decisiones, mis capacidades comunicativas, el control que tengo sobre mí misma y mis relaciones con los otros, incluso en mi hogar.
Alejandra Gaytán [AG]: El tema de la violencia de género en el arbitraje de baloncesto es algo que lamentablemente existe, sin embargo, es muy importante el enfoque, mi mayor obstáculo siempre ha sido mi propia mente. En muchas ocasiones he tenido que remar contra corriente, esforzarme el doble o el triple, eso me ha ayudado a posicionarme en el lugar donde estoy ahora. Me puse a trabajar en mí misma, dejé de preocuparme por lo que pasaba afuera: que si no me designan en tal juego, que si no tengo tal torneo, que si me quitan o no me dan tal cosa. Después de meses enojada y frustrada, de querer abandonar el básquetbol, decidí ponerme a trabajar en desarrollar mis habilidades y mis capacidades.
¿Qué implica ser árbitra en el baloncesto en México?
[RH]: En alguna ocasión escuché lo siguiente: “Debes ser tan buena que, aunque no te quieran ahí, digan LA NECESITO”. No creo que ser mujer sea un impedimento para arbitrar grandes eventos, siempre y cuando estemos preparadas, aquí lo importante es quitarnos de la mente eso que nos detiene, saber que tenemos áreas de oportunidad que debemos mejorar y de esa manera lograremos las metas propuestas.
[GS]: La profesión por sí sola ya es poco valorada, si a eso le sumamos nuestro género, se vuelve sumamente difícil. En esta sociedad, aún machista, ser árbitra implica estar siempre preparada, disponible. Es lamentable que esté normalizado que al ser mujeres tenemos que trabajar el doble, realizar el doble de esfuerzo para poder ser tomadas en cuenta.
¿Qué opinas de qué cada vez haya más mujeres en el arbitraje de baloncesto mexicano?
[AG]: Es una cosa que me encanta, lo digo con orgullo y con humildad. Me ha tocado ser la única o de las únicas, de las primeras haciendo algo dentro del rubro en nuestro país y en el continente, eso significa que he podido romper algunas barreras, sobre todo las propias.
Nuestro deporte es siempre un reflejo de nuestra sociedad, así que creo que vamos avanzando, cada vez es más fácil que la mujer sea aceptada, hay más apertura para nosotras en las canchas y no solamente por el hecho de ser mujeres, sino porque somos capaces. Ya no debería causar sorpresa, sino reconocimiento de nuestro esfuerzo, talento y trabajo. Hoy me da mucho gusto ver a más mujeres superarse, trabajando en ellas mismas, creciendo, obteniendo un puesto de liderazgo dentro de nuestro deporte.
[MP]: ¿Y por qué no las habría? El reglamento de baloncesto no está creado para un hombre o para una mujer, no indica si una mujer puede o no puede hacerlo. Siempre como mujeres vamos a tener otra visión y otras herramientas, otros alcances. Es hora de que el arbitraje del baloncesto se valga de este poder femenino.
¿Cómo se pueden visibilizar estos problemas que envuelven al baloncesto en México?
[AG]: La propuesta está sobre la mesa, hay que apoyarnos entre nosotras mismas. En la Liga Nacional en 2021 organizamos un curso especialmente para mujeres que deseaban estar en esta profesión, la respuesta y la participación fue muy grande, tuvimos que elegir sólo a 100, de las cuales 12 fueron seleccionadas para que, con la ayuda del Consulado Americano, pudieran vivir un intercambio deportivo bastante enriquecedor.
Estos programas de capacitación y desarrollo que estamos creando ya son una necesidad, hay muchas mujeres que deben ser vistas y ser escuchadas, nosotros necesitamos conocer sus historias. Darles vista y oído a estas grandes mujeres también es parte de mi vocación. Acompañarlas e ir dejando huella es algo muy gratificante, las oportunidades están aquí para toda aquellas que quieran pertenecer a este medio.