El Zócalo, corazón de los mexicas, de la Nueva España y, desde 1810, de México. Este punto elegido por los dioses, lugar emblemático, apasionante, mágico y misterioso, es el ombligo no sólo de la Luna, sino de un país fascinante. En este maravilloso escenario convergen todos los ideales, pensamientos, las luchas, las alegrías y las tristezas, la hermandad y las tradiciones de una civilización majestuosa, la fascinación del extranjero y el menosprecio de algunos malinchistas nativos; la pasión de un pueblo que pide a gritos una mejor vida, un futuro esperanzador (imaginando equipararnos al poderío estadounidense); en este increíble lugar lleno de folclor es donde el cineasta mexicano Eugenio Polgovsky sintetiza la trágica realidad del país, de nuestro México.
Mitote, espléndido trabajo que describe la desunión social, la gran desigualdad de clases, el monopolio mercantilista y la tremenda ignorancia del pueblo mexicano,fomenta en el espectador la inquietud por su nacionalidad, por sus raíces, le hace ver que los goles no lo son todo en la vida. Es un film trágico, desgarrador, que desgraciadamente proyecta una realidad.
Polgovsky ingresa al tuétano del país, a lo más profundo de México, nos atrapa en la enriquecida cultura mexica, en el pasado lleno de misterio y singular misticismo. Es aquí donde el espectador se interroga sobre sus actos, sobre lo bueno y lo malo en relación con su patria: ¿hemos actuado como deberíamos?, ¿le hemos cumplido a nuestro país? Son sin duda las grandes preguntas a las que la obra nos lleva.
La utilización de música mexicana, de cantos y sonidos nativos es bastante conmovedora, duele ver que la identidad del país, tan magnífica, desgraciadamente se ha ido perdiendo con el paso de los años, al grado de que la gente parece no estar enterada de que estamos sobre el ombligo de la hermosa Luna, sobre una tierra ancestral y llena de divinidades. El dulce pero a la vez amargo toque que le dan los sonidos y la música autóctona a la película es muy acertado. Esta cultura pareciera no tener límites, sin embargo la realidad se plasma en una triste frase: “No queremos goles, queremos frijoles”; es el lema de la desigualdad, del mal gobierno, el reflejo de la preponderancia de un juego de futbol por sobre a la vida de un ser humano, la cultura y las tradiciones mexicanas.
En este documental, Eugenio Polgovsky toma por asalto la historia del país y la entrelaza con el triste presente. Muestra y hace hincapié en la cultura mexicana, nos habla sobre la formidable grandeza de aquellos guerreros, de su increíble fuerza y apasionante forma de vivir; el film hace un contraste muy interesante y expresa cómo toda esa sabiduría y grandeza se ha convertido en polvo, se hizo añicos. México se convirtió en un país totalmente desunido. Nos muestra al gran Huitzilopochtli (dios de la guerra) observando cómo todo se derrumbó, cómo el afán de proteger los intereses de unos cuantos es mayor que el orgullo y la tenacidad de muchísimos otros.
Con una buena dirección, a través de pertinentes entrevistas la película nos presenta la opinión no sólo de algunas personas, sino el sentir de las más de cien millones de almas que conforman el plumaje del águila azteca, que están inconformes con sus gobernantes. Nos muestra ese grito de guerra y libertad, esa búsqueda de igualdad, ese coraje en contra de la privatización, esa cruel realidad que azota las espaldas de los trabajadores.
Tal parece que este conflicto se logra tapar con una pantalla en pleno Zócalo, con un gol, una botella de tequila y un Ángel de la Independencia colmado de seres hipnotizados. Es así como convencen a muchos de que todo está bien, de que todo es correcto, de que México ganó algo… tristemente un partido del mundial de futbol.
El manejo de cámaras en esta producción es bastante bueno, a pesar de ser un documental que posee escenas con fuertes movimientos, como en la celebración de la “victoria” de México en el futbol, que por cierto resulta desalentadora debido a que se observa un puñado de gente entonando lo que para ellos es como un himno apasionante, “Cielito Lindo”, mientras que nuestros ideales, los anhelos de muchas personas y el coraje del pueblo se van por la borda. El “cielito” del mexicano es bastante gris, muy nublado en cuanto a esperanzas de renacer, de que sean los miembros del pueblo los verdaderos dueños de su propio destino, los dueños de la luz que iluminará nuestro cielo, los dueños de México.
Mediante el contraste de vivos colores en las escenas del mitote armado por futboleros y electricistas se intercalan de manera sombría imágenes de la cultura prehispánica que transmiten el desgaste cultural por rescatar. Polgovsky nos muestra un bicentenario, un mundial de futbol, un partido, toda una fiesta y una locura, todo un “mitote” mexica, todo un alboroto social, una celebración efímera y racista, ¿qué felicidad puede tener un electricista desempleado?, ¿qué felicidad puede tener un pueblo sin educación, sin igualdad, con desempleo y sin una firme esperanza? El film nos muestra lo difícil que es creer en la felicidad cuando un país está al borde de la quiebra.
Una gran recopilación de información y muchos contrastes es lo que se proyecta, y hace que en su corta duración (cincuenta y tres minutos), el espectador mantenga esa sensación de angustia por lo que pudiese pasar en el futuro, por la incertidumbre de cada uno de los hombres en huelga, por la necesidad de un pan para comer de cada uno de los desempleados. El documental desarrolla un sentimiento de dolor que sólo se corregirá si cada uno de nosotros cambiamos ese “mitote” futbolero y electricista por una celebración libre de inconformidades sociales y fanatismos, por ser mejores seres humanos, por ayudarnos y sentirnos orgullosos de tener un buen gobierno, de no ser un mito sino una realidad palpitante y llena de júbilo.