Encriptado
Vamo’ arriba, bring it on baby. Mis versos son garras para el arpa, zarpazos hiriendo aire y espaldas ajenas. Afilo cuerdas desafinadas en prevención de réplicas no acontecidas bajo ladrillos de asfalto. Vamos nena, bring it on, tengo el machete en guardia, yo también sé mochar cabezas. Conozco el filo de una palabra sembrada a tiempo. No soy nuevo en este juego nena. Vamo’ arriba, bring it on. Mete mano, bring it on. Piedras planetarias de perdición. Soy, soy, soy. Bachata apocalíptica, gomorra express. Existo, pienso, formo, transformo. Maldigo a la mujer de Lot y a Lot por no haber seguido su ejemplo. No me apendejo, metamorfoseo. No soy yo, soy todos. No soy todos, soy yo. Buscando la perfecta imperfección de mis actos, concatenando cada fobia, cada átomo y acto de fuerza para bregar y subir mi entorno. Soy hambre vegetariana de carne. Me guillo, no me quillo. Suelto, ruedo y agacho para caer en letanías. Siento el boom de este perreo intenso. Letanía retorno. Proceso, furia. Soy palabra. Gravedad, gravitaciones. Mete mano, vamo’ arriba. Existencias elevadas. Cristales son bala de cañón. Danza lunera de viernes. Sinfonía de caderas en colmado, culipandeando, culipandeando. Milagros en Rosarios trastornados. Aprender desaprendido de velloneras frente al parque Independencia, rendido y prendido. Guaguas rodando a mil hacia el doceavo círculo del infierno. Sangran ojos cerrados en oraciones sin dioses. Soy verso. Bring it on. Halo oculta sus faltas, lamiendo sus heridas. Distancia de pétalos de cristal verde. Sueños de salitre. El tró de malas desacatadas en celo bailando electro boogie junto al coro. Miradas epilépticas. Furia. Es la hora de los cuchillos. Energías agitan en redoblante. Ansias de rapidez. La morena le baila al alemán. Metáfora amarrada que respira. Kabash. Crepúsculo, destrucción. Soy sed que previene, reviene y se viene. El alemán pide una viagra al delivery. Vamo’ arriba y manga ahí. Augurios de tierra salpicados de sangre por tres malletazos. Mete mano, bring it on. Voten, honorables. Voten.
Pseudo
Amo el sabor a jueves por la noche.
Madrugada.
Primaverainvierno
en punto de ebullición.
Melancolía ignota
que se borra con mierda
y se entierra
seca,
caliente,
en la acidosa y pálida
molécula.
Cadencia de morenas en 35mm
retumbe de tambores enraizados
puentes en PVC hacia la estación paralela
infinita,
negativa.
Y entre todo eso,
entre toda esta discordia,
entre juntos y reburujados,
mansos y cimarrones,
macos y cacatas,
ando yo,
y ellos yo,
tu más yo,
cualquiera en yo,
por egocéntrico
que suene.
Testigo involuntario
de chismes de vecinas travestis.
Víctima indefensa
de una ameba uasdiana.
Enfermo empedernido,
maniaco-compulsivo
yo,
obsesivo con la materia.
En el medio del mundo,
en el ombligo del mundo,
en el ombligo del medio…
Canalizando y eliminando
frustraciones.
Adoro el recuerdo de una cama dulce
y de los mojados despertares
de un domingo en la mañana.
Añoro
(eso he dicho)
la palidez de un pase de pintura,
el perderme de golpe en tus pupilas,
zigzagueante palpitar
por la tensión de una mentira
no piadosa.
Y ellos, que son yo
junto al prisma invisible,
materializan la parafernalia
a golpes de matraca
metralleta…
Ellos
tan ellos
(yo mismo a la vez)
Junto a los fantasmas
de importación
envueltos en papel celofán
con la bittersweet musiquita de fondo…
Y el mar,
inundado de catástrofes,
la ciudad,
la eternidad.
Tierra que se ciega a tus pasos.
Halo que te ciega la existencia.
Y entre tanto zigzag metálico,
sin parar,
ellos,
proletarios y burgueses,
buitres y megadivas.
Tan ellos
(y yo con ellos)
Y la ciudad que quiere jugar a lo eterno
con puentes invisibles,
invencibles,
incurables
de zinc.
La dicha epifánica arrendada,
recuerdo blurry de la niñez
efecto del alcohol o de la distorsión.
De aquellos jueves donde no diferenciabas
la noche del día.
Y las moscas nocturnas que chupaban
la sangre esperanzada.
De las prosas confundidas
con versos estúpidos.
De amores que hieden
a pecado.
De cortes en pastelito
a la quemeimportacarajo,
y en el mismo centro del medio
sigo como al principio yo
y mi descendencia
—sempiternamente—
Cual guardia raso
que no ve llegar su ascenso.
Izquierdo en un mundo al revés,
ave por antonomasia,
peatón nocturno por accidente
en la Duarte con París,
mantenido y vividor
de sueños ajenos,
de frustraciones
prefabricadas
(marca west… ¿o no es?)
que se canalizan y mantienen
por los siglos de los siglos.
¿Me importará algo
o alguien
(lo que sea)
al final?
¿O simplemente pasaré
a engrosar las filas
del army de plomo
junto con ellos
(que son yo)
y todos
(que son ellos)
juntos como mansos
reburujados
como cimarrones?
Le pregunté al viento
mas no me entendió.
Habré de devolverme
a vivir entre grutas
—como las bestias—
Bostezar al mundo
en un tsunami gigante
y, tras superar la réplica,
extraer las cuerdas
del corazón inerte.
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