No. 164/POETAS DE CASTILLA Y LEÓN


 

lopez.jpgPablo López Carballo



Cacauelos, León, 1983



Fragmentos de una poética

Alterar:
Me molesta escribir porque me excita. Comienzas a sentir demasiadas sensaciones estúpidas y corres el riesgo de escribirlas. / Anunciar: Hacer visible lo invisible sin dejar de ser invisible. / Añascar: A menudo se confunde con la mística al acto más terrenal de todos, mirar. / Aparecer: El paisaje no es un objeto, ni es cuantificable, ni tampoco asible. De no haber algo oculto, no lo conservaríamos, no estaría aquí. Siempre hay algo oculto que no logramos ver. / Arañar: Apartamos la vista sin percatarnos de que el peligro se debe descifrar. Tras la apariencia se oculta lo desconocido e, incluso, lo mortífero. / Arder: ¿Para qué mirar, si no es para quemarnos los ojos? / Aspirar: Lo que no podemos entender o derrocar lo aspiramos, bien para atisbar comprensión, bien para quitarlo de delante. Tratar de desmontarlo o destruirlo requiere más esfuerzo: ahí va la poesía. / Atizar: Nunca tomar la voluntad por acción.





Fisura

La pintura rota en los labios
agrietada en los ojos.
El mundo había cambiado de paisaje; lo dibujas a mi lado
y me sorprende su negación en la ventanilla.
Lo que vemos persigue su destrucción. Esparces las raíces de túneles
como sujeciones. No sé si el escroto aguantará el peso
del párpado en la llanura.

Lo que dura la luz, lo que tardas en volver.

El vidrio en bocanada hacia la mortaja. Pero también encajar el aire
en la patética imagen de ídolo; la cabellera y su movilidad de cíclope.
Me cambio por ti
en el descenso. Apoyado
en el péndulo, oscila y me salva, oscila y me sumerge.
Perdidas las cuerdas, amarre terrestre frente a lo hostil.
Esperar algo con los ojos,
como se quiere,
                   recortando,
sin desprecio. Movimiento: trato de averiguar si cambiaste de posición
o de siglo.

El deslinde es circunstancial, una marca para que serpentee el sol.
Niegas lo evidente. Siempre se niega lo evidente por falta
de pruebas. Las leyes no funcionan, algunas me sirven
para decir cafetera, surtidor, naturaleza. Dividir lo homogéneo
en lugar de entenderlo. Me muevo,
trato de averiguar.
Las nubes también se mueven y al revés:
la rotación. Necesitas oírlo para que sea legible. Golpeas la central eólica.
Querías cortar el aire, ser tajante después de girar,
apenas tres movimientos y subía el vaho
del asfalto. Trazas una diagonal, un pájaro
de sentido sobre el aspa. Afónica comes manzana.
Tocar la tierra y su orientación.
Los ojos siguen del matorral a la ladera
el vuelo. En la niebla,
destellos de una habitación casi a oscuras.

 

(Inédito)





Estampa I

¿Amanece?

Solar el terreno.

                                     Baldosa y azulejo separan
el gesto
sicalíptico
de la mano. Mirar sin ver,
desconocerse.

La pintura en el vivero rinde cuerpo y se dispersa.
Los detalles luego:

                              giro de tronco o de muñeca,
nadie más escondido entre la hierba.

Fue aquí, junto a ese árbol. Las ramas parecieron abrirse, sí, fue en ese momento. Después las ramas parecieron cerrarse. Ahora es lo mismo pero con nieve. Disolución para pinceles.

Los días de simulaciones lingüísticas
se vuelven uno
como un guante. La ciudad agreste
cruzando la pasarela: igual que anotar los campos.
Sobre el televisor el catálogo de árboles, más abajo
la tierra y su supuesta autonomía de fruto. Cambio de canal
como remontando un río. Ya sólo se hacen cosas
no se describen.

Cultivamos lo desconocido por miedo a perderlo,
surgió un mundo y nos quedamos sin dedos para señalarlo.
Sujetar por igual una flor y el espacio,
cada uno en una mano. Pasan cuerpos,
ya hombres, que se proyectan: diapositivas sobre el cuadro,
¿mirar es proyectarse?
Las sombras previenen el movimiento.
Todavía el blanco entre las manos,
el afuera que no nos pertenece.
Voluntad sin espacio.
Crisantemos
tuétano
todo ocurre ya a destiempo. Nadie ha visto nada.
Nuestras iluminaciones son ruedas.
Distinguir voz.
Discriminar voz.
Diferenciar.

 

(Inédito)





Más allá de lo que nosotros contemplamos

Apoyada en el quicio del espejo
la bañera es un hangar.
Deshacer la espera es derrotarse.
Deja correr el agua no me preguntes
el porqué del tacto dime por qué
temo ser infiel al futuro. Dime la solución.
Oquedad del mar, hogar de tinta blanda
en la planchada.
A través del vaso diez años de luz
en las muñecas. El océano
son atabes. Asómate a mis uñas
precipicio.
El descuido en grados de abertura
el ritmo y tus labios se caminan.

 

(De Sobre unas ruinas encontradas, La Garúa, 2010)





carballo-01.jpgRIESGO del tocar
destronando lenguas
con vagos signos.
Escarmiento de líneas,
aquí estás
a un paso del engaño,
haré un poema de nada
cuando todo esté.
Está bien que vuelva a ser
distinto. Distraído,
saludando, la mano
al bolsillo
saco granizo y mondas,
posos de escucha
de la línea alterada.
—Auf widerhören.
—Auf widerhören.

Rechazado,
maleza y brida,
grito de callejón,
que venga de tu mano,
as de guía,
hacia otra cosa.

 

(Inédito)





MIRAR HACIA dentro del poema
hacerlo tropezar eso es vertical
o casi. Levantarlo montañoso
sobre el desierto montañas
quizá cordilleras parece fácil
cartografiarlo pero pronto
se diluye se inunda
y eso será lo complicado: distinguirlo.
Volarán los pájaros
sin ramas. Pájaros, en definitiva
como poemas, en vuelo.
Una fuente con agua pero sin fuente
la luz es un ovillo.

 

Pablo López Carballo. Ha publicado el libro Sobre unas ruinas encontradas (La Garúa, 2010) y los cuadernos Viandante (Ayuntamiento de Sevilla, 2004) y Cámara de mano (JCyL, 2009). Ha recibido varios premios, entre los que destacan el Letras Jóvenes Castilla y León 2008 y el IV Premio Internacional La Garúa. Ha colaborado con relatos, poemas, reseñas y traducciones en las revistas Quimera, 7de7, Deriva, Letras libres, The Barcelona Review y La hamaca de lona, entre otras. Desde 2007 es codirector del Espacio de Crítica Afterpost.