Somos hijos de un lenguaje anfibio
que se arrastra,
enmudece,
escupe signos, palabras.
Sin escrúpulos,
nombra
miente
acusa
mitiga
y renace.
II
Y me llamaste luna
terciopelo
pétalo
caverna
miel.
Y te llamé silencio
árbol
tierra
oscuridad
pasto.
Y nos bañamos en palabras
en un rito clandestino,
donde nuestras lenguas se confundieron.
III
Una palabra se enredó en mi garganta
y sus ramas de colores
salieron de mi boca
dijiste: flor
y una orquídea
—de vainilla—
abrió sus pétalos en mi pecho
dijiste: verde
y mi vientre se cubrió de musgo.
Era el día uno
dos
tres
el que quisiéramos nombrar.
IV
Tu voz cóncava atravesó la primera luz que iluminó mi espalda,
luego,
dije: miedo
dije: mañana
dije: nosotros
pero ya habíamos ensordecido,
era la condena después de profanar la palabra.
Supe de un día último:
tu lengua sería la mía
mi voz renacería en la tuya.
V
Ahora esperamos.
En la comisura de la palabra,
en el quicio donde se marchita lo que una vez tuvo nombre.
Nuestra lengua madre prometió volver
y la esperamos en silencio.
Marlén Gutiérrez García. Estudia Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Veracruzana. En 2009 participó en el Curso de Creación Literaria para jóvenes impartido por la Fundación para las Letras Mexicanas en colaboración con la UV. Postea ocasionalmente en www.subjuntivismos.blogspot.com