Naufragio terco/con sed de muerte inexorable
estallido de los días que se quiebran
perro que clava los dientes en la fe
y no la suelta
viaje que principia sin comienzo
presagio derrota
torre desplomada en horas pardas
íntima llaga
sangre que emana sangre arcaica
máscara inacabable
como un agua remota en el recuento de los siglos
cárcel de espejos mirándose hacia dentro
hasta perderse en una selva de nombres y semáforos:
hombre:
polvo que recoge su vencido hedor
ave herida que levanta el vuelo
y llega al sol
La página en blanco es un cielo mudo
Pero las palabras se yerguen como una caravana de muertos
hacia un túnel atroz
como tumbas con epitafios que se desconocen
entonces rezo por el dios del aire
que dibuja espumas invisibles
y por el dios del fuego
que inventa salpullidos de sangre desde el sol
por el dios que me espera desnudo
con los brazos rotos y llorando grave
Porque no fue culpa del tiempo
arrastrar verbos en los años
como huellas perforadas en la piel de la memoria
O sostener un verso
desde la noche más íngrima
como una lava de furia que sale por los poros
aprendimos entonces
la verdad del viento que predice
no hay palabras
sino señales de niebla que se guardan
no hay palabras
sino murallas que apartan
a los cuerpos que se anhelan y se callan
Desde la orilla del tiempo
Entonces las piedras podrán decirnos su secreto: el silencio es mi dios tu dios es mi silencio Porque el silencio es la noche y las palabras son estrellas que lo pueblan Pausar es sostener de las antenas al tiempo Y el instante de escribir también es pausa hielo entumecido lluvia que escampa y aviva de tejidos la hoja en blanco Entonces en dónde cabrán estas palabras/dibujos de dios que se desprende de sí y nos orilla Porque del tiempo siempre supimos que fue una música soñada algo como garabatos en el aire ríos revolcándose en sus cauces palabras devueltas a la orilla: precario hermoso abismo de ser hombres
Grabé sobre mi tumba la inscripción de mi delirio
Llegué al abismo de ser espiral desmesurada y rauda
En el fluir del tiempo que se repetía
Mi ansiedad giró sobre sí misma
Y mordió con furia la paciencia hirsuta
Presté cuerpo y espíritu a un instante que nunca conocí
No me detuve en la hora proscrita de escribir
Aprendí que el tiempo también es muerte prematura
Foto: Margarita Leonardo.
Todos los textos pertenecen al libro Lázaro me dicen (Editorial Cultura, Guatemala, 2015).
José Roberto Leonardo. Poeta. Ha publicado los libros de poesía Resurrección al desnudo (Letra Negra, 2006) y Lázaro me dicen (Editorial Cultura, 2015). Textos suyos han sido incluidos en las antologías Poesía para todos (IGA, 2011) y Los 4×4 (Vueltegato Editores, 2012). Trabajó como periodista y corrector de estilo en varios periódicos y revistas locales. Actualmente escribe libros para niños.