from The Cartographer Tries to Map a Way to Zion
i. in which the cartographer explains himself
You might say
my job is not
to lose myself exactly
but to imagine
what loss might feel like –
the sudden creeping pace,
the consultation with trees and blue
fences and whatever else
might prove a landmark.
My job is to imagine the widening
of the unfamiliar and also
the widening ache of it;
to anticipate the ironic
question: how did we find
ourselves here? My job is
to untangle the tangled,
to unworry the concerned,
to guide you out from cul-de-sacs
into which you may have wrongly turned.
ii. in which the rastaman disagrees
The rastaman has another reasoning.
He says – now that man’s job is never straightforward
or easy. Him work is to make thin and crushable
all that is big and as real as ourselves; is to make flat
all that is high and rolling; is to make invisible and wutliss
plenty things that poor people cyaa do without – like board
houses, and the corner shop from which Miss Katie sell
her famous peanut porridge. And then again
the mapmaker’s work is to make visible
all them things that shoulda never exist in the first place
like the conquest of pirates, like borders,
like the viral spread of governments
iii.
The cartographer says
no –
What I do is science. I show
the earth as it is, without bias.
I never fall in love. I never get involved
with the muddy affairs of land.
Too much passion unsteadies the hand.
I aim to show the full
of a place in just a glance.
Place Name
Me-No-Sen-You-No-Come. In plain English:
do not enter without invitation. For
consider the once-upon-a-time adventures
of rude pickney answering to name
Goldilocks – nuff-gyal, self-invited into
house of bears, assumed at once her colonial
right to porridge, to beds, and to chairs. The
baff-hand child went in just so, not even a
token offering of honey, and just like that
proceeded to bruck up things. If only she
had pennied the secret names of places. Me-
no-sen-you-no-come: without invitation
you’re not welcome. Or else, come in as you
please – just know that this ground, these bushes,
these trees observe you with
suspicion many centuries deep.
de El cartógrafo intenta trazar una ruta a Sion
i. en que el cartógrafo se explica
Se podría decir
mi cometido no es
perderme exactamente
sino imaginar
cómo se sentirá la pérdida:
el paso de pronto a rastras,
la consulta a árboles y
vallas azules, y cualquier otra cosa
que sirva de hito.
Mi cometido es imaginar el ensanchamiento
de lo desconocido y también
su ensanchado dolor;
prever la irónica
pregunta: ¿cómo llegamos a
encontrarnos aquí? Mi cometido es
desenredar lo enredado,
despreocupar lo preocupado,
guiarte fuera de los cul-de-sac
en que quizá hayas entrado por error.
ii. en que el rastaman está en desacuerdo
El rastaman tiene otro razonamiento.
Dice, ora el quehacer de ese señor nunca es claro
ni sencillo. Su cometido es hacer delgado y machacable
todo lo que es grande y real como nosotros; es hacer plano
todo lo alto y ondulante; es hacer invisibles y despreciables
bastantes cosas sin las cuales la gente pobre no puede vivir:
como los tejabanes, y la tiendita donde Miss Katie vende
su famosa avena de cacahuate. Pero luego también
la faena del hacedor de mapas es hacer visibles
todas esas cosas que para empezar nunca debieron existir
como la conquista de los piratas, como las fronteras,
como la propagación viral de los gobiernos
iii.
El cartógrafo dice,
no:
Lo que yo hago es ciencia. Muestro
la tierra tal como es, sin sesgo.
Nunca me enamoro. Nunca me involucro
con los enfangados asuntos de la tierra.
La pasión en exceso hace temblar la mano.
Mi objetivo es mostrar el todo
de un lugar en sólo un vistazo.
Topónimo
Me-No-Sen-You-No-Come. En inglés llano:
no entrar sin invitación. Pues
considérense las aventuras había-una-vez
de una tal mocosa que respondía al nombre de
Ricitos de Oro: tantísimas niñas, auto-invitadas a la
casa de osos, asumiendo al instante su colonial
derecho a la avena, a las camas, y a las sillas. La
bobalicona niña entró así nomás, sin siquiera
un ofrecimiento simbólico de miel, y así como así
empezó a desconchinflar cosas. Si aunque sea hubiera
dado un penique por los nombres secretos de los sitios. Me-
no-sen-you-no-come: sin invitación,
no eres bienvenido. O bien, entra como te
dé la gana: pero has de saber que este suelo, estas
matas, estos árboles te observan con
una profunda sospecha de muchos siglos.
The Law Concerning Mermaids
There was once a law concerning mermaids. My friend thinks it a
wondrous thing – that the British empire was so thorough it had
invented a law for everything. And in this law it was decreed: were any
to be found in their usual spots, showing off like dolphins, sunbathing
on rocks – they would no longer belong to themselves. And maybe this
is the problem with empires: how they have forced us to live in a world
lacking in mermaids – mermaids who understood that they simply were,
and did not need permission to exist or to be beautiful. The law
concerning mermaids only caused mermaids to pass a law concerning
man: that they would never again cross our boundaries of sand; never
again lift their torsos up from the surf; never again wave at sailors, salt
dripping from their curls; would never again enter our dry and stifling
world.
Ley concerniente a las sirenas
Hubo alguna vez una ley concerniente a las sirenas. Mi amigo piensa
que es algo fenomenal: que el imperio británico haya sido tan
meticuloso que inventó una ley para todo. Y en esta ley se decretó: si se
encontrara alguna en sus sitios habituales, presumiendo como delfines,
tomando el sol sobre una roca, ya no se pertenecerían a sí mismas. Y
quizá éste sea el problema con los imperios: cómo nos han forzado a
vivir en un mundo sin sirenas. Sirenas que entendían que simplemente
eran, y no requerían permiso para existir o ser bellas. La ley
concerniente a las sirenas sólo provocó que las sirenas pasaran una ley
concerniente a los hombres: que jamás volverían a cruzar nuestras
fronteras de arena; jamás levantarían sus torsos de las olas; jamás
volverían a saludar a los marineros, con la sal cayendo a gotas de sus
rizos; jamás volverían a entrar en nuestro seco y opresivo mundo.
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Poemas publicados originalmente en The Cartographer Tries to Map a Way to Zion (Carcanet, 2014) y A Light Song of Light (Carcanet, 2010). Reproducidos con el permiso de la editorial.
Kei Miller. Poeta, narrador y ensayista. Estudió Letras Inglesas en la Universidad de West Indies, antes de realizar un máster en Manchester Metropolitan University. En 2014 ganó el Forward Prize al mejor libro de poesía. Ha publicado los libros de poesía Kingdom of Empty Bellies (Heaventree, 2006), There is an Anger That Moves (Carcanet, 2007), A Light Song of Light (Carcanet, 2010) y The Cartographer Tries to Map a Way to Zion (Carcanet, 2014), así como libros de narrativa y ensayo.
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